Agarrate Catalina: “Quiero pertenecer a esa mitad del mundo que se muere por salvar a la otra”

Imagen: Mauricio Rodríguez

Entrevista a Yamandú Cardozo, director de Agarrate Catalina.
La murga uruguaya se fue metiendo de a poco en nosotrxs, entre música, vestuario, poesía, humor, compromiso, realidades, luces y colores, en el efecto de la risa con dejo reflexivo, del movimiento de piernas y brazos a la par que la palabra justa nos pega un cachetazo, ese que te remueve las ideas. Qué lindo es ver a la Catalina, escuché alguna vez, y hacia ahí fui. Encontré sorpresa, emoción y contenido. Años después, se comparte la palabra con el director de este colectivo. Yamandú Cardozo en una charla con Sudestada a corazón abierto, nos habla entre otras cosas del presente de Agarra Catalina, del contenido, de la realidad latinoamericana, del negacionismo en Uruguay, de la lucha de las pibas, y de los sueños a futuro. 

Por Jorge Ezequiel Rodríguez

¿En qué momento está Agarrate Catalina?
En un momento muy lindo pero de toma de decisiones. Estamos entre carnavales, entonces tenemos que ver qué hacemos, si vamos a participar, si vamos a estar, si no, o si vamos a estar de otra manera. A la vez es un momento raro porque por más que la Catalina siempre quiere estar nos replanteamos si estamos dispuestos a una fiesta que además implica una competencia. Y esto lo charlamos todo el grupo, nos preguntamos en qué anda la banda, en qué anda cada unx, cómo anda la cabeza, si estamos dispuestos a disfrutar la preparación y el espectáculo sin tener que andar corriendo. Muchas veces nos pasa que nos decidimos tarde y manejamos una intensidad tremenda que nos lleva a un desgaste profundo. Por eso antes de tomar esta decisión tenemos que saber bien en qué anda la banda. Nos conocemos mucho, el 80% de las personas que componen la Catalina están desde el día uno. Hemos pasado de todo, la vida, las pérdidas, las familias, las familias extendidas, y por suerte nos manejamos de esta manera a la hora de ver cómo continuamos. Siempre estamos pensando en hacer cosas, en movernos, en tocar, en mezclar, escribir, experimentar, y estamos permanentemente pensando en clave de murga tanto las situaciones cotidianas como una canción o una película que nos conmueve o que nos conecta. Y a la hora de pensar un espectáculo nuevo necesitamos saber si es para carnaval para saber con qué tiempo corremos, y los tiempos son rarísimos porque antes de saber si tenés un espectáculo o no, antes de que germine, incluso antes de hacer el surco para plantar la semilla, ya tenemos fecha de estreno, sobre algo que todavía no existe. Es algo maravilloso pero que también genera mucho miedo, y un vértigo que se convierte en algo divertido. Y una vez que nos decidimos a estar en el carnaval se empieza a accionar todo el mecanismo para que el espectáculo suceda. En ese momento estamos hoy, en ver en qué andamos para que podamos tomar una decisión. Y a la vez este momento tiene algo muy loco, bastante esquizofrénico, que es que estamos armando el espectáculo del año que viene, con el vestuario del año pasado, en este año. Por eso te digo que la Catalina, sea cuando sea, está en movimiento. 

