Reparación histórica: “hay una deuda con nosotras las travestis”

El colectivo travesti trans viene luchando por una Ley de reparación histórica que reconozca el daño que se ha causado en las últimas décadas. Violaciones, persecuciones, torturas, travesticidios y todo tipo de violencias ejercidas hacia las compañeras. María Luisa Domínguez, activista travesti de 60 años, dialogó con nosotrxs sobre una realidad cada vez más urgente.

Por Natalia Bericat

¿Cómo es este camino de lucha que llevás junto a tus compañeras, Luisa?
Soy parte de una generación que irrumpimos en los años 90. Ahora estamos viviendo otro momento ¿Viste que de un tiempo a esta parte es como que nosotras pasamos a ser como una figurita importante para ciertas personas? “Vamos a ser inclusivos”, dicen. Sacarse la foto con la travesti o el mismo cupo. Yo inicié a trabajar hace un año y pico, gracias al cupo laboral, en el Instituto Malbrán. Damos capacitación porque yo estoy en el área de equidad de género y diversidad. En el cual vamos a todos los institutos que también han tomado al cupo laboral. Por ejemplo, en Pergamino, han tomado una compañera de 55 años, en Santa Fe han tomado también chicas travestis, chicos trans, en Mar del Plata. Ahora estamos por ir a Misiones para ver también si se puede implementar ahí el cupo y en Santa Fe vamos el 16.
Siempre me pregunto lo mismo en relación a la capacitación. Me parece muy terrible que tenga que venir alguien o poner el que diga, “es ley que el colectivo travesti trans pueda ingresar a trabajar”. Desde el vamos me parece que está todo mal. Y con respecto a lo que vos decías de cómo empezó todo esto. Bueno, vos pensá que yo tengo 60 años. Me travesticé a los 13, ¿Me entendés? Entonces, vos imaginate toda la carrera que tengo. Estuve presa siendo menor de edad. Ya sabemos que nunca se respetaron nuestros derechos. Empezamos a conseguir un montón de cosas en la lucha. Y también no podemos olvidar que tampoco sería tan fácil si no hubieran gobiernos populares. Eso es lo fundamental. Porque también no te olvides que ahora se está festejando la democracia. La verdad que nosotras en democracia vivíamos presas. Sí, muchas compañeras dicen, todo el mundo tuvo 40 años de democracia, nosotras tuvimos 12 nada más. Después de la Ley de identidad de género podemos empezar a hablar un poco. Porque existe la Ley, pero en muchos lugares no se aplica. La violencia hacia las compañeras sigue existiendo. Hay muchas otras luchas. Tengo un montón de compañeras, que hace años que estamos luchando para que nos quiten la silicona del cuerpo. Y la verdad que no hemos conseguido nada a pesar que hay una Ley. Está el artículo 11, que dice que es primordial la salud. Porque no es que yo me quiero sacar las tetas para que me pongan unas nuevas. No. Mis tetas no tienen arreglo. Yo quiero que me saquen y quedar como un varón. No me interesa. Pero lo que yo quiero, y la gran mayoría de mis compañeras, es tener una buena calidad de vida.


Este año se mató una compañera de 65 años porque le iban a amputar la pierna por la silicona. Entonces, imagínate vos. Sí. Es tremendo. Me agarra angustia porque hay tantas compañeras que están grandes, que siguen ejerciendo la prostitución, que están solas. Porque la verdad que están solas. No se respeta a nadie. ¿Nos tenemos que morir engandrenadas? Porque esa es la verdad. Porque no hay nadie que nos quiera tocar. Pero, si yo voy y le pago a Lotoki (por dar un nombre), o cualquier otro cirujano, si yo pago, me sacan la silicona. ¿Y cómo puede ser que en los hospitales no? Yo, por ejemplo, este año, el 2 de mayo ya tenía turno en el clínica para que me saquen los pechos. A última hora me llamaron y me suspendieron. Me dijeron que no, que no me iban a operar porque había otras operaciones más importantes, que me iban a avisar. Es un abandono total. Entonces, eso es lo que yo digo. Es toda una gran mentira porque está la inclusión, está la ley, nadie la respeta. Las compañeras se siguen pudriendo porque esa es la realidad.


