“Nuestro sueño es tener una fábrica de cine en el barrio”

Desde hace diez años, de la mano del cineasta y poeta César González, viene funcionando un proyecto propio de cine en el barrio. Un lente político, y con una perspectiva social, circula para mostrar, desde el corazón del territorio, una mirada diferente sobre los pibes y pibas que habitan el lugar. Muy a pulmón, y de manera autogestiva, Sismo Sur Producciones, viene rodando cortos y películas donde se construye otra voz. “Basta de hablar por nosotros” es una postura política para contrarrestar ese espectáculo que muchas veces hace la industria cinematográfica mostrando a la villa de manera negativa y estigmatizante. Ante esta falta de representación en la pantalla, un grupo de amigxs agarró la cámara y salió a registrar. En diálogo con Sudestada, hablaron con nosostrxs tres de sus integrantes: Manu Cabral, Flor y Juanky Romero.

Por Natalia Bericat

Quería charlar con ustedes sobre esta mirada del cine dentro del barrio y que me cuenten un poco cómo nació Sismo Sur.
Manu: Yo arranqué con César González hace 10 años en búsqueda de hacer algo diferente que no sea siempre lo mismo. Después me puse en contacto Esteban Rodríguez, el máximo referente de los barrios bajos que habían arrancado con el rap. Eso era algo que me representaba, una música que me representaba. En la búsqueda de acercarme a estos pibes que la veían, que me veían a mí más que yo, me di cuenta que había una salida a través del arte. Yo vendía ropa en ese momento y se me ocurrió colaborar y ahí tuve la oportunidad de vestir a los pibes. Me acerqué primero con los videoclips y automáticamente lo conocí a César y me puse a disposición. “Yo quiero estar ahí”, me decía y acá estoy.
Hicimos un corto y después hicimos “Que puede un cuerpo”. Con esa película me puse a buscar todo lo que se necesitaba y ahí me dijeron “bueno, vos sos productor”. Yo no sabía que eso tenía un nombre. Nosotros con Juanky somos de Villa Domínico y se rodaba en el Palomar, o sea, era lejísimo. Igual lo hicimos. Ahí empecé a ver todo el mundo del cine con César. Empezamos a mirar películas todo el tiempo. Mi bronca antes de eso era que siempre yo me veía en una película y, me veía horrible. Nos muestran con ropa sucia y así nomás y esa no es la realidad del barrio. Y después vos veías una serie como El Marginal con una mugre terrible, unos pelos gigantes, sin dientes y nosotros no somos eso. En el barrio hay un furor con las barberías. Los chicos se cortan el pelo una vez por semana. Eso no tenía nada que ver con cómo te mostraban en los medios. El marginal es el más evidente, pero antes y después hubo una representación siempre ajena, siempre estigmatizante, por derecha y por izquierda.
Yo confiaba en que los pibes tenían un potencial. Siempre resolvimos los quilombos en el barrio. Acá sabemos hacer de todo: poner una lámpara, enchufar. Somos electricistas, somos plomeros, somos un montón de cosas.

En pandemia nos fuimos juntando referentes de los barrios. Los junté a todos y salió la idea de armar Sismo. Necesitábamos algo colectivo. Enseguida me enteré que existía la posibilidad del Raymundo Gleyzer, que es un concurso federal para largometrajes de ficción que está en el INCAA, que abre las puertas para presentarte en audiencia media, no teniendo una trayectoria en puntajes y otros requisitos. Y quedamos seleccionados de entre 500 proyectos de todo el país, y luego ganamos el concurso por la región metropolitana. Lo ganamos con mi compañera de aquel momento y con Victoria Lagos, una de las productoras y guionistas de Sismo. Victoria es la pareja de Patricio Montesano, el mago que conoció César en la cárcel. A él lo conocí en los rodajes de César, y fue al primero que llamé, y el no dudó en acompañarnos y brindarnos herramientas para confiar en nuestro potencial, nos dijo “ustedes son los que saben y pueden hacer esto”, y acá estamos, haciéndolo realidad.

