Lógica de la perturbación de Juan Carrá. Algunas reflexiones sobre su último libro

Foto: Revista Ruda

En el segundo libro de cuentos de Juan Carrá, no podemos dejar de encontrar los ojos de un cronista. Los narradores que construye a lo largo de estos once relatos tienen por momentos el sabor de quien ha caminado las calles, de quien ha visto y oído, de quien con una maestría semejante a la de Walsh o Arlt puede llevarnos a escenas casi cinematográficas tan terribles como reales. La sangre, el engaño el dinero que termina haciendo que todo se destruya aparecen en la narrativa de Carrá como aparecen en la vida misma. 

Por Mariela Gurevich

Esta mirada detallista es la que le permite crear mundos que nos remiten por momentos a lo marginal y que son producto también de cargar, como dice Juan, la biblioteca entera. No hay para él a esta altura de su narrativa un referente literario que lo haya marcado, es el conjunto de años de lecturas que van formando una identidad propia. 

Si tuvieras que pensar una definición de cuento, ¿Cuál crees que se ajusta a tu forma de escribir?
JC: Yo no pienso “me voy a sentar a escribir un cuento”. Inicialmente me aparece una historia o un personaje y me voy dando cuenta cuánto puede dar ese conflicto en términos narrativos, sin tensarlo y estirarlo demasiado, sin que quede poco desarrollado. A mí me interesa ese tipo de cuento en el que se narra una la doble historia, como propone Piglia, sin que necesariamente los finales sean finales con remate. No me molesta el cuento con final clásico, pero también me gusta esta idea de que la historia quede como desarrollada, planteada, que haya una resolución al interior del texto pero que el lector sea activo en el qué va a pasar después. Que siempre le quede algo: “¿y después qué?”. Me parece que eso es interesante en el cuento. También me pasa en las novelas pero en las novelas sí tiendo a cerrar más las historias. 

¿Cómo surgió el título del libro?
JC: El título Lógica de la perturbación apareció tratando de encontrar cuál era el eje de esos textos que se juntaban en un libro sin haber sido escritos para un mismo libro. Es una compilación de cuentos que habían sido publicados en algunas revistas, antologías y otros que estaban ahí esperando ser publicados. Ante la posibilidad de armar un volumen de cuentos para la gente de Salta el Pez, comenzó a parecer un eje que está vinculado a la impronta en cada cuento de personajes perturbados. La perturbación es una característica de los personajes o de los mundos que se expresan en estos cuentos. Con la editorial no sabíamos si titular con el título de alguno de los cuentos o con alguna frase que apareciera, en una charla salió la idea de que lo que une a estos cuentos es una especie de lógica de la perturbación. Ahí apareció el título. Leyendo la totalidad del volumen representa bastante lo que los cuentos tienen. 

¿Tenés algún cuento predilecto de los publicados en Lógica de la perturbación?
JC: Los cuentos son muy distintos entre sí y representan momentos distintos míos como escritor. “La enfermedad” que es un cuento muy viejo que hice hace mucho tiempo es un cuento que me gusta muchísimo. Me parece que tiene una propuesta tanto desde la estructura como de la temática que me resulta interesante. Pero “Pura tapera” es el cuento que a mí más me gusta. Es un cuento que tiene mucha contundencia, es ahí donde aparece un cuento más redondo en términos de estructura. El relato sobre Buster Keaton también es interesante. El origen de estos cuentos es muy disímil, el de “¡Buster, a escena!” es un cuento que escribí para leer en un encuentro que se llamaba Función privada que realiza Oyola y que en función de un corto de Buster Keaton había que escribir un texto. Después hay textos temáticos como “El cuarto lugar” que era para una antología de terror y me pedían que el disparador fuera la idea de una lista.  “Pura tapera” por ejemplo fue escrito para un audio cuento. “El último descanso del tigre” que es un cuento sobre Quiroga que está escrito en el marco de la feria del libro de Merlo. Ahí había que ir a un lugar turístico y a mí me tocó el algarrobo abuelo. En función de este árbol y de la supuesta historia de que Quiroga un día pasó por ahí en el marco de sus campañas, surgió este texto. Cada cuento tiene una especie de particularidad que me hace tenerle un cariño especial pero “Pura tapera” y “La enfermedad” son los que más me gustan. 
Las historias que aparecen en este nuevo libro de Juan Carrá hablan sobre el poder y las diferencias sociales, los personajes de estos cuentos actúan movidos por una sociedad injusta y también profundamente patriarcal. Cada una de las historias tiene un tono que nos mantiene con los puños cerrados hasta llegar al final. Asistimos a un juego donde la palabra tensa la atmósfera de un mundo que solo una pluma como la de Carrá puede construir. 

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