Marco Teruggi: “El rechazo a la votación contra Venezuela es un signo de vitalidad”

Por Ignacio Portela

El gobierno argentino dio un voto de respaldo al informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michele Bachelet, que denuncia violaciones a los DDHH en Venezuela. La decisión reavivó las tensiones al interior del Frente de Todos y fue repudiada por distintas organizaciones y movimientos sociales. Luego del anuncio, Alicia Castro, quien iba a ser embajadora argentina en Rusia, renunció a su designación para ese cargo y se manifestó en desacuerdo con la política de relaciones exteriores del actual gobierno. Es que la resolución está respaldada por el eje de derecha latinoamericano y algunos países de la Unión Europea que no reconocen la presidencia de Nicolás Maduro. “Estamos votando al lado de gobiernos cuya preocupación no son los derechos humanos, sino que están haciendo un montaje mucho más grande para socavar y promover una desestabilización en Venezuela”, analiza el periodista y sociólogo Marco Teruggi en esta entrevista con Sudestada desde Caracas.

— ¿Cómo se vivió en Venezuela este giro del gobierno argentino a nivel política exterior?

Me llamó mucho la atención el rechazo que generó la votación en Argentina y la cantidad de gente que salió a expresarse en contra, desde la decisión de Alicia Castro de renunciar a la embajada hasta los que salieron a manifestarse en las redes sociales. Yo pensaba que el tema generaba posiciones mucho más a la defensiva y que pocos iban a salir a confrontar contra una estructura mediática que dice que todo aquel que hable más o menos bien de Venezuela  es culpable de las peores ignominias habidas y por haber. Apenas se instaló la matriz de lo que había pasado en Naciones Unidas, muchos intelectuales, movimientos, y agrupaciones salieron a manifestarse. Eso es bueno porque marca que se rompió esa jaula de no hablar de Venezuela porque te van a señalar de cómplice. También me parece importante el nivel de respaldo que tuvo Alicia. Ahí hay un termómetro interno de la situación en Argentina y en el Frente de Todos, de la contradicción de un sector muy grande que se siente parte y se identifica con el gobierno pero que cree que no es por acá. Eso me parece un signo de vitalidad interesante.

— ¿Qué análisis hacés de lo que sucedió en las Naciones Unidas?

Hay un nivel de confusión muy alto, como suele suceder con todo lo que refiere a Venezuela. En principio, había dos resoluciones a votar. Una era la que presentaba Venezuela junto con Siria, Irán y Turquía, que es la que votó México y que está de acuerdo con la oficina de Bachelet para seguir trabajando y articulando por los derechos humanos. Con lo cual si el tema era ese, se hubiera podido optar por esta resolución. Es decir que ahora el problema no es Bachelet, porque ella está trabajando en conjunto con el gobierno. La otra resolución es la que firmaron Brasil, Chile, Perú, Colombia y todo el eje de derecha latinoamericano y los gobiernos de la Unión Europea que no reconocen a Maduro. Argentina terminó suscribiendo a esa última. El problema es que ahí hay una misión ad hoc que se armó con cuatro tipos, uno de los cuales fue defensor de los pinochetistas. Entonces, ¿qué pasa que Argentina está votando al lado de gobiernos que sabemos que no están preocupados por los derechos humanos, sino que es un montaje mucho más grande para socavar y promover una desestabilización en Venezuela? Hay dos debates a dar. Uno refiere a qué está pasando con los derechos humanos en Venezuela, y eso hay que abordarlo. Pero el otro debate es: ¿realmente creemos que estos gobiernos, Bolsonaro, Duque Márquez, Piñeira, están preocupados por eso? Ahí no puede haber inocencia. Ahí se dio el punto de quiebre y se votó con el Grupo Lima, que es una suerte de correa de transmisión de Estados Unidos en América Latina para atacar a Venezuela. Lo que en realidad está de fondo es que hay elecciones el 6 de diciembre y ni el Grupo Lima ni el Grupo Internacional de Contacto las reconocen.

