Virginia Andrada: La primera mundialista riojana

Hace unos días, tuvimos la alegría y orgullo de encontrarnos y conocer a Virginia Andrada, quien junto a María “Pelusa” Cáceres, son las primeras futbolistas de esta provincia en jugar en una selección nacional de fútbol “y antes de Ramón Díaz” nos decía, con razón y orgullo. Su historia, y la de Pelusa, es una de las tantas de aquel fútbol riojano, entre 1960 y 1990, que vamos rescatando y resignificando desde la memoria histórica en este presente.

Por Víctor Contreras y Michel Páez*

En esta historia de jugadoras de fútbol, de mujeres, quizás lo más significativo e importante sea la de la valentía, y hasta de transgresión social y cultural (para nosotros revolucionarias) que estaban produciendo. Estaban dando, nacimiento y legitimación a una disciplina deportiva, que desde siempre fue una “propiedad privada” de los varones, por eso allí reside, quizás, el valor, además del logro y orgullo de ser nuestras primeras mundialistas desde el fútbol (como Pedro Bustos campeón mundial y de básquet en esa selección de 1950 o Ramón Díaz en el juvenil 79), esta vida e historia tanto de Virginia Andrada como la de Pelusa Cáceres y la de tantas mujeres de nuestros barrios y clubes populares en aquellos años. Ambas merecen, por parte del Estado y la comunidad, un reconocimiento y reivindicación social, cultural y político deportivo que, lamentablemente, todavía no se ha concretado en su justa medida.
Virginia nació en Chilecito, donde vivió en Tilimuqui apenas un año junto a su madre y hermanas para después trasladarse a la capital riojana, allí cerca del centro. Fue a la escuela primaria Mariano Moreno donde, además de aprender las primeras letras y lecturas, aprendió a jugar al fútbol en la canchita del costado de la institución.
Para Virginia fue muy importante la figura de su hermana Juana Andrada, también gran deportista en aquellos años: “Cuando empezó el segundo grado ella empezó a practicar al básquet” cuenta Virginia sobre su hermana “mi orgullo más grande como yo he sido para ella”, quien empezó a practicarlo a los 11 años en los intercolegiales para luego integrar el seleccionado riojano ya a los 13 años.
Virginia, en sus inicios en la escuela también había querido jugar con esa otra pelota de mayor tamaño que el fútbol: “mamita quiero jugar con la pelota grande” repetía hasta el cansancio en su humilde hogar. El no poder tener para jugar al té con esas tacitas o aquella muñequita que veía en las vecinitas, la hizo salir a buscar a los amigos, chicos de la calle 25 de mayo, los hermanos Joel y Coco Zapata, Nito Moreno y todo niño que se sumaba para armar un picado en la canchita de la escuela. Como “era chiquita me ponían al arco, me hacían un gol y me agarraban a patadas así que ahí también aprendí a pelear con los varones. Después decía que no iba a jugar más al arco y fue que empecé a jugar en el extremo derecho con los chicos”. Virginia, en su infancia en aquella canchita de la Mariano Moreno, estaba desarrollando e incorporando todas las habilidades y destrezas que varios años después la llevarían a formar parte de la selección argentina en aquel segundo mundial del 71 jugado en México, apenas 14 meses después del ganado por ese Brasil de fútbol total, el del último mundial de Pelé. Virginia Andrada y María Cáceres, dos riojanas pisarían aquel mismo césped del estadio Azteca en el debut ante México con cerca de 100.000 personas, que también años después recibiría al mismo Diego Armando Maradona y la selección campeona en julio del 86.