Pato fue siempre el que nos trajo las herramientas, Decía “mirate esta película, mirate este cine”. Ahí nos volvió locos el neorealismo italiano. Era lo que nosotros hacíamos y esa marginalidad que encontraba ahí sí me representaba. Fuimos pasando por muchas etapas. Mientras concursábamos en el Gleyzer, en paralelo hicimos una película en Dominico, que se llama “Reloj, soledad” dirigida por César. Ahí actuó Juanky y muchos pibes más del barrio. Fue increíble porque además vino Erica Rivas a nuestra casa a rodar. Fue una experiencia maravillosa. El apoyo en el barrio es fundamental. Nos ayudaban a cortar la calle y en el rodaje. Hay un super respeto porque saben que respetamos al barrio. Siempre le faltan el respeto al barrio con la cámara cuando vienen de afuera. Nosotros lo que queremos es que se respete donde ponen la mirada. Esto es hermoso lo que estamos haciendo. Es lo que toda la vida nosotros quisimos. Y pudimos encontrar un sueño: nuestro sueño es tener una fábrica de cine en el barrio. En los barrios el único sueño era ser jugador de fútbol o ser Pablo Escobar. O sea, no había otro. Es una lucha contra eso todo el tiempo, que los pibes no quieran ser narcos. A cualquier pibe de una villa le preguntan ¿Qué soñás? Y en general no hay nada. Yo me siento muy afortunado de que lo encontré y poder replicarlo en otros pibes. Ellos tienen un potencial increíble. Nosotros abrazamos ese potencial y hacemos que ellos brillen. Yo sé con qué me voy a encontrar ahí. Voy a encontrarme con mi yo de chico.
Después “Reloj, Soledad” quedó en el Festival de Mar de Plata, y al mismo tiempo, nos entrevistaron junto a César de la revista de crítica francesa más importante de la historia del cine “Cahiers Du Cinéma”.
Estas noticias, más haber ganado el Gleyzer, nos exigió formalizar una SRL para poder posicionarnos diferente y gestionar en grande. Ahí se sumó otro gran amigo del barrio y compañero fundamental, Sebastián Argento nuestro productor ejecutivo. Hace unas semanas terminamos de presentar el proyecto y todos los trámites en el INCAA para la evaluación en Audiencia Media. El desafío es cada vez más grande, pero realizar nuestro deseo triplica los esfuerzos.

¿Cómo trabajan con los pibes, con los más chiquitos, Flor? Vos con otras mujeres vienen abordando la temática de las infancias libres en el barrio…¿Querés contarnos?
Flor: Esto es algo que está re bueno que pase, hacer cine en el barrio. Con las infancias nos damos cuenta que no solo es una cuestión de clase. Es una cuestión económica, es una cuestión de género y también es una cuestión de identidad. Y la identidad también se construye en los barrios desde toda esa diversidad. Y hay como una parte que también en la cultura bastante capitalista y clasista, el acceso a derechos para pibes trans, travestis y no binarixs, donde también aparece la cuestión de clase. Si vivís en capital vas a tener determinados derechos garantizados, pero si vivís en la villa, o en los barrios, o en las provincias del interior, vas a tener otro. Se nota mucho acá la falta del Estado. Entonces también eso, encontrarte con trabajar, construir otro tipo de masculinidades sobre todo, como están planteando los pibes que también tienen que ver con esta cuestión de patriarcado, etc. Es darle voz y darle visibilidad a un montón de pibites que la pasan re feo, más ahora que amenaza la ultraderecha con sacarnos los derechos. Es lo que siempre planteamos en Infancias Libres, no es solamente reconocer derechos para pibes trans, travestis, no binarixs, sino que también hay una cuestión de clase. Y en esa cuestión de clase, la travesti o cualquier identidad trans de los barrios, el acceso a la salud, el acceso a la educación, el acceso a todo tipo de derechos es mucho más vulnerado. Entonces ahí el laburo con los pibes que se está haciendo es sumamente revolucionario y es re importante, porque no sólo es llegar a entender o a trabajar desde el arte, en este caso con el cine, la música, etc, sino también es trabajar una cuestión machista que es re importante. Hoy en día todo lo que se ha construido, más allá de las madres, que hemos construido un montón, con respecto a la temática de las infancias, dentro del colectivo tenemos la puja de la cuestión de clase. Los derechos de las infancias trans se vulneran también en la ciudad, pero en el barrio es mucho más profundo lo que pasa.
Así construimos un área de género en Sismo Sur, donde dar lugar a las historias de las niñeces, y las de mujeres en situación de cuidados, de crianza, invitarlas a participar conteniendo esas realidades posibles, y contar historias desde esa perspectiva. La que es jefa de hogar, la que sufre violencia de género, la que salió de la cárcel con arresto domiciliario, la que estudia y trabaja contra todo prejuicio.

