Berni, la pose armada

El ministro de Seguridad bonaerense está en campaña y seduce al electorado de derecha que sueña con un país uniformado.

Por Hugo Montero*

Todo es impostura. Carne para la cámara televisiva, alimento para el electorado que grita por “mano dura” y hace silencio ante los casos de gatillo fácil. Todo es pose de campaña, artificio que proyecta una imagen para ganar votos de los dueños del odio y del miedo. Un ministro de Seguridad se muestra armado ante las cámaras en mitad de un operativo policial que persigue delincuentes en Zárate: la foto recorre las redes, quienes sueñan con un país uniformado festejan. Nada es casual: Sergio Berni, el mismo que elogió al policía Luis Chocobar por fusilar por la espalda a un joven, el mismo que cuestionó siempre a los manifestantes que cortan calles y pidió que se les aplique “todo el rigor de la ley”, el mismo que dijo que “no somos indios salvajes” cuando la policía bajo su control reprimía a los trabajadores del Frigorífico Penta en Quilmes, está en campaña.

Aparece en moto siguiendo el camión de exteriores de Crónica, habla ante todos los micrófonos en los barrios populares sitiados por militares, se muestra armado en un operativo para las cámaras, y a la noche visita los estudios de televisión y se queja. “No tengo nada de apoyo del gobierno nacional”, dispara, abriendo grietas en la alianza de gobierno.

Berni está en campaña y muchos prefieren no mirar. Su estampa de Bolsonaro local es aplaudida por los caceroleros y seguidores de Eduardo Feinmann y Baby Etchecopar. Su pose de Robocop es festejada por quienes imaginan que la solución a los problemas es aniquilar a las barriadas populares. Su discurso de Seguridad tiene más relación con Patricia Bullrich que con cualquier otro funcionario. ¿O acaso alguien recuerda a Berni participar de la detención de algún empresario evasor de impuestos o fugador de divisas? ¿Vieron a Berni armado en la oficina de algún patrón que haya estafado a sus trabajadores o que haya estafado al Estado? Nosotros no, nunca. Berni está en campaña, y aunque nadie quiere mirar demasiado, su gestión es aprobada por los campeones del “por algo será” y por los racistas del privilegio que estigmatizan a los pibes morochos como enemigos públicos de la Divina Propiedad Privada. Nunca nos olvidemos: la indiferencia es otra forma de la complicidad.

(*) Es periodista. Su último libro es Wos. El pibe de la plaza.

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