Claro que años antes, además de esos partidos con los changuitos amigos de la infancia de la 25 de Mayo, Virginia formó parte de, quizás, el primer gran equipo de fútbol de mujeres de La Rioja, el de la concesionaria IKA (Industrias Kaiser Argentina). Virginia ya estaba viviendo en Buenos Aires desde el año 59 cuando, con 14 años, era parte del éxodo y desarraigo, una de las tantas riojanas y riojanos en busca del trabajo que no encontraban en su tierra. Allí trabajó de empleada doméstica, primero cama adentro en casa de familias y años después, trabajo por horas así podía, después de las seis de la tarde, entrenar en alguno de los pocos equipos que había en Buenos Aires. Pero en 1965 Virginia decide regresar a visitar a su madre en La Rioja. “Me encuentro con un campeonato. Se enteran que había llegado y va el padre de la Pelusa a buscarme. Nosotros éramos de la IKA Sport Club, que era la concesionaria de autos que quedaba al frente de la iglesia San Francisco” (Industrias Kaiser Argentina). Continua Virginia contando sobre aquel año y equipo “Me buscan para el campeonato y me re engancho pa´ la mierda… y me quedo como un año y medio. Los partidos se hacían en Andino, Estudiantes y en San Vicente en las canchas chicas, de fútbol 5. Estaba la madre de Leo Ferreyra de arquera, era grandota, la Pelusa y chicas de San Vicente. Lo habíamos armado tan bien, que no se da una idea cómo jugaba la Pelusa. Un año y medio y no había caso de que nos ganen, nos gritaban. Se llenaban los clubes, por dios, Andino, Estudiantes para vernos perder. Había clubes como las Alondras, las de Belgrano, muchos equipos. Las tremendas gambetas, esas. Eran un montón de mujeres que jugaban al fútbol. En Andino estaban las hermanas de Fito Mercado, las Juanitas, también jugaban las hermanas de los Pugas, las “Catus”. Yo ya me había olvidado del trabajo, ya de todo por jugar”.
Después de ese año y medio en la Rioja, jugando y ganando todo con aquel equipo de la IKA, Virginia vuelve a trabajar como empleada doméstica a Buenos Aires. Ahora sí, años después volvería al fútbol, pero para ello trabajaría solo por horas, ya no cama adentro, así podía disponer de algunas horas para entrenar. Rememora: “Me encuentro con un matrimonio italiano dueños de la General Electric, entraba a las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, eran las cuatro de la tarde y le pedía a mi dios que me diera fuerzas para limpiar, pero salía con el rollo de plata que tanto necesitaba. Lunes, miércoles y viernes trabajaba, y los martes y jueves entrenaba y los sábados y domingos salíamos a jugar. Imagínese mi estado físico, que creo que es lo que me mantiene aún… acomodé el trabajo para poder jugar al fútbol”.

México 1971 y el glorioso partido contra Inglaterra
La segunda copa del mundo se disputó entre el 15 de agosto y el 5 de septiembre de 1971. El fútbol femenino estaba en crecimiento, como nos relata Virginia que en la Rioja de los 60 ya se disputaban grandes encuentros de fútbol 5, a cancha llena, donde las mismas jugadoras armaban los equipos y torneos. De esa misma forma, salió el combinado de 16 jugadoras que llegó a México. “Bety García iba a ver nuestros entrenamientos en el equipo Real Italiano que jugábamos allá en Buenos Aires y de ahí la sacó a Virginia Cattaneo, a Pelusa Cáceres y a mí, nos llevó al universitario el equipo que jugaba ella y las demás chicas que luego fueron la base de la selección”.
El viaje hacía México fue dificultoso, contaron con muy pocos recursos, desde sufrir el traslado, a no tener camisetas, botines, entrenador. Virginia decía que “primero viajaron una tanda, después otra, al último recién viaje yo, porque no teníamos documentación, no estábamos preparada, porque fue al último momento la invitación, imagínese que no teníamos ropa, camisetas, médicos, nada. El comité organizador nos compró todo lo que nos faltaba, desde el hotel, comida, camisetas y para el colmo nos exigían jugar con botines de cuero con tapones, y nosotras íbamos con los Sacachispas, no estábamos acostumbradas, por lo que nos llevaron a entrenar en el Santa Úrsula el mejor campo de juego de México”.
En la previa del debut con México, a cada jugadora se le entregó una rosa. Virginia, con toda su emoción y los nervios de disputar el partido a cancha llena donde toda la gente gritaba por México, comentó una anécdota muy fuerte: “En las tribunas, vi a una señora muy parecida a mi mamá y no pude evitar salirme del protocolo porque salí corriendo a entregarle la flor a esa señora, sentí que ella estaba conmigo acompañándome en ese momento”.
El partido contra las mexicanas fue vibrante por la gente que gritaba en las tribunas y por lo que pasaba en la cancha, Virginia dice que: “Con nosotras los organizadores se llenaron los bolsillos, había gente por todos lados, el partido fue durísimo, nos hicieron trampa las mexicanas, el arbitraje tiraba para ellas. 2 goles nos anularon, pero nosotras nos quedamos en el molde, después las mexicanas jugaron contras contra las italianas y les hicieron lo mismo, pero ellas no se quedaron en el molde, eran muy bravas, lo encaraban al árbitro hubo patadas, sopapos, valía todo ahí”. Ese día el partido terminó 3 a 1 a favor de las locales, y una lesión de una de las jugadoras de la selección obligó a Virginia a jugar de número 4 en la defensa.

