Masacre en la Textil Luis Viale

El 30 de marzo de 2006 se incendió el taller textil clandestino ubicado en la calle Luis Viale 1269, en plena zona residencial de Caballito donde murieron 6 personas inmigrantes. A poco de cumplirse 15 años del siniestro, Sudestada entrevistó a Lourdes Hidalgo, que junto a toda la Comisión por la Memoria y Justicia por lxs Obrerxs Textiles, exigen la expropiación del lugar para que sea un espacio de memoria.

Por Meli Cuitiño

“lo saqué del fuego, empecé a gritar:
¡se está quemando! fue muy trágico ese día,
y ya pasaron 15 años”

Lourdes Hidalgo, sobreviviente.

#SinJusticiaNoHabráPaz

Un stencil de letras azules en la pared dice: “Tu ropa se cose con sangre”, cruzando la calle hay otro: “Fischberg y Geiler lxs mataron”. Resuena así la frase de Rodolfo Walsh: Las paredes son la imprenta de los pueblos, y despierta curiosidad al transeúnte casual que se da una vuelta por el barrio de Caballito.Los y las sobrevivientes, junto a la Comisión, vamos a seguir peleando por la expropiación del lugar y su patrimonialización para que sea un espacio de memoria para las mujeres migrantes y trabajadorxs que se organizan, dice Lourdes, sobreviviente de la masacre.

Junto a otras agrupaciones, como familiares de Cromañón y Madres Víctimas de Trata, continúan una lucha sin cansancio para buscar apoyo y máxima difusión del caso, con el objetivo de que estas muertes no queden en el olvido. Acompañamos a Cromañón que también luchan por el espacio de memoria, queremos mostrar lo sucedido, pido que tomen en sus manos la bandera de los trabajadores textiles, porque Luis Viale somos todxs, agrega en relación a la compleja situación de lxs trabajadorxs inmigrantes en los talleres clandestinos que aún siguen funcionando.

Gentileza “Comisión por la memoria y justicia por lxs obrerxs textiles”

De la cama a la máquina

Ante la pregunta de cómo llegó al taller, relata: conocí a Luis, el capataz boliviano, entré al lugar y era una fábrica, me di cuenta por la cantidad de máquinas. Mi horario de trabajo era de 7 de la mañana hasta las 11 de la noche, yo vivía a 8 cuadras pero me quedaba a almorzar y cenar, trabajé más de un mes y vi que estaba en muy mal estado el taller; en ese momento yo no sabía que en la parte de arriba vivía gente, estaban las piezas de lxs que trabajaban, todas divididas con telas y nylon, yo quise irme al mes porque no me gustaba, pero no me querían pagar y, como no tenía para el alquiler, me dijeron que me vaya a vivir ahí, a mí no me quedaba otra, me dieron… 20 pesos el primer mes, en el segundo mes, en febrero ya me dieron 50 pesos”.

La estrategia que tenían (y tienen) estos talleres para que los trabajadores no se vayan, es no pagarles, después del incendio muchxs contaron que no habían cobrado. Con respecto a lo sucedido, aclara que nunca imaginó algo tan trágico y, que a pesar de eso, dice: me quedaron secuelas, pero me sigo levantando porque estoy más fortalecida por el acompañamiento, porque para nosotros en ese momento todo era de la máquina a la cama, de la cama a la máquina”.

Foto integrante de la muestra fotográfica “Sobrevivir para contarlo”

Esclavitud y Muerte

10 años pasaron, luego del incendio, para que la causa sea tratada en un juicio que condenó en 2016 a los capataces del taller, Juan Manuel Correa y Luis Silleric Condori, por los delitos de “reducción a servidumbre con fines de explotación laboral con estrago culposo seguido de muerte”. Sin embargo, al día de hoy se supo que al menos uno de ellos cuenta con el privilegio de la prisión domiciliaria, mientras que a los dueños del inmueble y de las marcas de ropa, Daniel Alberto Fischberg y Jaime Geiler, se les entregó las llaves del lugar y permanecen impunes.

Se cubren, hay arreglos entre ellos, todos apuntaron hacia el capataz boliviano como el explotador, pero nunca mencionaron a los que estaban detrás de todo, los dueños, que sabían e iban y entraban al taller; pero nosotros estábamos indocumentados y teníamos miedo, por eso agachábamos la cabeza y seguíamos cosiendo los jeans”, cuenta al consultarle por los máximos responsables de la tragedia. Al momento de hablar sobre las habilitaciones del lugar, la entrevistada enfatiza que “todos sabían lo que pasaba ahí, al taller entraba mucha gente, había inspecciones e iban funcionarios del gobierno, hasta la policía iba a buscar prendas, pero nadie hizo nada, ni la justicia.


