Por Editorial Sudestada
La historia pegó un giro, y no estuvimos a la altura. Aprendimos mucho, pero cuando la construcción descansa, la destrucción hace lo suyo. Sin embargo nuestra identidad es de lucha, nuestro gen es de Memoria, y el camino siempre está del lado de la Verdad, y en el reclamo permanente de Justicia. Eso se lo debemos a ustedes. Como el perder el miedo de salir a las calles, de levantar las banderas, de defender, reclamar, o resistir. Pero desde este lugar de incertidumbre y muchas certezas, masticando lo que se viene, les pedimos perdón. No se merecen que luego de más de 4 décadas tengan que sentir que gran parte del pueblo les da la espalda, que la democracia -en todo su abanico- permita que el fascismo avance y que incluso se las ningunee e insulte, a ustedes, a los más de 30 mil, a los bebés robados, y casi nadie salga ni a la vereda. Que de plazas enteras, ovaciones, el ejemplo al mundo, la historia escrita por las mujeres, los pasos que multiplican, los 133 nietos restituidos, las batallas ganadas, las conquistas de lágrimas en los ojos, hoy nos gobiernen los reivindicadores del terror, los que niegan, los que pretenden “olvido”, y a su lado -y detrás de las rejas- festejan los genocidas saboreando la impunidad.
Perdón Madres. No se lo merecen, ni nosotros tampoco.
Pero hay algo que nos hace focalizar el horizonte y que expande los sueños colectivos. Las generaciones que vienen y vendrán sabrán que en Argentina cuando se habla de Madres y Abuelas, se habla de ustedes. Las más grandes luchadoras de nuestro tiempo. Las que seguirán resistiendo y luchando, junto a nosotros, y a este pueblo que hoy parece dormido pero jamás rendido. Serán las rondas las que vuelvan a abrazarnos. Serán los derechos humanos esa base inamovible para encontrarnos en las calles. Será el pañuelo blanco ese escudo de resistencia. Y serán ustedes, como nosotros, los que no perderemos los sueños.
Pero hoy, les pedimos perdón. No se merecen esto…
