Susana Ruberto es parte de la Asociación Mami, una organización sin fines de lucro que contiene a mujeres en casos de violencia de género y violencia vicaria. ¿Qué es la violencia vicaria? Según Amnistía internacional, la Violencia vicaria es una forma de violencia de género por la cual los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género son instrumentalizados como objeto para maltratar y ocasionar dolor a sus madres. En diálogo con Sudestada, hablamos con ella sobre esta realidad que atraviesa tanto a infancias como a madres en situación de violencia.
¿Qué es la violencia vicaria, Susana?
La violencia vicaria es una violencia que se ejerce a través de una interpósita persona. Interpósito, usado como adjetivo. Está dentro de la violencia de género porque nosotras hemos sido primero víctimas de violencia de género y luego de violencia vicaria. Por lo general, lo que usan son a los hijos para seguir perpetuando la violencia hacia nosotras. Y la frase más común es “te voy a dar donde más te duele, te vas a matar sola o te voy a encerrar en un hospital psiquiátrico”. Muchas mujeres han terminado en hospitales psiquiátricos, muchas, muchas mujeres han terminado porque o las llevan, les dan remedios y las llevan a una clínica o a hospitales.
El año pasado en julio junto a un grupo de expertos en el tema, hicimos el proyecto de Ley de violencia vicaria y fue presentado en el Congreso. Ese proyecto lo tomó la diputada Macha y todavía no se sabe nada, pero bueno, ahora empezamos a trabajar con la diputada para que realmente la violencia vicaria esté dentro de la violencia de género, de la ley de violencia de género como una violencia más. Todo el día estamos pensando dónde estarán nuestros hijos, si estarán bien, si estarán vivos, si estarán muertos. Por eso yo abrazo, salvando las diferencias y las distancias, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, porque es desesperante no saber dónde está un hijo y no saber cómo está.
Estos hombres, que se llevan a nuestros hijos, por lo general, tienen o mucho dinero, o poder, o contactos. O son amigos del intendente, o son amigos de un concejal, o son amigos de alguien que por lo que tienen acceso rápido a la justicia, y tienen estudios de abogados importantísimos. ¿Por qué? ¿Qué hacen? Los pagan con la cuota alimentaria que nosotros pagamos. Si no tienen dinero, lo pagan con eso. Y aparte que nos cobran intereses desde que el niño se escapó hasta que salió la cuota alimentaria. ¿Intereses de qué?
Para ponerle el broche de oro a todo esto, ¿Ahora qué hacen? Cuando nosotras ya cansadas de no poder hacer, de no poder ver a nuestro hijo y de que no nos escuchen en la justicia, vamos a denunciar la violencia de género que vivimos. Entonces, ¿Qué hacen? Para que se caiga esa denuncia, agarran a los chicos, se ponen ellos como tutores o representantes o la figura que les dé la justicia, van a una fiscalía y hacen que el chico nos denuncie penalmente, el niño, niña y adolescente nos denuncie penalmente por maltrato, cuando hace cuatro o cinco años que no los vemos. Y además, si ese niño, niña y o adolescente vivió con nosotros y vivió con ellos hasta que nos separamos, quiere decir que si nosotros somos violentas, como ellos dicen, ellos son nuestros cómplices, ellos estaban en la misma casa.
Y la otra cosa que no se sabe de la violencia vicaria es que las mujeres terminamos en la calle porque ellos se quedan con el hijo y entonces reciben la cuota alimentaria y se quedan con la vivienda. Y nosotras terminamos en una habitación que nos dan nuestros padres, las que tenemos la suerte de tener a nuestros padres, y las que no en la calle. Viviendo en casa de una amiga, viendo si pueden alquilar un cuarto. La mayoría de las mujeres no tienen trabajo porque estos señores no las dejaban trabajar.
La violencia vicaria atenta contra las maternidades y las destroza, porque destroza el vínculo materno-filial, destroza psicológicamente a los niños, niñas y adolescentes. Y vamos a tener en un futuro hombres y mujeres que van a estar atravesados por esta tortura que les hacen vivir estos violentos de género.
