Ricardo Mollo “Luis me enseñó que todos deberíamos hacer sentir bien al otro”

Fotos exclusivas de Divididos por @arnedonacho

Cantante y guitarrista de Divididos, Ricardo Mollo, integrante de SUMO, es una de las figuras más importantes del Rock Nacional. En diálogo con Sudestada, charlamos sobre su infancia, las cosas que lo conmueven y las anécdotas que marcaron su vida.

Por Natalia Bericat

Primero te súper agradecemos, Ricardo, porque sabemos que das pocas entrevistas. Y, por otro lado, porque siempre compartís nuestro contenido en redes. Somos un medio independiente que nos cuesta mucho difundir nuestro trabajo, que nuestra voz pueda ampliarse y vos siempre fuiste generoso en ese sentido…
Es una manera de utilizar las redes para visibilizar algunas cosas. Lo que yo subo, lo subo porque me gusta y después miro de quién es (en ese orden). A ustedes, a La Garganta y a Flavia Broffoni son los que siempre comparto. Son personas que están sensibilizadas por lo que pasa, con esas cosas que tienen que ver con el futuro. Cuando tenés hijos empezás a ver qué futuro les vas a dejar. Alguna vez me pregunté ¿Para qué traje a mi hijo a este mundo?

Vos sabés bien de qué hablamos cuándo hablamos del lugar de los medios. Lo vivís en carne propia…
Es un diseño: “nosotros queremos que la vida de las personas sea de esta manera”. Eso es lo que piensan. Entonces diseñan y tienen la suerte (o la desgracia para nosotros) de ocupar un espacio cada vez más grande. La atención de las personas se centró en eso que ellos creen que es la información. En realidad hay un diseño. No hay información.
Yo padecí bastante a algunos medios. Por eso dejé de hacer entrevistas. Siempre hago la analogía cuando me preguntan. Trabajé como productor musical de algunas bandas, como La Renga o Almafuerte, y mi compromiso era que ellos se pudieran escuchar tal cual ellos son. El periodista también debería tener ese compromiso: que el entrevistado pueda leerse tal cual es y no sorprenderse después. Tom Lupo, el psicólogo y filósofo, un día me dijo: “traductore-traidore”. Le he robado muchas frases porque realmente es muy certero.

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Hacer una entrevista es entrar en la biografía del otro. De alguna manera la entiendo como una cartografía, como un mapa. Te quería preguntar ¿dónde arranca este camino donde empezaste a ver el mundo en clave musical?
Tengo una imagen muy clara. Cuando tenía cuatro años fui descubierto por mis padres cantando. Yo soy una persona muy tímida que, aunque en el escenario no me sucede, en la vida sí. Ya había un showman en la casa que era mi hermano, siete años mayor. Ahí yo tomo conciencia de la música, de los sonidos. Mi hermano ya cantaba, zapateaba y hacía un montón de cosas. Era muy entretenido eso. Como el hermano mayor hacía eso, el chiquito también. En un momento me descubren en mi mundo y no podía acceder a eso porque básicamente me daba vergüenza. Es una construcción interna. Cuando pienso en el camino de la música, pienso en ese pibe que se musicalizaba internamente.

¿Te conectás con ese niño, Ricardo, de la infancia? ¿Tenés ese ejercicio de volver?
Te está hablando el chiquito ahora. Mientras yo te estaba contando todo esto se me apareció la imagen de la habitación de mis viejos, del patio de la casa en donde vivía en Pergamino. O sea, se me vienen todas esas imágenes para construirme y lo más loco es que la perspectiva que yo veo es todo desde abajo mientras te estoy hablando.

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¿Tuviste la posibilidad de volver a recorrer el espacio físico de la casa de tu infancia?
Hace unos años, cuatro o cinco años atrás, pasé por Pergamino. Íbamos para Río Cuarto y le dije: “por favor, metete en el pueblo que quiero ver mi casa”. Fuimos hasta ahí. Nosotros vivíamos frente a una plaza y de todas las veces que pasaba por la casa, siempre estaba la puerta de entrada cerrada. Tenía la puerta y la puerta cancel. ¿Viste que en los pueblos hay unas puertas que frenan el viento? Bueno. Esa vez estaba la puerta de calle abierta, entonces entré a ese pequeño pasillo y la puerta cancel tenía un vidrio roto y me asomé. Ahí vi el patio como yo lo imagino todo el tiempo. En las mismas dimensiones. Yo vuelvo a ese lugar seguido: en sueños o en otras situaciones, he vuelto a ese lugar en mi tamaño real y lo tengo en las medidas que son. Es muy fuerte mi conexión con ese pibe que aparece todo el tiempo.