En el mismo estadio que Diego Armando Maradona marcara los dos goles que el mundo y todo/as lo/as argentino/as recordaremos por siempre, la selección disputa su segundo partido el 21 de agosto, ni más ni menos que contra Inglaterra. La memoria de Virginia es admirable sobre el desarrollo del partido, dice que las inglesas: “eran grandotas, rápidas y jugaban muy bien. Pero nosotras también teníamos lo nuestro. Bety García era la 9, y la 10 Elba Selva. Jugaron un partidazo ella metió los 4 goles. Zunilda Troncoso les pegaba a las inglesas, yo le gritaba Zunilda, Zunilda no le pegues que ya te van a sacar, le pegaba por las espaldas para marcarlas, era muy peleadora. Pelusa jugó de 11 en el primer tiempo era muy rápida, tremenda fue muy emocionante”.
Virginia comenta que empezaron perdiendo 1 a 0, y hubo una jugada crucial en el primer tiempo que podría haber cambiado la historia del partido a favor de las inglesas: “yo jugué ese partido en la defensa de 4, bajé un montón de inglesas, las tiraba a la mierda… pero recuerdo que, en un contragolpe de las inglesas, me cruzo de la parte derecha a la izquierda, para frenar la velocidad de la jugadora y me sale una tremenda tijera, porque si ellas hacían ese gol, nosotras nos caíamos. Tengo que agradecerle a mi Dios, que estuvo presente en ese partido para frenar la velocidad de las inglesas y a mis compañeras Betty García y Elba Selva que jugaron un partidazo maravilloso para ganarles 4 a 1”. Cincuenta años pasaron de un triunfo histórico que estaba en la cueva de los sueños olvidados, después de que el 21 de agosto fuera declarado como el Día de las Futbolistas a través de una ley que se sancionó a nivel nacional, las mujeres y diversidades festejan en todos los puntos del mapa a sus propias Barriletas Cósmicas.
Después de la tremenda hazaña contra Inglaterra, el mundial continuó para ellas perdiendo contra Italia y luego contra las danesas que llegaron a la final saliendo campeonas derrotando a México. La hazaña estaba hecha, las pioneras ya habían hecho su parte. Virginia nos relata sobre esa final de México contra Dinamarca: “Allá en México estuvimos un mes y vente días, mucha gente llegaba a saludarnos en todos lados, firmábamos autógrafos. Y ese día de la final de las danesas contra las mexicanas, nosotras llegamos medio tarde, estuvimos un poco arriba, otro poco abajo para ver la final, no teníamos lugar había más de 120 mil personas gritando por México, las danesas terminaron ganando la final, eran tremendas, re grandotas pasaban el metro noventa y tenían un espectacular juego”.