¿Querés contarnos, Susana, la historia que te llevó a estar hoy en el lugar donde estás?
Después de atravesar muchos años de violencia de género, cuando logro divorciarme y salir de esta relación, me sucede que una noche mi hijo se escapa de mi casa a las 11 de la noche y al día siguiente me encuentro con un montón de denuncias penales que decían que yo era violenta y maltratadora. Yo no entendía lo que estaba pasando. Inmediatamente empiezo a golpear puertas y nadie me sabía decir nada. Hablé con Virginia Mathews (abogada) y me dice “tu hijo no te quiere más”. ¿Cómo no me va a querer más mi hijo? Yo tenía una buena relación con él. En febrero me había ido de vacaciones, en abril le había festejado su cumpleaños, y el 6 de mayo se escapa. Todo era raro. No encontraba ninguna respuesta y me tiré en la cama y dije, “de esto no me recupero más, yo me quiero morir”.
Cuando logro ponerme a pensar, investigo y encuentro un estudio, una investigación del Reino Unido, que hablaba sobre una violencia que se le ejercía a las mujeres a través de otra persona. Eso ya me hizo ruido, me iba sonando a lo mío, porque en el momento que yo me separo, él me dice, “te voy a dar donde más te duele, te vas a matar sola y no me voy a ensuciar las manos”. Eso me quedó grabado a fuego. Pero nunca pensé que podía llegar a tanto, porque es un profesional de la salud mental. Bueno, entonces sigo investigando y doy con la licenciada Sonia Bácaro en España y empiezo a hablar con ella y me dice, “lo que te pasa a vos se llama violencia vicaria”.
¿Así nace M.A.M.I?
Sí. un alumno me ayudó a armar un logo y armamos esta organización de lucha contra la violencia de género y la violencia vicaria. La llamamos MAMI por dos cosas: así nos llaman nuestros hijos o ma y mami significa para nosotras manipulación con alejamiento y maltrato infantil. Así armamos la asociación y un Instagram, yo no tenía ni Instagram hasta ese momento y creo, no me acuerdo, y me explota, literalmente me explota la asociación en las manos. Éramos un grupo de madres que teníamos un WhatsApp y que hablábamos de esto que nos habían quitado los hijos y bueno explota la asociación y empiezan a caer casos, casos y casos.
Desde Asociación Mami somos mujeres autoconvocadas, que nos autogestionamos y que no recibimos ningún subsidio y tampoco recibimos dinero de las mujeres, ni un solo peso. La entrevista inicial dura entre dos horas y media a tres, no es para revictimizar a la mujer, pero tenemos que ver los ítems o los puntos en donde se está cometiendo un delito, porque vulnerar los derechos de una madre es un delito. Entonces tenemos que ver bien y analizar todos los expedientes y después empezar a ver dónde cometieron vulneración de los derechos, o cometieron actos que son injustos, o cometieron, esto te lo digo pero no lo pongas, los sobres que reciben en los juzgados de familia, que es atroz. Yo no sé si las juezas, pero si las secretarias.
