Recuperar la ternura / Juan Solá

Querido Sur,

Cayeron un par de gotas sobre las chapas de la galería, la lluvia amaga la permanencia de todo aquello que se ha esperado demasiado, pero enseguida el sol parte al medio las nubes, pulveriza la promesa del agua y devuelve a la tierra el ardor húmedo.
Entro de la calle con la garrafa, mi hermana la conecta a la cocina (nunca supe) y mientras se descongelan las empanadas, nos sentamos a quejarnos del calor y el cinismo de la lluvia.
Las amistades entre hermanos y hermanas y hermanes siempre cargan una particularidad que la distingue profundamente de otras formas más tradicionales de amistad: con la gente que unx se cría parecieran habilitarse ciertos patrones vinculares que cortarían de raíz cualquier amistad tradicional, esto es, por decirlo livianamente, la que entablan dos personas que se eligen, más allá de los techos que les cobijaron las infancias. A los hermanos, sin embargo, no se los puede elegir. Simplemente están allí, desperezando la carne nueva en un mundo de adultos, despertando en la cama de al lado, en la habitación de al lado, en la cucheta de arriba.
Hay en toda esta cuestión de la hermandad ciertos roles que se imponen desde la mirada adulta, roles reforzados por la publicidad, los medios de comunicación y las ficciones, como por ejemplo, el rol protector del mayor o la libertad más flexible del Benjamín o la difundidísima idea de la hermana-enfermera. Por suerte, en mi casa se les cruzaron los cables y muchos de estos roles no llegaron a alcanzarnos, aunque si podía verlos de cerca todos los días en los vínculos que mis compañeros de clase tenían con sus propios hermanos y hermanas.
Virginia me recuerda aquella publicidad de Coca-Cola donde el hermano mayor verduguea al menor en privado, mientras que en público asume su rol protector. Hay una falsificación de la ternura con el objetivo de promocionar un producto. Coca-Cola no vende gaseosa de cola, vende felicidad. Una cierta idea de felicidad. Una felicidad donde los patrones vinculares se dan verticalmente por el ejercicio de la fuerza. Supongo que recuperar la ternura también significará destrozar sus formas falsas.
Buenas noches,
Juan

Anterior

El verdugo

Próxima

Bajo el médano