Hace como 20 días fui a La Plata a ver a una compañera que no sabes cómo tiene los pechos con agujeros. Y lo triste es que estamos esperando que se mueran porque esa es la realidad. Y después subimos en las redes que queremos la reparación histórica y nos agreden, “¡ay, puto! Vayan a laburar”, “agarren una pala” “¿Qué quieren? ¿Qué el Estado le pague?¿Qué quieren que el Estado les saque la silicona?”. Y yo digo, ¿no? Si supieran… porque la gran mayoría son chicos muy jóvenes. Lo que yo le digo a las nuevas generaciones es que hay que hacer valer todo lo que hemos pasado nosotras y todas las compañeras que han muerto. Entonces yo siempre, cuando doy las charlas, siempre digo que las nuevas generaciones tienen que ser nuestro caballito de batalla ganador porque ellos sí pueden elegir. Ellos tienen opciones. Pueden estudiar, trabajar o elegir lo que quieran ser. Eso ya depende de cada persona, de cada individuo. No es como yo. Yo no tuve opción. A los 13 años me fui de mi casa. Yo tenía hambre y los tipos me daban un pene. Entonces, por eso es tan importante que salga esta reparación porque la verdad que cada vez hay más compañeras que ya no están.

Tantos años, y también en la actualidad, donde las compañeras son llevadas presas…
El gran proxeneta que tuvimos toda nuestra vida fue la policía, porque nosotras sí o sí teníamos que tener ese trato, porque toda la vida tuvimos que tranzar, toda la vida tuvimos que bancarnos que la policía nos coimeé. “Quieren estar parados, estén parados acá, no van presos, de tal hora a tal hora”, y te dicen “el pago es diario, el pago es por semana, no sé cómo quieren lo hacer ustedes” ” y una vez por semana tiene que caer una o dos”. Tremendo. Negociar con el mal. Toda la vida negociamos nosotras, toda la vida, negociamos con la policía, negociamos con los tranzas, negociamos con los fiolos, o sea, toda la vida tuvimos que negociar para poder ser alguien, y también me parece terrible que quieran hacer esto de presentar una ley con dos pesos con cincuenta. No podés sacar una ley y decir, “vamos a darle cincuenta pesos a cada compañera” No viven ellos con eso.
No pueden hablar por nosotras. Ya han hablado y han lucrado con nuestra vida y nuestra muerte por años, y lo siguen haciendo. Sí, en el medio todas las amenazas de estos grupos de ultraderecha que quieren arrasar con todo, y con lo primero que quieren arrasar es con los derechos del colectivo travesti trans y de las diversidades, porque ellos son los que salen a decir por qué nosotros tenemos que bancar, y porque realmente es un derecho y es una deuda histórica, no solamente es un derecho, sino es una deuda que la sociedad tiene con una comunidad a la que le ha dado la espalda durante muchos años. Hay una deuda con nosotras las travestis. La ley de identidad de género comenzó a cambiar las cosas, pero sabemos el día de hoy que a pesar de tener esa Ley, la expectativa de vida de las compañeras sigue siendo baja, siguen obligadas a estar en la esquina y a someterse a un montón de tipos de violencia. Entonces estamos en un momento complicado.

¿Qué sentís en este momento, en esta época pre-electoral?
Bueno, vos no te olvides que nosotras estuvimos en el gran quilombo que hubo en la Legislatura, cuando querían de nuevo volver con las contravenciones, que teníamos que ir presas. Macri y Bullrich inauguraban comisarías para nosotras, porque la verdad que yo, de las veces que me han llevado a mí a esas comisarías de contravenciones, siempre vi travestis, no vi otra cosa. Supuestamente eran para los vendedores, para los mecheros, para los no se que, pero siempre estábamos nosotras. Yo nunca vi una persona que no sea travesti en esas comisarías.
Hoy tengo miedo de esta persona que la escuchás hablar y decís: “¡no, este loco no nos puede gobernar!” Es una locura. Vamos a seguir luchando por más, por lo que ganamos y por lo que falta y para que el Nunca Más de los desaparecidos, porque yo siempre digo que somos 30.400, porque yo he estado con una compañera travesti que me paraba, yo tenía 15 años, en el año 78, y ellas desaparecieron, las subieron en un Falcon verde y yo no las vi nunca más en mi vida. Yo digo que sí, que hay del colectivo LGBTQI+, que hay desaparecidos, porque, por ejemplo, está mi compañera que se llamaba Muñeca, “La Carlota” y una chica que era lesbiana, que le decían “La Pini”. Yo no las vi nunca más, desaparecieron del barrio, nunca más se las vio, entonces, cuando yo escucho esas palabras que dicen Nunca Más, también con nosotras Nunca Más. Que no se vuelva a repetir nunca, que las niñeces, las nuevas generaciones puedan andar libres como quieran, que no tengan miedo a nada, que no tengan miedo de salir a comprar un kilo de papa y terminar en Devoto 30 días por el solo hecho de ser travesti o trans.

