Somos contemporáneos de un proceso de aceptación a nivel internacional del tema cannabis. Cada vez son más los países que han legalizado y/o regularizado el uso de la planta de cannabis para fines medicinales, industriales e incluso recreativos. Sin embargo, hubo un momento marcado en el que el proceso fue a la inversa: hablamos de la negación y prohibición del cannabis, que es también parte de nuestra historia más reciente y en la que intervinieron varios factores e intereses en conjunto para tramarla. Asimismo, asistimos a una transformación o cambio climático del ambiente en el que habitamos. Aquí haremos un revisionismo histórico de los hechos más sustanciales que decantaron en la prohibición del cannabis como recurso industrial ecológico y sustentable. ¿Hay dudas acerca de las capacidades del cannabis como alternativa productiva en armonía con el ambiente? Trataremos de dilucidar los motivos que hicieron posible la proscripción del conocimiento y potencial del cannabis, y su consecuencia negativa y atroz en el planeta.
Por Germán Pereira
Durante gran parte de la historia de la humanidad, el cannabis ha sido totalmente legal sin ningún tipo de restricciones a su utilización y empleo. Existen registros de la especie vegetal que datan del año 7.000 a.C. como planta de varias aplicaciones cotidianas: textil, alimento, medicinal, extractos, ungüentos, papel, etc. A pesar de ser oriunda de las cordilleras del Himalaya, el cannabis se ha ido extendiendo y ha proliferado en todo el globo terráqueo. Sin embargo, más acá en el tiempo, conglomerados económicos vieron en el cannabis un competidor arrasador para con sus proyecciones e intereses personales. En la década de 1930, comenzaba en los EEUU la llamada “guerra contra las drogas”, que fue una política lucrativa y de salvataje para con ciertos sectores empresariales que estaban en contra del cannabis. Tal fue el caso de la compañía DuPont, empresa química y farmacéutica, conocida por fabricar fibras artificiales a base de petróleo como el neopreno, nylon o el teflón, entre otros elementos.
También, el caso de William Hearst, dueño de un emporio económico que incluía una gran cadena de periódicos y que tenía poderosos motivos para sustentar la prohibición del cannabis ya que, por supuesto, tenía inversiones en la industria maderera para la fabricación de papel. A estos conglomerados económicos se les unió la industria del alcohol, recientemente formada, que sufrió 15 años de decisiones prohibitivas a su consumo y producción, lo cual generó un caos social profundo. A su vez, la industria del tabaco y la del algodón no se quedaban atrás, y también se beneficiarían con la erradicación total de la planta de cannabis. Veían en el vegetal a un competidor directo.
La campaña anticannabis funcionó con el tiempo, y para 1937, el Congreso de los Estados Unidos prohibió la planta, catalogando como hierba peligrosa, redactada y firmada por el funcionario a cargo de la Oficina Federal de Narcóticos, Harry Anslinger y apoyada por el médico y abogado de la Asociación Médica de EEUU, Dr. William Woodward. Estados Unidos es una fuerza determinante en la fiscalización internacional de drogas, ergo, no es difícil de entender que influyó en el contexto prohibicionista que se trasladó por fuera de sus fronteras al marco internacional. De ésta forma planificada se suprimió una cultura y un saber elemental sobre cannabis que venía siendo ininterrumpido desde hace milenios. La transformación de la planta siempre resultó generadora de trabajo genuino desde el km0 y de beneficios saludables tanto para las personas como para el planeta.
Sin embargo, el nuevo orden impuesto fue ejercido e influenciado por el gobierno norteamericano junto a intereses y especulaciones corporativas basadas en capitales con origen en industrias altamente contaminantes y depredadoras de los recursos naturales y del ambiente , sin importar y en detrimento del cannabis por atentar contra sus proyecciones. Quizás, suena groseramente como una especie de conspiración organizada, aunque vale aclarar que sí hubo manifiesta intención por parte de esa coalición coordinada en acabar con una materia prima de excelencia para un sinfín de potenciales industrias estratégicas.
“Es necesario darse cuenta del daño que la prohibición del cáñamo ha hecho a los seres humanos y al ambiente en general .interpretado de forma amplia, lo natural y lo construido por el hombre-”, comentó en diálogo Diana Barreneche con Sudestada, abogada especialista en derecho ambiental, quien señaló una relación directa entre “la eliminación forzosa del cannabis y el cambio climático que padecemos hoy en día”. Durante milenios, la planta de cannabis formó parte de la vida cotidiana de la humanidad siendo su uso industrial el más importante. Hay ejemplos muy significativos de su empleo como materia prima excepcional. La biblia de Gutenberg fue impresa en papel de cáñamo en 1456, por su durabilidad. Levi Strauss (la marca conocida de jeans) utilizó el tejido natural de cáñamo en sus productos alrededor de los años 1850. Los primeros pantalones fueron hechos de lona de cáñamo para los mineros de oro. Por eso, la “marca de los dos caballos” debido a su logo, representan a dos equinos que montan en direcciones opuestas, esforzándose para separar el par de pantalones, los cuales exhiben la autenticidad, durabilidad y resistencia del material. Henry Ford, pionero de la industria moderna, en el año 1941 proyectaba el auto más ecológico del mundo, construido en fibra de celulosa biodegradable derivada del cáñamo y alimentado con etanol, extraído de la misma planta.