Lxs artistas siempre volvemos a ese lugar de anclaje que es la infancia. Seguimos siendo ese niño, esa niña que juega en el patio su casa. De alguna manera seguimos jugando cuando escribimos o hacemos otras actividades artísticas…
Es que continuás el juego. El otro día hablaba con mi hijo de exactamente eso. Yo busqué la manera de seguir jugando. “Lo que vos hacés ahora con tus juguetes, es lo que yo hago con las guitarras y con las cosas que me gustan”. Busqué una manera de seguir jugando en esta vida.

Se ve mucho como eso pasa arriba del escenario. Sobre todo, entre Diego y vos que son los más visibles. Hay una complicidad y una diversión que se nota. Esa cosa de amigos que se hacen un pase en un partido de fútbol y se hacen solo un gesto y se entienden…
Si. Tal cual. A veces me acerco y le hablo: “¿te acordás tal cosa?” Es el mejor momento. Para mí es mi mejor patio. En lo cotidiano yo elijo quedarme en el patio creando. La realidad es tu construcción. Entiendo eso como transitar este rato que estamos en este mundo. Porque también tenemos que pensarlo desde ese lugar: estamos un ratito acá. Hagamos de este rato algo que nos haga felices. No negar, pero estar atentos a lo que pasa. No tenemos que dejarnos ser abducidos por el mundo del horror.

¿Sentís que tenés un compromiso de estar parado en un escenario con un micrófono, que es importante lo que vos le decís a la gente que te va a escuchar?
No. Para nada. Lo que sí me pasa es tratar de generar algo bueno en el otro. Es ese rato donde pienso ¿qué puedo hacer? ¿Te hace bien este rato de este ruido loco que hacemos? ¡Qué bueno porque a mí también me hace bien! Entonces es compartir un rato de hacernos bien. Lo más lindo es cuando escuchás que la gente nos dice que se fueron felices de habernos visto. Nos metimos en la cápsula todos un rato para seguir adelante ante este horroroso mundo.

Hoy estaba repasando las fechas en que salieron los discos de Divididos y pensaba que cada canción me lleva a un momento de mi vida. “Acariciando lo áspero” por ejemplo fue mi adolescencia arriba del 594 en Mar del Plata con los wolkman yendo a la escuela. Mi juventud en los 90. Esto de la memoria sonora de escuchar dos acordes y que te lleven derecho a un momento de tu vida…
A nosotros nos pasa lo mismo. Vos me hablás de “Acariciando lo áspero” y a mí se me viene la transición y yo saliendo de la fábrica de zapatos. Se me aparece la imagen de yendo al estudio, a Panda, para grabar después de haber laburado. Me escapaba de un lado al otro. Se me mezclan un montón de imágenes y sensaciones de estar en dos lugares tan dispares como un estudio y una fábrica de zapatos. Es como muy fuerte. Se mezclan las reflexiones. Todo lo que sentíamos en ese momento. Estábamos en una situación de desamparo en cuanto a nuestra salida de lo que fue SUMO, el duelo. Entre la muerte de Luca, la sensación del abandono que te provoca el compañero que se va, pero además termina toda una etapa. Hay una necesidad de reconstrucción en ese mismo vértigo.

Y todo lo que vino después… se me viene a la cabeza el último recital en pandemia en el Teatro Roxy. Casi de ciencia ficción. Todos con barbijos pegados a la silla levantando solo los brazos. Pasó algo esa noche que fue único…
Fue una experiencia diferente y como uno se va readaptando a las situaciones. Mirá lo que te propone el mundo y vos seguís adelante con eso porque querés. Porque vos también saliste de tu casa para ir ahí. Nosotros también salimos de nuestras casas para ir a hacer eso en esas condiciones. ¿Y sabés qué? Lo hicimos. Para mí eso fue súper fuerte. Descubrí, en el trascurso de esos recitales, que parecía que no te podías comunicar con el otro, básicamente porque tenía la boca tapada, y porque no podía no emitir sonido, que lo hacíamos desde un lugar casi telepático. Hubo una conexión muy interesante para mí, e inclusive lo dije: “casi que les puedo ver el aura a cada uno”. Poder conectarnos a pesar de todo.