Es hermoso como esto que hacen se sigue reproduciendo en los talleres de cine que están dando en el barrio…
Manu: Sí. En mi barrio se hizo a través de las pelis. Mientras rodábamos, todos los nenes ya estaban todos mirando ahí, y ellos ya empiezan a jugar a eso. Eso es muy importante que lo vean y que sientan que hay otra oportunidad. Entonces esa es la gran diferencia de que alguien de afuera viene y siempre nos dice eso. Los nenes son muy vivos. Estoy hablando de 8 años, de 8 a 12, que tienen alta velocidad. Porque en la calle, si no estás así vivo es como una bala. No te podés quedar dormido.
Los chicos hicieron su propio videoclip. Aprendieron todo súper rápido. Primer plano, saben todo. Y están ahí todos los días. Nos hablan, quieren estar. Yo siento que eso tendría que pasar en varios barrios, para que se replique. A nosotros nos convocaron del programa provincial Centros Juveniles, y ahí pasa lo mismo. Pibes llenos de talento que con las herramientas en sus manos pueden expresar su arte, identificándose con nosotros, y sintiendo que es posible ese camino.

Te quería preguntar, Juanky, que vos siempre andás con la cámara encima. Esta cuestión invasiva de la cámara que yo no veo en las películas que hacen. Ustedes hacen como un acompañamiento. Van siguiendo la escena. Hay como un ojo diferente…
Juanky: Sí. La cámara está en el cordón con nosotros. Siempre se piensa todo 100%. Todo lo que nosotros mostramos está recontra craneado, armado. Tenemos la experiencia y la estrategia del dónde ponernos. No dejamos que el barrio pare. Queremos que el barrio siga su funcionamiento. La cámara capta y el vecino respeta eso. Todo sigue igual. La otra vez filmamos en Villa 31, dónde vive una de las compañeras referenta de Sismo, Dalma Villalba, y en el medio de la filmación hubo una situación de incendio controlada (nada grave). Nosotros no frenamos. Utilizamos eso como material y seguimos. Tenemos la posibilidad de ser de ahí, de agarrarlo como herramienta y explotar eso.
Es eso que dijo Manu: el sueño de tener una fábrica de cine en el barrio. Eso fue lo que imaginábamos en esa charla esa tarde con amigos cuando nacía Sismo sur producciones. Con Manu decíamos que desde chicos actuamos para zafar rápido de la policía cuando nos paraban. Sobrevivimos a las calles del barrio. Decíamos “conocemos la calle entonces hagamosló nosotros; traigamos el cine al barrio y contemos las verdaderas historias”. Más de 30 pibxs participan de esto. Villa Dominico hoy hace cine y se empieza a hacer justicia. Un pibe en una pantalla vestido prolijo, con sus zapatillas blancas impecables y filosofando no se ve y eso por acá es normal. Hay que seguir llevando la herramienta de los talleres de cine a los barrios porque los chicos son felices ahí.

¿Cómo te gustaría cerrar esta nota, Manu?
Diciendo que sin la solidaridad del barrio no se podría hacer nada. Los colectivo es clave en este sismo. Yo nací en un asentamiento en 1987, en Villa Dominico barrio San Jorge, barrio donde actualmente vivo, donde las mujeres fueron las que tomaron la iniciativa con 4 palos y chapas . Por suerte uno de los vecinos Cacho Roja presidente del barrio que actualmente vive se encargó de que los lotes tengan las medidas y sus manzana sin pasillos . Fue un gran logro para que rápido puedan tener las condiciones básicas. Cacho Rojas y Elsa Ponce, su compañera, me dieron una gran mano de confianza y que me animé hacerlo confiando en el potencial de los pibes. El barrio es muy solidario y eso nos permite hacer lo que hacemos.

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