La escena del delivery llevando a su hijo en la caja sobre la moto podría ser síntesis precisa de la situación social de nuestros sectores populares. Un laburante precarizado por una aplicación de repartos perversa, que trabaja para llevar un plato de comida a casa, mientras hace malabares con lxs hijxs los horarios, el médico, la escuela. “Yo trabajo, mi señora trabaja, si tengo que pagar una niñera tengo que trabajar para la niñera y el nene no come nada”, contó Horacio luego de que el dedo acusador de quien filmó la situación desde la comodidad de su vehículo fogoneara la indignación de las redes sociales: “Increíble. Hay que sacarle la moto, al pibe. Todo hay que sacarle”.
La variante siempre es la misma frente a una realidad que duele. La falta de empatía desde el privilegio del confort, la indiferencia ante una economía que asfixia y devora todo aquello parecido a un sueldo.
Para los despitados de siempre, aclaramos que no justificamos nada. Nuestrxs niñxs no deberían estar expuestos a este tipo de situaciones como a ningún tipo de violencia, pero sabemos por dónde viene la mano: la falta de empatía es total. Con más de 5 millones de pibes y pibas pobres por los cuales nadie levanta la voz, la preocupación del automovilista es, de mínimo, impostada. Pedir que le quiten el hijo a un padre que se desloma todos los días es, sin duda, perverso y ruin.
¿Por qué no nos preguntamos primero qué pasa con las familias que no pueden pagar una niñera mientras trabajan 8 o más horas por día? ¿Cómo quieren que hagamos los que tenemos un sueldo que no alcanza para satisfacer las necesidades básicas? Replanteémonos cuáles son los trabajos a los que acceden hoy los más vulnerables y dónde quedan las niñeces en un mundo que exige cada vez más productividad.
Se trata de una extraña grieta donde muchos indignados guardan silencio ante la explotación extrema a la que someten este tipo de empresas a tantos jóvenes, y son los primeros en llamar por teléfono para garantizarse una pizza en la noche.
Son urgentes los programas estatales para el cuidado de las niñeces en el lugar de trabajo, y ayuda económica para garantizar la salud y seguridad de lxs chicxs. Además, es necesario que se reformulen las licencias parentales para los varones que, a pesar de que hubo un progreso cuando se extendió de tres a 15 días, sigue sin ser suficiente e inequitativo. También es de suma importante la apertura de jardines maternales, ya que en muchas regiones las vacantes son escasas. El cuidado en los primeros años de vida significa una enorme demanda de tiempo y energía. Con estas historias, se evidencia la necesidad de la ayuda de los gobiernos y eso también implica garantizar los derechos de las niñeces.