Otro hecho relevante fue que en abril de 1986, en Ucrania, la explosión del reactor nuclear causó una grave contaminación. El cáñamo se ha utilizado en el lugar por su capacidad de absorber metales pesados tóxicos y así eliminar contaminantes de los suelos como el estroncio y el cesio, lo que se denomina fitorremediación.
Desde el punto botánico, la planta de cannabis pertenece a la familia vegetal más avanzada de la tierra, es dioica (es decir, puede ser macho, hembra y a veces hermafrodita, según el caso) leñosa, herbácea de cosecha anual o semestral, que aprovecha el suelo más eficientemente que casi cualquier otra planta, alcanza los 4 o 6 metros en un período corto de tiempo (comparado con cualquier árbol). Puede ser cultivada en casi cualquier clima o terreno, sin el uso de químicos (a comparación del algodón que necesita toneladas) y dependiendo de la finalidad del cultivo, podrá ser para fibra textil, producción de semillas o para generar cúmulos florales. En este punto vale aclarar que la Convención Única de Estupefacientes de la ONU en Nueva York de 1961, en la cual se clasifican, fiscalizan y regulan ciertas plantas y sustancias, tipificó a la planta de cannabis como sustancia estupefaciente incluyéndola en la lista I, y por consiguiente, la sometía a medidas de control y fiscalización. Sin embargo, esta Convención reconoce la utilidad del cáñamo con fines industriales y/u hortícolas (ya que la sub-especie para estos fines no se considera un cultivo con fines psicotrópicos), razón por la cual deja fuera del alcance de este convenio al cannabis destinado exclusivamente a fines industriales u hortícolas. Es decir, la Convención deliberada y arbitrariamente hace la separación entre variedades de cannabis según el uso destinado, psicotrópico o industrial. Por primera vez en la historia, el cannabis sufre este acontecimiento donde se juzga y discrimina según su empleo ya que desde antaño se sembraba y cultivaba la planta sin restricción alguna. De hecho, hoy en Europa existen más de 61 cepas de cáñamo registradas para plantar, según el propósito buscado (flores, semillas, etc).
Según la abogada Barreneche, “En los últimos 200 años ha habido un creciente deterioro ambiental y degradación de los recursos naturales, con la consecuente pérdida de calidad ambiental. La aceleración de los procesos tecnológicos y de transformación de la organización productiva y su consecutivo alto potencial de deterioro ambiental ponen de manifiesto la subvaloración de los recursos naturales.” Esto sucede desde la llegada de la revolución industrial, que estuvo marcada por el reemplazo de la fuerza laboral por fuerza mecánica y el enorme desarrollo que tuvo el ferrocarril y los barcos, sumado al consumo de leña y/o carbón para combustible. Además, se suma el continuo uso del petróleo que convierte los desechos en dióxido de carbono y lo expulsa hacia la atmósfera en niveles sorprendentes y de manera incesante. Todas esas actividades son las causantes del calentamiento global, en conjunto dicha forma de desarrollo y matriz productiva deja de lado la importancia del ambiente, postergado a un segundo y lejano plano.
Hoy en día, por consecuencia directa de la prohibición del cannabis, proliferaron varias ramas industriales diametralmente opuestas a los principios de agroecología o agricultura sustentable, y por ende, es perjudicial para el ecosistema.. El algodón es uno de los principales cultivos de organismos genéticamente modificado y de los más tóxicos del mundo. Se cultiva sólo en el 2,5% de las tierras agrícolas disponibles en el planeta y, sin embargo, representa más del 25% del uso mundial de agroquímicos. Hay estudios realizados en gasas enfermeras y toallitas femeninas donde existen trazas de químicos. En cambio, la fibra natural cañamera requiere cuatro veces menos de agua, no necesita ningún tipo de químico para su desarrollo y rinde el doble en la misma superficie cultivable. Es la fibra cañamera más larga, más absorbente y más resistente.
La extracción y procesamiento de la pulpa de papel aparece como una de las industrias más contaminantes y depredadoras en el mundo, millones de kilos de emanaciones de gases y residuos tóxicos en el aire y cuerpos de agua. En 2018 se perdieron alrededor de 12 millones de hectáreas de bosques y selvas nativas en las regiones de Latinoamérica -Brasil, Colombia, Bolivia y Perú encabezan la lista-. Ésta devastación equivale a 30 canchas de fútbol por minuto. En este caso, la especulación ganadera y de agricultura, para agrandar los campos de pastoreo y de cultivo, la maderera y papelera, no tienen límites éticos ni ecológicos. Además de proporcionar alimento y refugio para la biosfera, los árboles en dichas regiones son importantes para el planeta ya que funcionan como almacenes de dióxido de carbono y desempeñan un papel clave en la regulación del clima global.