El regreso de Virginia y Pelusa. La Rioja como primer destino de la selección después de México
Aquel noviembre de 1971 sería el del regreso a la provincia de Virginia Andrada y Maria “Pelusa” Cáceres como integrantes de la selección argentina de futbol de mujeres. En esos días, en la ciudad capital el barrio San José (que en 1973 recuperó el nombre de 4 de junio) con Racing club, quizás, el de mayor participación y presencia de mujeres en las canchas, le ganaba a San Vicente por 1 a 0 y lograba el ansiado primer ascenso a la divisional A de la Liga riojana de futbol. Los y las “gringuitas de San José” arribaban por primera vez a jugar con los grandes históricos de la ciudad y empezaban un nuevo capítulo de su rica historia. De allí también saldrían, no solo grandes jugadores sino también, además de hinchas, jugadoras del futbol de mujeres de La Rioja.
La delegación arribo en ómnibus particular en la tarde de un viernes 12 de noviembre siendo recibidas en el arco de entrada a la ciudad por una caravana que las acompaño en la “vuelta de bienvenida” por las calles céntricas para alojarse en las instalaciones del Centro 5.
La selección disputo dos partidos, el primero la noche del sábado 13 de noviembre contra un combinado masculino de LV14 Radio Joaquín Víctor González “ante una apreciable cantidad de espectadores el seleccionado femenino de futbol fue superado ajustadamente por 5 a 4 (…) el espectáculo provocó el reiterado aplauso y también la hilaridad de la concurrencia cuando algunos jugadores locales, sufrieron revolcones ante las fuertes intervenciones de las damas, como la N° 6 Zulma Gómez que se jugó de igual a igual ante los varones”.
El título de El Independiente fue crítico ante el desempeño futbolístico de la selección, titulando en su página 15 del día domingo 14 con un “Mujeres: Muy poquito” resaltando que las riojanas María Cáceres, puntera derecha y Virginia Andrada, N°2, cumplieron anotando cada una un gol, “siendo muy festejado el de esta última que sobre los 60 venció a Nieto, luego de sortear a dos defensores”. También se lucieron la capitana Bety García y la arquera Martha Soler. Por su parte entre los hombres de la radio, oportuno Ricardo Quiroga en el arco, jugando también, entre otros, Jorge Agüero, Homero Coronel Montes quien abandono el juego porque tenía una transmisión, Carlos Vega, etc.
Al final la crónica periodística expresaba que las damas habrían protestado porque “a nosotras nos dijeron que ustedes eran unos gordos panzones”. Al final y, sobre todo al día siguiente, al leer el diario con el comentario del partido, se generó enojo especialmente en el entrenador de la selección argentina Víctor de la Paz. Esa crónica del primer partido estaba acompañada de una fotografía del gol de Virginia Cáceres anotando el ultimo gol y un epígrafe que terminaba diciendo “Quedo la certidumbre de que las mujeres harían mejor en dedicarse a un deporte más a propósito para sus atributos físicos”.
El día domingo 14 de noviembre, en la cancha Oficial, la selección jugaba su segundo partido ante el equipo de mujeres de Andino, a quien vencería por un contundente 10 a 0. Allí el entrenador Víctor de la Paz encaro al cronista del diario para reclamarle “por el comentario que le hicieron a las chicas (…) nos metieron en el equipo rival seis jugadores de primera” y ante las explicaciones del cronista que no se trataba de ofender a nadie y que lo único que se había dicho era lo de “las mujeres harían mejor en dedicarse a otro deporte…”, el entrenador contestó, con palabras casi proféticas para la época: “ya verán los millones que gastaran para hacer equipos femeninos de fútbol. Las chicas superarán a los hombres”.
Los equipos que jugaron este segundo partido fueron:

Selección argentina: Betty García; Virginia Cattaneo, Teresa Godoy, Zulma Gómez, Carmen Brucoli, Martha Soler, Maria Cáceres, Eva Lombesi, Virginia Andrada, Elba Selva y Branca Brucoli.
Andino Sport Club: Angela Luna; Carmen Paez, Angela Romero, Cristina Vega, Alicia Varón, Beatriz Mercado, Nita Meléndez, Mirta Gómez, Alicia Mercado, Mirta Rodríguez y Dora Quinteros.

* Esta entrevista forma parte del libro en preparación de Víctor Contreras y Michel Páez “Historias del fútbol riojano 1960-1990”.

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