Primavera agroecológica: alimentos sanos y soberanía

Al menos 5.000 productores abrazan el paradigma a nivel nacional y este mes se promovieron actividades de difusión en 80 establecimientos distribuidos en 14 provincias. Despega, también, la discusión por la soberanía económica. ¿Qué son las garantías participativas?

Por Patricio Eleisegui

Crece sin pedir permiso. 
Con una potencia que oxigena la esperanza en tiempos de un Gobierno, otro más, que sigue haciendo de la semilla modificada genéticamente y el bombardeo con venenos una política de Estado que no se negocia. Y mucho menos se discute. 
Se multiplica por voluntad de productores que recuperan la idea del alimento como vida y medicina, que entienden a los ecosistemas como un engranaje del que somos parte. Una integración que, si no se respeta y protege, nos llevará puestos –léase: a ustedes y a mí– en el cada vez más reducido mediano plazo.
“Estamos en la primavera de la agroecología. Conectándonos, trabajando en grupo. Es un camino posible y somos muchos aquellos que lo estamos transitando. Es un cambio de paradigma inevitable desde lo productivo y ambiental, sí. Pero también una forma de recuperar una relación con la tierra, con el otro que es como uno, que se estuvo perdiendo por muchos años”.
Los dichos pertenecen a Rodrigo Castro Volpe, productor agroecológico, claro. Quien, además, ha sabido transformarse en uno de los referentes de RENAMA, la red que integra a municipios, comunidades y grupos de laburantes de la tierra que apuestan por ese concepto, ese conjunto de prácticas, que postulan una producción basada en la salud y el equilibrio de campos, plantas y animales.  
Con fecha de conclusión fijada para este sábado 20, RENAMA viene celebrando el “Mes de la Agroecología”, un entramado de actividades que comprende “charlas, visitas a establecimientos, capacitaciones y todo tipo de actividades, virtuales y presenciales”. Pero que, en concreto, no hace más que dejar en evidencia el crecimiento incontenible que exhibe esta forma de relacionarse con la tierra y los alimentos en épocas, también, del trigo HB4, los “muffins” a base de soja transgénica y el omnipresente jarabe de maíz de alta fructosa.
A principios de esta semana, tomé contacto con Castro Volpe con el fin de profundizar en las particularidades de este “Mes de la Agroecología”. El resultado de nuestra charla: una actualización del estado de situación del concepto y su penetración en el ámbito agrícola de la Argentina. En simultáneo, un repaso de los detalles que hacen a esta opción como una alternativa que puede garantizarnos cierta continuidad extendida si la idea es seguir habitando el planeta que decimos conocer.
“El Mes de la Agroecología surgió a partir de una visita que se hizo hace más de un lustro al establecimiento La Aurora, una experiencia de producción bajo el paradigma que ha sido premiada por la FAO. Hubo un primer encuentro en 2015, también al año siguiente, y así se fueron consolidando actividades hasta ahora. En la edición de 2021 se generaron más de 200 eventos en todo el país para contar qué es lo que se está haciendo”, detalló Rodrigo.
“Se abrieron las puertas de al menos 80 establecimientos agroecológicos distribuidos en 14 provincias. En estas actividades resaltó el protagonismo de productores detallando cómo hicieron la transición hacia la agroecología, las ventajas que fueron encontrando en términos de costos y rendimientos. Se exponen los avances de experiencias en municipios como Guaminí o Lincoln, por mencionar dos ejemplos”, añadió. 
Ambos distritos, me comentó Castro Volpe, ostentan la mayor densidad de productores agroecológicos en el ámbito de la provincia de Buenos Aires: 18 en Lincoln, 17 en Guaminí, según datos del último Censo Nacional Agropecuario (CNA). Suman algo más de 310, justamente, los productores que trabajan respetando los preceptos de esa combinación de saberes en todo el territorio bonaerense. De Guaminí es Marcelo Schwerdt, el actual presidente de RENAMA.
El CNA mencionado arrojó, además, que 1 de cada 50 establecimientos rurales en la Argentina lleva a cabo una producción agroecológica, orgánica o biodinámica. “En la red se nuclean más de 200 productores y técnicos con más de 100.000 hectáreas. Esto demuestra que la agroecología es posible en términos productivos y económicos. Y que permite desendeudarse, capitalizarse, para vivir más tranquilos y felices”, afirmó Rodrigo.
“Esta transición también es posible por el acompañamiento de políticas públicas generadas en los municipios. En la RENAMA hay más de 40 distritos que forman parte de esta red. Allí se comparten experiencias e ideas acerca de cómo promover y fortalecer la agroecología”, amplió.
La red, destacó Castro Volpe, trabaja codo a codo con la Dirección Nacional de Agroecología –dependencia que encabeza Eduardo Cerdá, ex titular de RENAMA– y carteras gubernamentales como Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires. 
“De esa manera sigue creciendo la base de productores. A nivel país estamos hablando de cuanto menos 5.000 que hacen agroecología. La apuesta por la soberanía tanto alimentaria como económica es una tendencia que se agranda cada año”, dijo.
Respecto de esto último, Rodrigo sostuvo que el paradigma incluso opera a favor de una reducción en la salida de divisas que genera la importación de insumos de síntesis química. 
“La importación de fertilizantes y agrotóxicos implica la salida del país de, cuanto menos, 2.000 millones de dólares. En regalías anuales se está exportando menos carne y leche, por poner dos ejemplos, que lo que se desembolsa para ingresar los plaguicidas del agronegocio. Por eso también planteamos a la agroecología como una alternativa para la soberanía económica”, explicó.
“El modelo predominante es frágil. Pensemos que la urea, uno de los fertilizantes más usados en el país por el modelo agroexportador de ‘commodities’, se compra a Omán, Egipto y Argelia. Maíz, trigo, están basados en ese abastecimiento. Tenemos que romper con esa dependencia, además dolarizada. En la agroecología hablamos en pesos”, aclaró.
Si bien Castro Volpe remarcó que el foco está puesto en “garantizar alimentos sanos y de calidad para la población”, reconoció que también hay que “dar la discusión respecto de la Argentina como país que exporta productos agroecológicos”.
“Mientras tanto, seguimos planteando la transformación del modelo a partir de experiencias exitosas y visibles, que se difunden. De ahí la relevancia del ‘Mes de la Agroecología’. Se continúa trabajando para acortar la cadena de comercialización, de modo tal que los productos resulten accesibles en términos de precio y disponibilidad. Respaldando ferias, compre local, la venta de bolsones. En una encuesta reciente que hicimos sobre una base de 80 municipios encontramos que la mitad posee ferias agroecológicas”, se entusiasmó.
Le pregunté por los sistemas de garantías. Esto es, pautas establecidas para asegurar que aquello que se comercializa cumple con los lineamientos de lo que se considera agroecológico. 
Concluyó Rodrigo: “Existe un acuerdo y predominan las garantías participativas. Se trata de un sistema en el que consumidores, productores, municipios e instituciones acompañan y definen que es lo que se considera agroecología según cada lugar. A través de visitas periódicas a las zonas de producción se establecen criterios unificados. A partir de ahí, se construye la confianza. Las cadenas cortas permiten eso: quien compra conoce a quien produce y la forma en que este realiza su trabajo. De esa forma, también, se estimula el crecimiento en la oferta y el consumo”.

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