— Lo que se está haciendo entonces es desconocer que en Venezuela existe un país con autoridades que llegaron a través del voto. No se va a dar ningún tipo de discusión sobre cómo se llega a una elección democrática, sino que el objetivo es desconocer las elecciones.

El planteo es que hasta que no se convoque a elecciones presidenciales en los términos que ellos establecen, no van a reconocer que hay elecciones en Venezuela. Esa es la política. Y no solo no las reconocen, sino que las sabotean. Además, todo esto es muy abierto, no es una especulación o algo que sucede por debajo de la mesa. Estados Unidos dice todas las semanas que sanciona a la economía venezolana o que le pone precio a la cabeza de Maduro. Esto viene funcionando de manera tan abierta que incluso es parte de la campaña para la elección interna en Estados Unidos. Hace casi dos años se reconoció un presidente absolutamente ficcional. El problema es que muchos gobiernos compraron este asunto. Eso Macri lo tenía muy claro y fue el primero en reconocerlo, pero el gobierno argentino actual no lo reconoce. El Frente de Todos es heterogéneo y complejo y algunos tienen cierta atracción de entrar en una situación diplomática que no confronte con Estados Unidos. Por el momento, el tema más alarmante fue el voto en Naciones Unidas, pero hay que ver qué es lo que sigue y en qué condiciones se sigue, porque si el gobierno sí reconoce las elecciones del 6 de diciembre, finalmente seguiríamos en una postura pendular. Ahora, si no se las reconoce, tendríamos un cambio de escenario radical. El hecho de que haya habido tanto rechazo en Argentina es bueno para que se acote el margen y se salga de esa posición de equilibrio inestable.

— En pos de arreglar con todos los acreedores, uno de los requisitos que habría puesto el Fondo Monetario Internacional sería el no reconocimiento de esas elecciones. ¿Se tiene esperanza respecto a esto?

Este país tiene una capacidad de estirar la esperanza a niveles insólitos. En el caso de Argentina, me parece que está la esperanza de que finalmente se juegue bien. Hasta el momento Alberto Fernández dijo que van a reconocer las elecciones. Hay que ver que nivel de presión hay y qué tipo de voluntad hay de mantener posiciones y no retroceder. Y tampoco es que lo que se haga hoy en Argentina va a cambiar la correlación de fuerzas geopolíticas respecto de lo que pasa en Venezuela. Si bien es importante, tampoco es la Unión Europea.

— Todo esto está sucediendo en paralelo con la pandemia por coronavirus y una crisis sanitaria en muchas partes del mundo. ¿Cuál es la situación económica  actual allá y cómo ves que se va a dar la transición hacia las elecciones de acá a diciembre?

La situación con la pandemia está mal porque es difícil, pero bien comparado con el cuadro regional. Acá hay pocos fallecidos y pocos contagios en comparación con los países vecinos. La política que se adoptó es que hay una cuarentena que se flexibiliza durante una semana, y se endurece a la siguiente. No ha habido colapso del sistema sanitario. Además, contamos con mucho apoyo de China, Cuba y Rusia. Eso también influyó en la respuesta a esta pandemia. Hace menos de una semana llegaron las vacunas rusas para hacer la prueba para la segunda fase. Hay un sistema reforzado y todo es gratuito. Después, vas a tener muchas situaciones de que las cosas no llegan o faltan insumos. Pero la pandemia tiene una crudeza trágica: si se te va de las manos, es indisimulable. Y en un país como Venezuela, donde tenés todas las cámaras del mundo esperando para decir que esto es lo más parecido al purgatorio, no hubo una sola imagen de gente que se muriera en sus casas o de algún indicio de colapso. Después, la situación económica es crítica. La industria petrolera está bloqueada y produce en un nivel mínimo. Mucho de eso se utiliza para hacer intercambios, no se vende. Entonces entra muy poco dinero. Si bien se maniobra con otros recursos como el oro, es una caja muy pequeña. Entonces, en un momento de crisis, hay un problema grande para arreglar lo que se rompe. El acceso a los servicios sigue siendo precario, y eso es lo que se está intentando debatir ahora desde el gobierno para abrir la llegada de capitales privados, pero que a su vez están bajo amenaza de sanciones.

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