Berni cumple

Toda estética lleva contenida una ideología, manifiesta o no,
porque toda forma contiene un pensamiento y una sensibilidad,
cuya sombra se proyecta al igual que cualquier objeto;
más grande o más pequeña, más intensa o más desvaída,
según la disposición y el voltaje del foco que la ilumina.

Antonio Berni

Por Carola Hs

Ramona Montiel nació en el seno de una familia humilde y católica, y fue criada para que siga los pasos de una buena mujer: casta, pura, estoica y sumisa, como la mismísima Virgen María. Para eso fue bautizada. Para eso tomó la comunión. Lo que no tuvo en cuenta la familia de Ramona, es que una familia nunca cría sola, que la sociedad cría también, para bien o para mal. 

Los medios de comunicación influyen y mucho en una niña, en una adolescente, cuando le muestran otros modelos aspiracionales: las Marilyn Monroe, las publicidades de Pepsicola. Mujeres bellas, deseadas y admiradas que parecen llevarse el mundo por delante, porque tienen lo que quieren. O al menos las cosas que quieren. Especialmente cuando la cotidianeidad austera asfixia y empuja a vivir en ese anhelo idealizado.

Juanito Laguna nació en Santiago del Estero, pero migró con su familia a la Provincia de Buenos Aires siendo chico. Vivió toda su infancia jugando entre basura, que era su paisaje, en un barrio que cuando llovía se inundaba hasta las rodillas. Ahí, el palo de una escoba rota era una caña de pescar; una bolsa al viento, un barrilete con forma de mariposa, y las montañas de envases vacíos de Pepsi, Phillip Morris y Esso, la superficie misma de la luna que había visto en televisión.

 Así soñaba con una vida distinta del otro lado del paredón, esa vida que había imaginado al dejar su rancho. Con una pelota de trapo aprendió a gambetear, y pronto se unió al equipo que lo acompañaría en los picaditos de los domingos, y como no pudo ir a la escuela, le enseñó a leer una amiguita del barrio. 

Juanito creció y tuvo que salir a trabajar: lo esperaba la fábrica . Las condiciones eran nefastas y la paga insuficiente, cuando había trabajo. Así que un día decidió salir a la calle, pero ya no para atravesarlas corriendo contrarreloj. Él tomó las calles y exigió lo que era justo: pan y trabajo. 

Ramona también tuvo que trabajar, pero no salir. A ella la esperaba la Singer en “la comodidad” de su hogar. En la soledad, la agonía y el aislamiento de su hogar. Pero ella quería ser Marilyn. Y en un punto lo logró. Lo que pasa es que hay quienes en una necesidad ajena no ven un derecho, sino una oportunidad, y hay también quienes piensan que es mejor no meterse con temas “personales” de otra gente.

Ramona salió a un espacio público que le era ajeno con la inocencia de un turista disfrazado de local, y no pudo tomar las calles como Juanito, sino que fue tomada por la esquina y acechada por monstruos. Monstruos que eran los deshechos del imperio, producto del consumo, monstruos que gobernaban e imponían dictaduras, monstruos que perdonaban sus pecados. Monstruos que la devoraban cada noche. Y pronto también la gran Marilyn se ahogaría entre barbitúricos. 

Es posible que Juanito y Ramona se hayan cruzado alguna vez, allí donde “…el noble y el villano, el prohombre y el gusano…” se encuentran a “…magrear muchachas”. Porque sin duda Juanito era un obrero explotado, pero “hay alguien todavía más oprimido que el obrero y es la mujer del obrero”. Sea su mujer privada, la de su casa, o alguna de sus otras mujeres compartidas en el burdel. 

Ramona nunca dejó de preguntarse por su destino y eventualmente se casó de blanco. Cumplió con aquel sueño dorado que su vestido de comunión prefiguraba. Y sin embargo, su mirada siguió buscando un sentido. ¿Existiría la libertad habiendo nacido mujer?, ¿o sería aquel hombre parado en el altar un monstruo más de la serie?

Ramona tuvo su luna de miel, pero pronto volvió a la misma esquina. Sólo que esta vez el marido pasaba cada dos horas para recaudar. Es que es muy peligroso para una mujer sola andar con tanta plata encima…
Un día Ramona desapareció. No se supo mucho del tema, no salió en los medios. Pero al tiempo encontraron su cuerpo desnudo y frío en una orilla del Atlántico.

Hubo quienes pensaron que podría haberse tratado de un Vuelo de la Muerte. Los había muchos en aquella época. También quienes consideraron que fuera un femicidio prostituyente. Lo cierto es que Ramona, hoy, no está. 
Y hay muchas Ramonas que siguen desapareciendo. 
Hay muchas Ramonas Montiel y hay muchos Juanitos Laguna. Esta es sólo una historia posible entre tantas otras, una lectura a través de un foco propio de algunos cuadros de Antonio Berni. De todas formas, queda clara la capacidad del artista de representar un mundo que duele, por medio de personajes que, al igual que sus materiales, son el descarte del mundo.
Hoy Antonio Berni cumpliría 117 años, y su obra está más vigente que nunca. 


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