¿Para cuándo las leyes menstruales? 

Mayo ha sido declarado como el mes de la visibilización del ciclo menstrual-ovulatorio y las redes sociales se inundan con el hashtag #MayoMenstrual. Cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional por la Salud de las personas con útero. Un año más llegamos a mayo y la situación de quienes menstruamos sigue siendo, a grandes rasgos, la misma que todos los años. En espacios institucionales, urbanos y familiares seguimos siendo estigmatizades y discriminades cuando nuestra sangre se hace presente, cuando la menstruación se visibiliza, se toca y se olfatea mes a mes, ciclo a ciclo. El tabú que sigue rodeando a este sangrado como marca sexogenérica ligada al único destino de la (re)producción, profundiza las desigualdades entre compañeres y amplía las enormes brechas que separan nuestros salarios y poderes adquisitivos respecto a los varones cis género.

Por Ornela Barone Zallocco y Núria Calafell Sala 

Hace algunos años que se viene trabajando en relación a un concepto denominado justicia menstrual, entendiendo que existe una desigualdad histórica en los salarios de las personas menstruantes, que además son quienes compran los productos de gestión menstrual gravados con un IVA del 21%, y  muchas veces ven afectadas sus actividades cotidianas, como asistir a la escuela, trabajo o actividades, por no poder comprar estos productos. Gracias a las investigaciones de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, hoy sabemos que entre estos productos, el 85% de los tampones y toallitas contienen glifosato y otros tóxicos como  rayón y asbesto, que son completamente perjudiciales para la salud vulvar, así como para nuestro medio ambiente. 

Carteles realizados en jornadas (de)formaciones menstruales.

En los términos de la justicia menstrual, lo máximo que se ha logrado hasta el momento, a partir de la iniciativa de la campaña MenstruAcción, ha sido la inclusión de los productos descartables en la canasta familiar del programa nacional Precios Cuidados, tal y como podemos leer en el último informe sobre Justicia Menstrual emitido por el Ministerio de Economía y Jefatura de Gabinete de Ministros en el año 2021. Si bien iniciativas como estas pueden ser percibidas como logros, es importante señalar que se trata de soluciones a corto plazo, que ponen pequeños parches a problemáticas muy profundas, y que tienen que ver con la  persistencia del tabú y del estigma menstrual patriarcal y capitalista. Por eso, desde los activismos y la educación menstrual insistimos en la necesidad de políticas públicas concretas que faciliten el acceso a productos de gestión menstrual sostenible, al mismo tiempo que procuren por un cambio de paradigma que dignifique la vivencia menstrual de todas las personas. En este aspecto nos parece necesario reconocer algunas de las primeras acciones llevadas a cabo en municipios como Morón o provincias como San Luis, donde se han desarrollado políticas integrales muy interesantes con el acompañamiento del asesoramiento de activistas e investigadoras menstruales. 

1º Jornadas (de)formaciones menstruales realizadas en la UNMdP 

El programa de Educación Sexual Integral, creado por la ley N° 26.150 del año 2006 en Argentina, representa otro avance también en esta línea. No obstante, de las modificaciones que han experimentado sus materiales desde el año de su reglamentación hasta la fecha, ninguna termina de expresar una integralidad respecto al ciclo menstrual-ovulatorio, el cual se explica como un hecho meramente biológico con fines (re)productivos. En el último material del año 2020 por ejemplo, se visibilizan corporalidades diversas respecto del sexo y el género, pero poco se dice del proceso menstrual en relación a narrativas y factores contextuales, emocionales y alimenticios; la incidencia de las publicidades o los discursos médicos, entre otros. Por todo ello, entendemos que es también muy importante que se actualice y profundice en todos los órganos que intervienen en el ciclo menstrual, en las afectaciones que provocan las pastillas, tanto para evitar los dolores como las anticonceptivas. Información  clara y sin prejuicios en torno a los diversos métodos de gestión menstrual y sangrado libre; como también la representación de las diversidades sexo-genéricas que menstrúan; que  enfermedades como la endometriosis sean nombradas y visibilizadas, al igual que ciertas etapas vitales como la menarquía y la plenipausia. Consideramos muy necesario que los materiales educativos además de impulsarnos a la consulta médica, nos orienten al registro de nuestro propio proceso, de nuestros dolores, olores, flujos, alimentación, emociones; para recuperar la soberanía de nuestra salud menstrual integral. 
Ante el vacío del Estado, que sigue sin garantizar nuestro derecho a una vida libre de estigmas y discriminación a través de acciones políticas territoriales y de transformaciones socioculturales de envergadura, desde los activismos menstruales comprometidos nos organizamos y surgen diversas propuestas. Así, en este Mayo menstrual, desde la Red Federal de Activismos Menstruales (AMRed) se están generando acciones de formación y visibilización como el Viedma Menstrúa o las Jornadas (de)formaciones menstruales en Mar del Plata, mientras que desde grupos autoconvocados como el Fogón Rojo Cordobés se están preparando talleres de acceso libre y gratuito para visibilizar la salud menstrual en Córdoba. Asimismo, se están proponiendo intervenciones gráficas callejeras, festivales y encuentros en distintos lugares del país.
Para finalizar, nos parece importante mencionar que desde 2017 a la actualidad, de los veintidós proyectos de ley por una Gestión Menstrual, todos han perdido estado parlamentario sin  trabajo de cámara, lo que da buena cuenta del desinterés de este tema en las políticas públicas nacionales. Por eso insistimos en el urgente desarrollo de éstas, así como en la revisión y ampliación de la ESI con asesoramiento de activistas e investigadoras menstruales. Menstruar es político y hacerlo sin estigmas, con información y decisión es un derecho.

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