Foto Meli Cuitiño

65 es el número de personas de origen boliviano que vivían dentro del taller en condiciones de hacinamiento y trabajo esclavo. En el lugar, Lourdes comenta que había una sola lámpara para todos, de noche uno de nosotros decía: – ya están todos en sus camas? – ¡no, esperaaa! – sí, ahora sí! y así podían apagar la luz”, recuerda.

44 – 42 – 48 eran los números de los talles: Estas muertes eran evitables porque al lugar venía la policía, recuerdo los números, nosotros cosíamos pantalón de tela jean para hombres y a los mismos trabajadores les hacían cargar al baúl de la patrulla, incluso ellos cargaban, les daban por cantidad, así sobornaban a los encargados, dice.

Un baño. Era el único que funcionaba en el recinto. Lo más incómodo era el baño, uno solo para todos nosotros, era muy chiquito, de un metro cuadrado para hacer nuestras necesidades, ducharnos y hasta para lavar la ropa. Yo le reclamé al capataz Juan Manuel, el argentino, porque ellos tenían sus oficinas ahí dentro; de buena forma le pedí que arreglen el otro baño que no funcionaba, el me decía que estaban en eso, y que si no me gustaba me podía ir. Yo estaba reclamando por mis derechos, no sólo por mí sino por los demás, por familias con hijos que eran los que más padecían; viví tres meses ahí, cuenta Hidalgo.

6 son las víctimas fatales: Juana Villca (embarazada) de 25 años de edad, Wilfredo Quispe de 15, Elias Carbajal de 10, Rodrigo Carbajal de 4, Luis Quispe de 4 y Harry Rodriguez de 3 años; otro dato es que unos días previos a la tragedia, ocasionada por un cortocircuito, se produjo otro incendio dentro del taller aunque sin muertes. La sobreviviente expresa que iban a haber más muertes, pero que se salvaron los niños que tenían turno a la tarde en la escuela y murieron los del turno de la mañana, agrega que ese día saqué del fuego al hijo de mi compañero Luis Fernando, pero perdió a otro de sus hijos, a Harry. Uno puede hacer todo para salvar una vida, eso hice yo. Fue un día muy trágico, es inolvidable para nosotros. Luego del incendio el capataz argentino vino y me pidió perdón, y yo le respondí: andá a pedirle perdón a los que murieron”.


Foto Meli Cuitiño

Acompañada por Sandra Flores, también parte de la Comisión, comunican que desde el espacio siguen dando a conocer, con la muestra fotográfica “Sobrevivir para contarlo”, el caso de Luis Viale y, consideran, que tiene muy poca difusión.Estamos en diversas actividades que nos invitan a participar y a seguir difundiendo y pidiendo justicia; estaremos el 14 de febrero en el festival por la absolución de Pamela Rodríguez en la Plaza La China Cuellar a las 17hs, también el 19 de febrero nos convocaron las Madres Víctimas de Trata a una ronda desde las 17 a 18 hs en Plaza de Mayo para realizar la muestra, lo mismo para el 21 que es el día internacional contra el racismo, estaremos organizando algo, aporta Sandra.

También invita a participar de una actividad fuera del taller textil el día 30 de marzo, que organiza la Comisión que ambas integran. Finalmente las palabras de Lourdes resuenan en el aire cuando expresa la situación de lxs migrantes: no es fácil, la migración la hacemos por la necesidad de buscar un futuro mejor, no imaginábamos lo que nos esperaba, migrar es doloroso igual que dejar nuestras familias, con este caso murieron todos inmigrantes y para la justicia es como si no fuéramos seres humanos; por eso los migrantes debemos salir a luchar por nuestros derechos, y es injusto que nos repriman y nos señalen como los que quitamos el trabajo porque son las transnacionales las que en realidad saquean las riquezas de los países, no nosotros.

Antes de terminar la conversación, se encarga de cerrar este encuentro para afirmar su convicción acerca de su condición de mujer migrante: yo como migrante estoy orgullosa de mi piel, de mi cara, me siento orgullosa de mis raíces, vine al mundo con orgullo y con orgullo voy a morir, yo estoy luchando por justicia. Somos sobrevivientes, pedimos que aprueben el proyecto de expropiación y no callaremos hasta conseguir el espacio de memoria para lxs migrantes y mujeres trabajadoras que se organizan.

Anterior

Norita Cortiñas: “La megaminería destruye todo”

Próxima

Zuleika Esnal: #JusticiaPorÚrsula