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Te he escuchado hablar varias veces de las cosas que te conmueven ¿Cuáles son esas cosas que te mueven esa fibra interna de las emociones?
El acto de humanidad. Cuando se deja traslucir la humanidad y no prevalece lo aprendido, el intelecto. Sea lo que sea. Puede ser una actuación, un sonido de guitarra, es la voz de alguien, la declamación de alguien hasta situaciones cotidianas como puede ser imágenes. Las cosas en donde no está puesta la mente van directamente al corazón.

Justo hablás de sensibilidad y tengo acá al lado la Revista Sudestada en papel con la tapa del Flaco Spinetta. Pienso en sensibilidad, tanto desde la poesía como desde la música, y ese privilegio enorme que tuviste de estar cerca del Flaco. ¿Qué te queda del flaco?
Ahhh… un montón, un montón de situaciones de eso, de lo emocional. De alguien que para mí es una gran enseñanza. La actitud del otro. Lo conocí a Luis en una especie de camarín (no me acuerdo bien si era en Obras). Había un recital y nosotros tocábamos con la banda que yo participada en ese momento, con Rinaldo Rafanelli, que había sido bajista de Sui Generis en su momento, y de Polifemo. Y cuándo ensayábamos siempre le preguntábamos: “¿Lo conocés a Charly?” y cuando le pregunté por Luis me dijo: “yo le hice escuchar los ensayos a Luis”. “Ahh qué bueno ¿y qué le pareció?”, le dije y él me respondió: “le gustó mucho y bla, bla, bla”. “A mí me gustaría conocerlo”. “Cuando toquemos te lo voy a presentar”, me dijo. Entonces estaba en el camarín y viene Rinaldo con Luis. Y yo dije: “Luis Alberto al fin te tengo cerca y te voy a hablar”. Porque hubo otras situaciones donde lo tuve cerca y yo quedé extasiado y entonces Rinaldo le dice: “Luis, él es Ricardo, el guitarrista”. Luis me mira y me dice: “Vos tocás muy bien la guitarra”. O sea, todo lo que yo tenía para decirle ya estaba. Fue un alma generosa que me hizo sentir bien apenas me vio ¿entendés? Esa me parece es la gran enseñanza. Todos deberíamos hacer sentir bien al otro. Aunque sea en una pequeña cosa. Lo que sea, pero que el otro se sienta bien. Me parece que ahí está todo. No te digo que cambiamos el mundo, pero cambiamos algunas cositas que nos van a hacer mejores. Y a partir de ahí fue una relación donde yo supe que me quería mucho. Me voy de este mundo muy contento. En actos, en su forma. Se lo extraña un montón, pero a la vez está presente. Todos los días tengo un pensamiento para mi viejo, para Luca y para Luis. En algún momento del día se cruzan. ¡pum! Esa cosa hermosa que te dejan las personas.

Me hablás de tu viejo y se me viene eso de lo manual, de lo artesanal que aprendiste con tu papá ¿Te quedaron algunas obsesiones? ¿Te influenció mucho en la persona que sos hoy?
Sí. Mucho. La capacidad de trabajo. A mí me encanta trabajar. Me hace sentir esa cosa como cuando la energía se renueva. Y soy laborioso. Mi hijo evidentemente lo absorbió. Viste que los chicos se guían mucho más por lo que hacés que por lo que decís. Él salió muy laborioso también. Me resonó siempre de mi viejo lo que tenía que hacer, al trabajo. Cuando vivíamos en Pergamino se le quemó su fábrica de zapatos y se quedó en la calle. Y nos vinimos a Buenos Aires a vivir para buscar trabajo, desde cero, pidiendo una casa prestada para vivir y él trabajando de empleado en una fábrica de zapatos. Yo lo veía todos los días. Se levantaba a las cuatro de la mañana y venía como a las 8 de la noche. Lo veía trabajar con ganas. Él cantaba mientras trabajaba. Yo lo miraba trabajar y cantar y decía: “guau”… Alguien que está cantando mientras está haciendo algo es que la está pasando bien. No hay duda. El trabajo es una forma y, para mí, es todo. Por eso yo me autodefino como obrero musical. Justamente por eso. Porque lo tomo como el trabajo digno. Elegí esto. Vos sabés que el trabajo dignifica. Es una frase que para mí es sublime.