Imagen: Mauricio Rodríguez

¿Cuáles son las bases del contenido, y tomando tus mismas palabras a las que te referís a la Catalina como valiente y combativa, cómo se combate desde el arte y el humor?
La única condición que le ponemos a las bases del contenido es que sean temáticas que nos involucren profundamente, con los pies en el barro de la realidad, de la gente, del barrio, del colectivo humano, con la realidad cotidiana, con la lectura de la realidad tamaño peatón, desde esos radares, y con nuestras herramientas y nuestras voces, lo primero que hacemos es diagnosticarlas a nuestro alcance y altura. Elegimos fotos-sociales que nos parten el alma, de bronca, de furia, que nos remueven hasta el último milímetro del cuerpo, que nos movilizan o nos inmovilizan, o que simplemente nos hacen reír muchísimo o que nos esperanza. Todas las temáticas tienen que ver con cosas que nos hacen pasar otras cosas a cada uno de nosotros como persona. No escribimos cosas que no nos involucren y no nos atraviesen, o de las que tengamos que hablar solo para rellenar o tachar de la lista. De hecho hay un montón de espectáculos que hemos tardado en hacer porque tenemos la urgencia de hablar sobre una temática, pero además de tener la urgencia, queremos encontrarle el tratamiento justo y que sentimos adecuado para comunicar lo que queremos comunicar, y que eso se encuentre con las lógicas artísticas. Estos editoriales barriales que hacemos, como todas las murgas, a pie de calle, tienen un valor comunicacional, sociológico, de un pueblo manifestándose, diagnosticandose, a través del arte popular, y si bien esto es muy interesante, tenemos que tener en claro que no es solo eso, no somos una herramienta social solamente, somos un evento artístico también. Por eso elegimos cuidar las formas artísticas. No cuenta solo el valor de lo dicho, sino el cómo. Y trabajamos para que los contenidos, que son innegociables, tengan belleza. Y en esto nos pienso cuando hablo de valentía, como vos mencionás en la pregunta, porque este colectivo tiene la valentía de experimentar con el contenido que traemos con Tabaré, y a ese contenido la banda lo recibe, lo adopta, lo compone, lo resignifica, y lo ejecuta.  

¿Cómo ves el panorama latinoamericano actual?
El contexto latinoamericano siempre me preocupa, no importa cuando se lea esto, siempre preocupa, porque con mayor o menor esperanza somos una región pobre que debería ser rica, y que viene peleando de atrás la carrera. Me preocupa muchísimo el entramado social de nuestros pueblos que comparten heridas, cicatrices, y vergüenzas históricas, con alguna distancia, pero más o menos nos han pasado los mismos horrores desde la conquista para acá. Me preocupa la lógica del pensamiento binario, de la brecha y de la grieta, me parte del alma. Y la radicalización de los discursos que terminan haciendo daño solo por responder a una lógica comunicacional que desconocemos. Existe un relato contra otro, desde los medios, y en la misma calle. Es mentira que tenemos que estar en un enfrentamiento constante con alguien que tenga una cosmovisión diferente incluso opuesta a la nuestra, es mentira que esa persona sea mi enemiga. Compramos esa lógica y a mí me duele muchísimo. Siento que esas brechas abren abismos que nos vuelven monstruos con discursos de odio, y es algo que vemos y que seguiremos viendo en nuestro continente. Latinoamérica siempre va perdiendo el partido, pelota al medio y otra vez la vamos a buscar a la red, siempre, aunque hagamos cuatro goles, nos hacen nueve. Y ante una situación así, de desventaja permanente, con las lógicas de lo binario que mencionaba no hacemos más que empeorarlo. Me alivia el saber que en tal pueblo hay un gobierno progresista con un discurso humano, solidario, colectivo, y me ilusiona porque estoy mucho más cerca de eso que de lo otro. Quiero pertenecer a esa mitad del mundo que se muere por salvar a la otra. 

Imagen: Mauricio Rodríguez

¿Y del negacionismo en Uruguay?
Es muy fuerte saber que casi la mitad de la población en Uruguay niega a la dictadura. Y eso no tiene que ver con los gobiernos, ni con la bandera, ni con las convicciones de fondo de los gobiernos de turno, porque nos pasó con el Frente, nos pasó con la izquierda en el poder. Dos veces hubo plebiscito. Una a la salida de la dictadura, en el regreso de la democracia, en la que perdió la opción de la verdad y de la justicia, la posibilidad de juzgar, y perdió por temor, por el miedo que generaban los discursos, “van a llevar a tus hijos a Rusia”, el “terror al comunismo”, el “para qué remover si recién cerramos esta herida”. Funcionaba el miedo, es real, y ganó la impunidad callándolo todo. Yo tenía 10 años en ese plebiscito, y tiempo después reflexionando logré identificar que tuve en ese momento la primera sensación fuerte de desolación. En el último que fue en el 2009 con igual resultado, podemos pensar que fue la desidia, o no sé. Como izquierdista tengo mis reproches hacia la izquierda y a la fuerza que fuertemente me representa que el Frente Amplio, que se cometieron grandes errores, porque en vez de plantear con todas las letras, el hecho de plantarse como pueblo para toda la historia, con la dignidad de decir vamos a juzgar esto, vamos a hablar de lo que pasó, de lo que tenemos bajo la alfombra, y en vez de ir con todo creo que se cuidó desde el Frente las elecciones presidenciales y por eso no “convenía tanto” acompañar fuerte a esa lucha. Entonces es dificil pensar si vamos a poder mirarnos y pensar en esto para el futuro en relación a la señal que estamos dando, porque con la impunidad vos mostrás que cualquiera puede venir, violar, asesinar, desaparecer, que no tenés ningún castigo, durante 40 años no te pasa nada. El pueblo no te juzga, vas a poder caminar por la calle tranquilo. Esa es la señal que estamos dando en Uruguay en relación a la última dictadura militar.  