Vos das capacitaciones, Luisa. ¿Cómo ves el tema de la implementación de la ESI?
Para mi es súper importante. La ESI para mí es lo fundamental. Hace un par de meses fui a un penal de hombres a dar una charla. La resistencia está en todos lados, entonces me pregunta uno, había mujeres también, entonces me pregunta uno y me dice “porque a mi hijo, le van a hablar de la ESI. A mis hijos nadie les va a venir a decir con quién se tienen que acostar, o que no tienen por qué hablar de profilácticos”. Estaban todos en contra, menos un tipo, uno solo, ponele que había, no sé, cincuenta personas, porque fui dos veces, uno solo levantó la mano y dijo, que estaba a favor. Entonces yo le pregunto, a todos, no al resto, ahora yo le hago una pregunta a usted, yo soy una maestra, viene mi alumna y me dice, “ay señorita, usted no sabe lo que me pasó, vino mi tío y me tocó la empanada””, entonces yo le digo, “ay qué tío malo, ¡cómo te va a comer la empanada!”, pues yo lo veo así, ahora, le digo, ustedes escuchen esta parte, viene una nena y me dice, “ay señorita, vino mi tío y cuando no estaba mi papá, me tocó la vagina”, ¿Cómo reacciono yo, y cómo reaccionan ustedes como padres?, entonces le digo, es importante, y cada cosa tiene su nombre, la vagina es vagina, el pene es pene, no se llama empanadita, ni chupetín, ni nada, todo tiene nombre, y adecuadamente hay que decirle a los hijos y a los chicos, cómo se llama cada cosa, porque no es lo mismo que venga una nena y me diga, que “me tocó la empanada”, a que venga y me diga, “mi tío me tocó la vagina”. Esto cambia todo, le digo, entonces tenemos que ir por ahí. “Por ese lado tienes razón”, me respondieron.

Hay un deseo que contiene la reparación ¿no?
Si. Tener una cama limpia, tener una pieza aunque sea alquilada, pero tener algo limpio, algo que comer, no salir a pararse porque no llega con la plata del alquiler o porque no tiene para comer hoy, o porque el comedor no abre los sábados o los domingos. ¿Entendés eso? Tan básico como eso. Sí, poder vivir con dignidad y también poder morir con dignidad. Y que las compañeras dejen de morir a los 35 años y que puedan tener una familia propia. Inclusive yo tengo amigas que se han planteado también el tema de la maternidad. ¿Por qué una trava no puede ser madre si lo desea? Hay muchas que se lo están planteando y tiene que ser así. Que cada una pueda tener su propio deseo, que pueda vivir la vida, que pueda: estar en pareja si quiere o si no quiere, no, pero que pueda decidir. Yo estaba escribiendo algo y puse a lo último: construyamos entre todos un mundo mejor, sin odio, sin racismo, y que lo único que importa es el amor y el respeto hacia todos, y ya con eso ya estamos. Eso ya es un montón. ¿Qué más se puede pedir? Que la persona que vos veas ahí, así tenga una pollera, y tenga barba, y se llame Luisa, y bueno, si es feliz ¿Cuál es el problema? Necesitamos más amor ante tanto odio que nos rodea. Esta reparación tiene que ser reparadora y necesaria para cambiar el final de esta historia travesti.

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