Recién hablábamos de Luis. Siempre te escucho definirte como guitarrista-cantante y me pasa que, cuando leo o escucho las letras de tus canciones (sabiendo que dijiste mil veces que no sos poeta), siento que hay un laburo ahí con la palabra. Puedo entender, pensando a la poesía como música, que le tenés el ritmo a la palabra…
Hay un poco de eso y mucho de reflexiones. El que carga con esa parte más poética es Diego. Ahí nos combinamos. A él le gusta mucho escribir; y, entonces, él escribe y conversamos. En esas conversaciones surgen las letras.

¿Pero ya tenés antes toda la música armada?
Sí. Eso sí. Las melodías me persiguen todo el día. Se me ocurre una melodía y tengo que grabarla para no olvidarme. Es una constante. Me siento más compositor. El tema de las letras es un tema en conjunto que ideamos con Diego cuando nos tocó hacer esto. Anterior a esto el que escribía era Luca y algunas cosas el Peti. Nosotros no interveníamos en eso. Una de las cosas que heredé de mi viejo es metaforizar todo lo que pasa. Mi viejo siempre me tiraba cosas con una brutalidad tremenda, pero me definía cosas con una frase.

Sí. Atrás de las frases populares hay metáforas miles. Vivimos en clave poética y no nos damos cuenta…
El otro día le decía a un amigo de Rosario. “nunca leí un libro en mi vida”. Todo lo que aprendí, lo aprendí a través de la música. Tuve esa cosa autodidacta, incluso para aprender guitarra. Es mi forma. Ni siquiera cuando cocino puedo seguir una receta. Cuando empezaron a salir los cds, los mirábamos con Diego y decíamos como se perdió esto (Ricardo nos muestra sus vinilos). “Parecen sobrecitos de sopa”, decíamos los dos. Para que se entienda tenés que poner cosas llamativas en la tapa. Entonces dijimos “Sopa de tortuga”.

Ya entendí todo como se arman las canciones… Te quería preguntar sobre Divididos y los covers. Cuando cantás al Carpo, o El arriero, cuando cantás canciones de Sumo ¿sentís que los estás homenajeando y los tenés arriba del escenario con vos?
Para mí es el lugar donde no existe ni el tiempo ni el espacio. En ese punto suena místico, pero no lo es. Es lo que sucede. Las personas no están ni no están. Son sensaciones. Es eso que me decías cuando hablábamos de “Acariciando lo áspero”. El sonido te lleva a ese lugar. Vos elegís en ese momento la secuencia emocional y la emoción no tiene ni tiempo ni espacio. Y ahí vuelvo a eso que te decía de lo autodidacta. Ninguna de las versiones que hacemos se parece a la original. No es a través de una partitura. Es a través de lo que recuerdo de esa canción. Mi recuerdo pasa por mi cuerpo y se convierte en eso. Muchos puristas que dicen: “pero Sucio y desprolijo no es así”. No. Claro que no es así. Es como dijo una vez Luis y eso me lo guardo como un tesoro. Cuando lo invitamos a tocar “Despiértate nena”. Y la grabamos de esa manera. A partir del recuerdo que yo tenía cuando jugaba al pool con mis amigos y estar horas juagando y con esa maquinola escuchando ese tema. Poníamos fichas y lo escuchábamos una y otra vez. Yo recuerdo esa versión. No es que agarré el disco y dije “a ver los acordes”. Recurrí a mi memoria y a lo que me quedó. Entonces Luis dijo en ese momento: “voy a ensayar” como buen músico de los 70. Entonces vino a nuestra sala y pasamos el tema no me acuerdo si doce o catorce veces. Su tema. “Lo podemos pasar de nuevo”. “Claro, Luis. Las veces que quieras”. “Lo que pasa es que esta canción ya no es más mía. Ahora es de ustedes”, me dice.

Te sale igual la voz… ¡Un ser de otro planeta!
Sí. Todavía lo recuerdo así con esa voz. Una vez me fui a su casa, con “Amapola”, el disco. Y entonces lo puso en un aparato que tenía en su casa y se agachó. Quedó como en un ángulo y escuchaba así agachado en esa posición.

“Amapola” es el primero que hicieron ustedes por su cuenta. Fuera de las discográficas…
Claro. Toda una época que terminó con los formatos, con lo tangible, con esto que te mostraba recién. Con el objeto. Con esa cosa tan linda que era ir a comprar un disco y quedarnos mirando la tapa disfrutando de la música. Eso era lo más lindo que me pasaba. Ahora tengo mi tocadisco y tengo mis discos. Los que tienen sensibilidad terminan produciendo vinilos. Porque tiene algo mágico. Lo más parecido a los humanos es lo analógico. Todo lo demás es solo información. Lo que es digital tiene que ver con la información y lo que es analógico tiene que ver con la emoción.