En la producción de papel, los árboles necesitan de 15 a 30 años para madurar, normalmente contienen como mucho un 30% de pulpa de celulosa y requieren de un proceso químico mucho más complicado y tóxico para extraerla, utilizando ácidos y cloro, y gran cantidad de agua, además, sólo resiste al reciclaje unas cuatro veces. En comparación con el papel cañamero, este sería una alternativa sustentable para la extracción y fabricación de pulpa de celulosa ya que el cáñamo madura a los cinco meses, requiere un proceso bastante simple para la extracción como agua y carbonato sódico, asimismo, soporta unas 7 veces al reciclado, es decir, es mucho más duradero y fácil de elaborar.
Otra rama industrial que se suma a la lista de las más ponzoñosas para el ambiente es la del cemento. Para fabricar este material se necesita cocinar en hornos a altas temperaturas, proceso llamado sinterización, a unos 1400°C, en el cual se generan gases tóxicos que son desechados al aire. Además, las plantas de cemento se ubican cerca de las canteras donde se extraen las materias primas como piedra caliza, sílice y arcilla, entre otros, para lo que se requiere transporte pesado, lo que genera más polución al ambiente. En cambio, existe la posibilidad de fabricar el concrecáñamo (hempcrete en inglés) a partir de la biomasa generada por el cultivo de cáñamo, generalmente extraída de los tallos de la planta. Se trata de una mezcla de cal, agua y cañamiza (partículas de distintos grosores del vegetal). No se necesita temperaturas altas ni ningún químico para su realización. Además, es un material ecológico y biodegradable. Encima se fabrica en el lugar de trabajo, generando una huella de carbono negativo.
Si bien el concrecáñamo no soporta peso como el cemento, serviría como alternativa para reducir significativamente su uso. Además contiene prestaciones fabulosas como aislante acústico y térmico; resistente al agua, fuego y plagas; es ligero y fuerte; y al ser un material poroso, secuestra dióxido de carbono de la atmósfera. Para seguir sumando beneficios, a través de la biomasa de la planta también se podría transformar en etanol como combustible o a partir de las semillas hacer biodiesel. Energía limpia y renovable para no depender tanto del petróleo, recurso no renovable y altamente contaminante. Finalmente,en una de las últimas investigaciones, se trató de comparar el litio y el grafeno con el cáñamo para la fabricación de baterías. El investigador y científico Robert Murray Smith demostró que las fibras de desecho de los cultivos de cáñamo pueden transformarse en supercondensadores “ultrarrápidos” que son mejores que el grafeno e inclusive mucho más barato y simple de extraer.
El cáñamo es un recurso valioso y versátil. Entonces, a medida que se descubran y se investigue más a la planta, como lo realiza por ejemplo lo hace la investigadora del Conicet, María Evangelina Vallejos con el tema del aprovechamiento de las fibras del cáñamo como complemento termoplástico. Entonces, siguiendo esa dirección se ayudará a la transición de nuestro planeta a funcionar con una alternativa sostenible, segura y eficiente.
“Todas las características mencionadas hacen de la planta de cannabis un recurso natural renovable de suma importancia. Sin embargo, todo este conocimiento ha sido callado, censurado, encarcelado y casi olvidado debido a la prohibición en muchos países del mundo. Es de vital importancia resaltar que la tecnología existente hoy en día para su aprovechamiento beneficiaría muchísimo el resurgimiento del cultivo del cáñamo a nivel industrial y ambiental”, concluyó la abogada Barreneche.
El aprovechamiento del cáñamo como reemplazo a industrias tradicionales supone una gran disminución en la huella ecológica y una ayuda para combatir los problemas ambientales de la actualidad. Las soluciones se verían en el corto plazo porque en cinco meses se puede obtener una cosecha y la transformación en el material que se desee no se haría esperar, empezando por la remediación ambiental de problemas como la generación de gases de efecto invernadero, tala de árboles, disminuiría la elaboración de plásticos y polímeros, etc. También habría soluciones en el mediano plazo porque al poder utilizarse como cultivo de rotación mejoraría suelos desgastados y erosionados por los monocultivos de soja, maíz, algodón, trigo, etc., y si se incorpora para la producción de hidrocarburos, textiles, papel, bioplásticos, medicina, alimento o construcción, y por consiguiente, mejoraría la calidad de vida de la población al generar fuentes de empleo, dinamizar la economía y generar el valor agregado de calidad. Y a largo plazo, las ventajas al ambiente traería el bienestar no sólo para la humanidad, sino para el resto de especies con las que se comparte este planeta. Todavía hay tiempo para recapacitar y tomar decisiones en pos de mejorar la manera de producir y progresar. Es un deber imperante y de extrema necesidad investigar, analizar y debatir debidamente la cuestión cañamera, y dejar atrás y superar la prohibición.