¿Cómo es la interacción con el público argentino, y si notás diferencias con el uruguayo?
Las diferencias son todas en beneficio nuestro, porque nos pasa algo genial que es la complicidad, el entendimiento casi total de lo que decimos. Somos pueblos que son más hermanos que vecinos, compartimos muchísimas cosas, somos demasiado parecidos, nos conocemos las contraseñas, entendemos todo el lenguaje, el lunfardo, sabemos las palabras secretas. Y a ese entendimiento se le suma que el pueblo argentino no está tan acostumbrado a la murga, a sus lógicas, entonces tenemos el beneficio de la sorpresa. Y otra cosa maravillosa es que ustedes demuestran mucho más el amor que nosotros. Siento que nos quieren de una manera que no merecemos. Y ustedes tienen otra manera de interactuar y de relacionarse en un espectáculo como público, son mucho más efervescentes. En Uruguay tenemos el síndrome de pueblo chico y nos da cosa subirnos a una silla y revolear la remera, enseguida pensás que te puede ver algún vecino o amigo. A ustedes no les importa nada, y se animan a gritar, a llorar, a bailar, es hermoso.

Imagen: Mauricio Rodríguez

¿Qué nos podés decir de la lucha de las pibas?
Que nos atraviesa por todos lados. Agarrate Catalina es un colectivo que nace y sigue hace 20 años con gurisas. La Catalina existe porque están ellas.  Nos pasó algo importante en el 8M hace un par de carnavales, que había sido el primero fuerte en Uruguay, y fue la primera vez en la historia que cantamos sin las gurisas, por decisión de ellas y justamente para visibilizar su falta, como acto militante. Tenemos miles de funciones y nunca habíamos estado sin ellas. Y fue muy raro escuchar esa murga, sonaba muy bien, se decía lo mismo, pero no era la Catalina, era otra cosa. Las gurisas siguen parándose fuerte en un carnaval que continúa siendo hostil, porque todavía se piensa lo que se repetía antes que “murga con mujeres no es murga”. Y somos la única murga que ganó el carnaval con mujeres. 

Nos vamos deconstruyendo, aprendiendo, para quitarnos esos conceptos que nos instalaron, nos vamos sacando como podemos con mayor o menor costo, pero la consigna es clara, tenemos que terminar de sacarlas,¿cómo? escuchando a las gurisas, aprendiendo, y con la voluntad de hacerlo. Y lo importante también es reconocerse, yo encuentro un montón de fallas incluso de cosas que escribí hace tiempo dentro de otras lógicas que tenía impuestas y hoy siento muy diferente, y en vez de pensar en borrarlas para sentir que nunca estuvieron, las borraría y evidenciaría que las borro para que se note que eso estuvo y sentir el orgullo de poder cuestionarme y de que esas lógicas no estén más. 

¿Los sueños como colectivo?
El sueño siempre es recurrente de querer seguir siendo una murga que pueda sostener y acompañar al grupo entero, porque no lo tenemos conquistado para siempre, lo tenemos que defender contra un montón de cosas. Soñamos incluso la posibilidad real de sustentar económicamente a un colectivo cooperativo de 30 y pico de personas que nos conocemos en la mayoría hace 20 años. Tenemos el sueño de mantener vivo y salvo a La Catalina y que pueda tener un espacio físico donde funcionar, tener una casa, un lugar donde poder germinar proyectos artísticos, mezclarnos con otras expresiones y aprender, y el gran sueño de que todas las personas que integran La Catalina puedan, quien lo desee, dedicarse exclusivamente a vivir felices de esto que elegimos todos los días. Y cantar con el Indio (risas).

Compartime!

Anterior

Aborto legal: asegurar nuestro derecho

Próxima

Pibxs que sueñan con un mundo sin odio