Ahora que decís esto… Me acuerdo cuando salían los casetes y adentro tenían un librito. Era todo un evento ir a comprar el casete, juntar la plata, juntarse con tus amigos a escucharlo. Abrir el casete era toda una sorpresa. Ahora mi hijo va cambiando el tema en el auto desde Spotify y yo le cuento cómo hacíamos nosotres con la lapicera y para adelantar los temas…
Es cultural. Es parte del achatamiento general. Si querés emparentalo con la información. Con el diseño del que hablábamos antes. Es lo mismo. El otro día hablaba con alguien y le decía mi teoría que en el año 3000 cuando se hable históricamente qué pasó entre el 2000 en adelante y van a decir: “no sabemos” porque no quedó registro de nada. Porque todo está en una nube que se la llevó una explosión solar que no dejó rastros de vida.
Mañana explota todo y vas a decir: “¿Y la foto que tenía de tal momento?” No está más. Tu información y tu historia se fue con la explosión.
Lo miramos desde una mirada romántica también por la época en que crecimos… Nosotres íbamos a revelar las fotos.
Tal cual. Yo tengo rollos sin revelar que no sé de qué son. Me da cosa ir a un lugar de revelado porque ni sé lo que hay adentro. Lo que sí tengo son fotos cuando era chico. Las puedo agarrar. No me pasa eso de “¡No pará que te bajo de la nube y te paso toda mi vida del año pasado entera!”

@arnedonacho

Y encima Google arma el circo y te manda notificaciones: “¿Querés ver tu vida del año pasado? Te armamos tu álbum…
¿Te das cuenta que estamos viviendo el diseño de alguien? Que toda esta era es el diseño de alguien. Es re loco. Yo veo los jeroglíficos que dejaron los egipcios en la piedra y pienso ¿Y nosotros, qué dejamos? Nada. Código de barras.

Un QR que no va a leer nadie… Vos siempre fuiste muy cuidadoso de tu privacidad y de repente tanto vos, como Catriel y Divididos entraron de repente al mundo de las redes sociales. ¿Qué te pasa con eso?
A mí se me ocurre eso como una manera de comunicación en el momento en que todos nos teníamos que quedar en casa. Viste que las cosas que yo subo poco tienen que ver conmigo. Lo tomo como una manera de comunicación de cosas que a mí me interesan y que seguramente a otros les pueda interesar. Qué está pasando con una quema, con la autovía de Córdoba, con las mineras, con gente que la está pasando mal y que necesita, por lo menos, que sepan que alguien los vio. Para mí eso le da el sentido a tener eso, a tener ese espacio. El otro día iba caminando por Rosario y vi una frase que me gustó y la subí. Algo bueno. Necesitamos un espacio más amable, más amoroso como dice mi amigo. Las redes son como permitirle a alguien entrar a tu casa.

Vayamos a algo lindo. ¿Qué les pasa cuando hacen shows exclusivos para niñes? Esas caras son únicas…
Es hermoso. Te das cuenta lo que pasa en sus casas también y cuando levantás la vista y ves a sus padres y madres ahí es hermoso. Me doy cuenta que les inculcan un poco de eso que les hace bien a sus hijos e hijas. La devolución es hermosa. Al principio decíamos que teníamos que tocar los temas más tranquilos. Pero nos piden “Ala Delta”, “El 38”. Es un shock de energía linda. Es como una gran familia. Muy fuerte. Los voy espiando mientras van entrando. Están en su mundo. No hay pautas. No hay animador. Los dejo que escuchen como lo que son: son personas. Me pasa con mi hijo.
Al principio fue fuerte, muy emocionante. Todos los asistentes estaban llorando mirando a los chicos. A los del teatro les decimos siempre: “nos tienen que pagar por limpiar la energía del espacio”. Es la limpieza de las almas.

Lo último, Ricardo… ¿Sos optimista? ¿Creés que le estamos dejando un mundo mejor a nuestrxs hijxs?Yo soy optimista, pero creo en la realidad. Me quedo con la construcción de las cosas y no con esto que hablamos del diseño. Eso ya lo tengo visualizado. Le estoy bajando esa información a mi hijo desde lo creativo. Si lo planteás desde el lado horroroso le estamos dejando agua contaminada, aire contaminado, extractivismo. Le estamos dejando lo peor.

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