Por Maru Leone (*)
Anoche no podía dormir, sentía ansiedad, pies fríos, taquicardia, demasiado contengo y mi burbuja está chiquita. Empecé a contar mis respiraciones:
Uno, dos, tres… sesenta y siete…
Estoy en mi casa de la infancia, veo los azulejos turquesas del baño, veo la forma exacta de la pintura descascarada de esa puerta. Veo la cocina, la estoy recorriendo, toco las cosas, está intacta.
Está vacía.
Hermoso viaje, pero está vacía.
Busco en las habitaciones, llamo a mi mamá, me siento en una silla de caño anaranjada a esperar a mi papá, quizás ya llega de trabajar.
Escucho ruido en la entrada, siento el corazón grande, estoy muy cerca del suelo, tengo aproximadamente tres años.
Me despierto.
No pude verte, otra vez no pude verte.
Mi infancia fue tan sencilla y tan linda, que ahora se ha vuelto un recuerdo peligroso, sobre todo cuando abro los ojos y la casa está vacía.
(*) Es poeta, su último libro es Laberinta.
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