“¿Qué pasa hoy acá?”: happening y experimentación

Al entreleerla, venía todo el ayer,/
y se hacía evidente/
                           el porvenir.
Los poetas mayores/
están allá, donde yo digo

Marosa di Giorgio

¿Qué pasa hoy acá? es un happening teatral donde Erica Rivas y Martín Rechimuzzi rescatan el espíritu under de los 90 sobre el escenario. Inspirados en espacios teatrales de experimentación, como fue el fenómeno de Parakultural después de la dictadura y el programa El palacio de la risa, un tiempo después en la pantalla de la televisión, este duo ideó una obra donde se conjugan varios tiempos de manera simultánea. Un rescate, un homenaje, una serie que continúa, donde conviven las voces del pasado con las del presente. De esta manera, la noción de futuro proyecta esa posibilidad del pensar lo que viene, pero anclados en un ahora que cuestiona y se hace preguntas.

Por Natalia Bericat

En un mundo donde la risa forma parte de la distracción, el humor es, y ha sido muchas veces, un dispositivo crítico donde el lenguaje da luz sobre situaciones de la cotidianidad. Lo político, lo social, el feminismo y la realidad que atraviesan muchos y muchas en nuestro país, dispara contra el público, taladra sobre las butacas. El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma, dijo alguna vez el dramaturgo y poeta Bertolt Brecht. No existe acá representación, sino un producto que se cocina, gracias a la improvisación y los recursos teatrales, en el momento en el que se le da forma. Una obra en movimiento que da lugar a que lo que sucede es único e irrepetible. El lenguaje es protagonista de cada parlamento donde el juego de palabras, el doble sentido y las imágenes metafóricas son el pilar de los personajes que esta obra construye. Ese engranaje es el que vemos en este happening teatral protagonizado por Rivas y Rechimuzzi. Todo inspirado en un delirio noventoso irreverente, irrespetuoso, insolente donde básicamente hacemos reír. (M.R)

 ¿Qué pasa hoy acá? son tres sketch que tienen que ver con tres tipos de encierros: el encierro de los cuerpos, el encierro del tiempo y el encierro de las palabras, dijo Erica Rivas en una entrevista para Sudestada con Camila Miranda hace unos meses. Cajas, como muñecas rusas, se abren y se rompen para descubrir lo oculto. El encierro, ese que encubre varios significados, se despliega en el escenario. En medio de ese contexto, sucede también el hecho teatral donde cada elemento aporta al absurdo y a la libertad. Lo que más nos divierte es la posibilidad de disfrazarnos. El disfraz como institución, en contra de los vestuarios. Habilitar esos colores, ese griterío, dijo en una entrevista en el Konex Martín Rechimuzzi. Las pelucas, los vestidos, el maquillaje, los tacos, el brillo y los cambios bruscos en el tono de la voz, impactan sobre el público cubriendo ese abanico que va desde la risa al llanto en apenas segundos.

Si bien el encierro ha sido tema del arte durante siglos, pensar en una obra en un contexto de estas características en los tiempos que corren, hace que el impacto sea aún mayor. Los últimos años hicieron que la sociedad entera viva, y sobreviva, dentro de cuatro paredes y no necesitamos que nadie nos cuente qué se siente ni cómo se siente. Lejos de representar, alejados de la mímesis, lo que encontramos en esta obra son relámpagos de eso que está adentro y no se deja ver. Después de todo lo que pasó con la pandemia, el teatro se hizo más brillante, más imprescindible, expresó Erica. El encuentro, la puesta en escena con gente mirando a los ojos a lxs artistas, es lo que le da sentido al arte en este presente.

En el acto creativo, y en el teatro también ocurre, producimos sumando las voces de otres, de esas personas que marcaron nuestra vida y nuestra carrera. Alejandro Urdapilleta es, en ¿Qué pasa hoy acá?, (un título que a la vez es arrancado de otro contexto y es puesto a funcionar en esta obra), una presencia que se siente. Con Martín dijimos: “bueno hagamos algo en evocación de él”. Nos dimos cuenta de que Urda tiene como una máscara, una energía tan potente. Para quienes no lo conocieron Urda, lo cambió todo, cambió los parámatros de la actuación con su presencia en el escenario, con su voz, con su cuerpo, con esa cosa de actor dotado. También tenía una voz increíble, una capacidad expresiva. Entonces nos dimos cuenta que la evocación de él tenía que ver con una máscara, como si fuera ponerse un traje de Urda. La muerte de él, o la desaparición de este plano físico de Urda nos dejó mucha tristeza, pero por otro lado, nos liberó a poder hacer su energía como si fuera una máscara más. Lo que queríamos era eso, volver a ponernos sus pelucas, digamos, expresó Erica Rivas para Sudestada.

Vemos la obra con la posibilidad constante de sorprendernos, con esa mirada casi de las infancias cuando miran algo por primera vez y no saben con qué se van a encontrar. Nos entregamos a las voces y a la risa. Nos dejamos llevar por la poesía, esa que recitan esos viejos poetas que nombra Marosa. Escuchamos los monólogos de Shakespeare y los versos que vuelven del pasado y hacen eco sobre la sala y sobre los cuerpos.

*Por acá podés comprar entradas para el Konex para el 2, 16 y 24 de noviembre en el siguiente link

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