El primer caso que vino, que le habían sacado el hijo, fue en San Andrés de Giles y logramos recuperar al hijo de 5 años. Empezamos a hablar con la defensoría, con el juzgado. Bueno, esa madre recuperó al hijo. Era víctima de violencia extrema y recuperó a su hijito. A partir del 2020 empieza una cantidad terrible de casos. Yo voy haciendo cursos para especializarme y lo que hace MAMI es no solo recibir a las mujeres y hacer una ficha y ocuparse de lo que es más urgente, menos urgente y de lo que puede esperar, porque hay casos que no pueden esperar, que hay que actuar de inmediato. Lo que hacemos es contactarnos con el abogado (si la mujer tiene uno) y conversamos sobre el caso y nos sumamos a las estrategias del abogado. Si no tiene abogado, tenemos un listado de abogados públicos y un listado de abogados privados con honorarios institucionales que cada vez nos van quedando menos, porque no solo luchamos contra los violentos y contra el poder judicial, sino también contra los abogados que nos estafan. ¿Y por qué digo lo del poder judicial? Porque a la violencia vicaria la sostiene la violencia institucional. Y desde Mami lo que hacemos es hablar con el abogado, como dije, acompañar a la mujer a las audiencias, hablar con la psicóloga si tiene y si no también tenemos un listado de lugares gratuitos y un listado de lugares privados con honorarios institucionales. O hablar con la obra social de la mujer. Primero lo que hacemos es ese recorrido, hablar con el abogado, hablar con la psicóloga, si la mujer está muy angustiada y no puede dormir, tratamos de que busque un psiquiatra para que le evalúe y además eso nos es muy útil al momento de presentar las pruebas. ¿Por qué? Porque estos violentos nos dicen, “estás loca, estás loca”. Y esto mismo que ahora está apareciendo y que hay que resaltarlo porque es más violencia, es decir, es sufrir la violencia de estos progenitores que fue extrema en mi caso. Fueron 17 años de violencia, más los años de noviazgo que no era tan pronunciada. Después la violencia de la justicia que es terrible, sobre todo el Ministerio Público Tutelar donde se revictimizan las madres y salen llorando al punto de querer tirarse bajo un auto.
Los lugares de revinculación son centros de hostigamiento a las madres y digo centros, y yo también hablo de que acá hay una dictadura judicial contra los niños, niñas y adolescentes y contra las mujeres porque hay un poder judicial corrupto e inoperante que hostiga, acosa continuamente a las madres. Yo hablo de madres porque ya sea una madre que su hijo sufrió abuso sexual, una madre víctima de violencia vicaria. Después empezamos a ir a hablar al Defensor Oficial de Menores o a las Defensorías Zonales, mandamos mail, nos presentamos, acompañamos a las mujeres en las audiencias, hacemos un seguimiento de la mujer, estamos en contacto continuamente con los profesionales hablando, tratamos de que se lleve a una revinculación asistida y lo otro que tenemos en contra es que estos señores llevan a sus hijos a profesionales de la salud mental, psicólogos o psicólogas, que lo que hacen es ponerse a favor del violento porque escuchan la campana del violento y nunca citan a la madre. Entonces también hablamos con los psicólogos de los niños, niñas y adolescentes y tratamos de que esta mamá pueda reconstruir el vínculo o recuperar a su hijo.
Llevamos muchos hijos recuperados hasta el momento. Y bueno, también tenemos un caso en el que nos hemos presentado después de escribir varios mail y que este funcionario no nos recibía. Tuvimos que cortar la calle para que nos reciban. Y son medidas extremas que no corresponderían, pero bueno, es nuestro derecho. Están vulnerando la Convención de los Derechos Internacionales de los niños, niñas y adolescentes y el bien superior de ellos. Entonces no nos podemos detener ante esta aberración. Nuestros hijos son secuestrados. Secuestrados y quedan en manos de un violento que no sabemos si los violentan, si le pegan, qué les hacen. Y no tenemos ningún tipo de contacto porque nos ponen perimetrales con denuncias falsas. Y acá sí, con todo el derecho del mundo digo que son denuncias falsas porque nunca nos llaman o nos citan para preguntarnos qué fue lo que pasó ni nos citan para una audiencia ni para nada. Nos borran de la vida de nuestros hijos. Desaparecemos de la vida de nuestros hijos. Los colegios tienen miedo y entonces dicen que no intervienen. A mí me pasó con el Colegio Nacional Buenos Aires que no quiso intervenir porque estaba judicializado cuando ellos sí sabían que yo había ido muchas veces a pedir ayuda antes de que se llevara a mi hijo. Y sin embargo no intervienen y esto es un patrón que se repite en todas las mujeres.