Por Editorial Sudestada
Desde la aparición de este nuevo partido político reivindicador del terrorismo de Estado, tanto los genocidas como sus pichones, los aprendices de la “escuela del terror”, y los cómplices civiles y empresariales, esperan agazapados que la historia los devuelva al Poder. Y Cecilia Pando -fiel defensora de represores- aprovecha la oportunidad para marcar el terreno y militar el “restablecimiento del orden”. En solo dos minutos, mirando a cámara y escupiendo veneno, habla de los genocidas como “detenidos ilegales”, de la última dictadura cívico militar y eclesiástica que le arrebató la vida a más de 30 mil personas como “gobiernos constitucionales”, niega sistemáticamente los delitos de lesa humanidad colocando a sus responsables como víctimas, y con el falso argumento de que están presos “sin condena”. Hay que tener mucha impunidad para mentir tanto en tan poco tiempo, para anunciar lo que podría ser un gobierno de fascistas, y para “avisar” que los monstruos de los 70 esperan su oportunidad histórica.
Cuando sostenemos que la democracia peligra no es un latiguillo, sino una realidad que preocupa y mucho. Los partícipes del terrorismo de Estado, hoy en las sombras, entre rejas, o en domiciliarias, miran por la ventana con un champagne en el brazo para festejar, como hicieron en las PASO y como no pudieron el 22 de octubre.
Cecilia Pando huele la sangre y se saborea, piensa en el “orden” y sueña con las botas, y La Libertad Avanza se escuda detrás de lo democrático para ejecutar el mismo plan político, económico y social de aquella Junta criminal. “Operación democracia”, podría ser el título de este accionar que de a poco se desnuda, y esperemos que no sea demasiado tarde para despertar.
