Ecocidio: “¿Qué es más justo: lo legal o lo legítimo?”

Flavia Broffoni es politóloga y activista ambiental. Es además autora del libro Extinción: la supervivencia de la humanidad en juego. ¿Qué estás haciendo para evitar el colapso? publicado por Sudamericana. En una entrevista con Natalia Bericat para Editorial y Revista Sudestada expuso algunos conceptos que nos ayudan a repensar la situación actual que está atravesando el planeta. 

Quería que me cuentes de este libro que fue escrito hace tiempo ¿Cómo surge esta escritura? ¿Cuál fue la intención?

El libro no fue buscado. Yo en octubre de 2019 hice una charla Ted x Río de la Plata en Tecnópolis y a esa charla fue gente de la editorial, en este caso Sudamericana y vino desde elles la propuesta. La escritura del libro me costó mucho desde que tengo poco tiempo de estar sentada en una computadora porque desde 2018 me dedico al activismo en la calle, a la acción directa y formar en presencia parte de asambleas, de espacios de construcción comunitaria que son imprescindibles. Me costó focalizar, si bien hace 20 años me dedico a esto, lo que más me costaba era atender las urgencias constantes que la realidad política nos presenta en este tiempo, y poder al mismo tiempo hacer foco en algo más estratégico, en una condensación de conocimiento que de ninguna manera es mío, sino que estuvieron representadas las historias de muchas más personas, y cómo hacerlo también para que lo quisieran leer personas que no son parte de nuestro nicho. Desde ese lugar, creo que el anhelo mío fue el poder poner a disposición herramientas para hacernos pensar sobre lo que venimos haciendo desde el activismo, dónde hemos fallado. Fue desde un proceso de un profundo duelo, porque siempre labure desde la institucionalidad queriendo cambiar las cosas, y me encontré en una etapa de la vida ya más adulta mirando para atrás y constatando con datos que la estamos cagando fuerte y que hemos sido parte desde los activismos por no parar la pelota extintiva. Entonces desde ahí entiendo al libro como herramienta para incomodar y desde esa incomodidad pararnos a pensar qué carajo vamos a hacer con este proceso ecocida, terricida que está sucediendo desde las instituciones.

Estamos en una coyuntura muy efervescente, a partir de lo que pasó en Chubut y lo que estamos viviendo en Mar del Plata. Están ocurriendo sucesos que están sacando a la gente a las calles ¿Qué tipo de lectura hacés vos sobre esto? Porque a partir de que se firma un boletín oficial a la espalda de la gente, hubo una reacción enorme. 

Primero, quiero decir con mucha humildad que las resistencias ancladas en territorio y refiriéndome sobre todo a Chubut, no son nuevas y se vienen movilizando hace por lo menos 18 años. Yo estuve en 2003 cuando fue el plebiscito en Esquel respecto a la prohibición de la instalación de una minera en ese momento, el famoso inicio del No a la mina. Y la verdad es que yo creo que quienes tenemos que mover el orto somos la clase media urbana. Hemos dejado por demasiado tiempo libradas a su propia suerte a las comunidades que están defendiendo los territorios y ya queda poco por guardianar, que no podemos darnos el lujo de que estén abandonadas, sufriendo la represión institucional, que ha desaparecido a personas de movimientos ambientales, que ha asesinado familias enteras de comunidades indígenas guardianando territorio que hoy se reclaman como de soberanía nacional. 

En ese sentido creo que algo que sucedió en 2018, lo sentí también como un proceso propio. Yo no pensé siempre esto y hago una autocrítica muy profunda hacia atrás, incluso a los espacios de activismo que formé parte en donde la mirada sobre comunidades defendiendo sus territorios era profundamente sesgada por nuestra cosmovisión colonialista, y de eso también nos tenemos que hacer cargo, Tenemos un anhelo de cambiar el sistema, pero también tenemos que ser conscientes de que somos hijas e hijos de este sistema tóxico, podrido, patriarcal, colonial racista, homofóbico, y sin darnos cuenta esos patrones atraviesan nuestra forma de pensar la solución. Entonces pararnos desde ese lugar de tener la solución a la explotación offshore, la solución o la propuesta al modelo agroindustrial, a la megaminería, también la estamos haciendo desde un pensamiento sesgado. Lo que más me inspira es la posibilidad real de que la única demanda que logre articularse sea la de mayor participación directa en esta democracia ¿Cuál es nuestra demanda? no tenemos el manual de la transición verde, eso es profundamente antropocéntrico desde la mirada. La mirada es que cada comunidad en cada territorio tiene derecho a decidir cómo habitar ese lugar en armonía y respeto a las otras formas de vida. Yo creo que Chubut tiene una historia de resistencia muy inspiradora, que además entendió -según mi mirada- que pasan los gobiernos y la decisión de fondo sigue siendo la misma más allá del partido, que es más extractivismo para más dólares, regalías, corruptelas, etc. Ese es un ángulo muy interesante para quienes se autoperciben como activistas autoconvocades, eso sí está creciendo un montón. Antes eran las organizaciones ambientalistas las que aglutinaban, un partido político, incluso asambleas territoriales. Pero hoy hay un gran crecimiento de activistas autoconvocades, fundamentalmente de mujeres y disidencias. Siempre numéricamente hay una abrumadora mayoría de mujeres y personas no binarias. Eso es esperanzador.

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En ese sentido, quería traer a los medios de comunicación y los discursos políticos, como Cabandié diciendo que no nos preocupemos por la industria petrolera en el Mar Argentino porque no va a arruinar la visual del mar ni tampoco va a haber derrames. Y así es una tras otra. 

Sí. Creo que en algún punto es valioso no perder la indignación, porque cuando perdemos la capacidad de indignarnos frente a las injusticias, como decía Galeano, ya estamos automáticamente del otro lado del mundo. Por otro lado, me parece  absolutamente coherente que los medios hegemónicos están dandolé a esta noticia el tratamiento que le están dando. “La olita de calor”, “que pena que no hay aire acondicionado en las oficinas” o lo incómodo que es usar barbijo. Los dueños de estos medios de comunicación son los mismos de las empresas extractivistas, son las mismas corporaciones que están entramadas en un engranaje de poder que ya resulta imposible de individualizar ¿quién tiene más poder, el presidente de la nación o el CEO de Syngenta? ¿El congreso o el consejo agroindustrial argentino? La verdad es que hoy, quienes detentan el poder real, el que se mide no en el plano de las realidades imaginadas, esa construcción intersubjetiva en donde creemos que es real algo que en verdad es una construcción intelectual que nos une socialmente, pero que no es tangible, no está ocurriendo. El calentamiento global está ocurriendo, se mide. El poder real es el que opera sobre esas realidades geofísicas: el aumento de la temperatura global, una montaña explotada para para sacar minerales, el campo envenenado con agrotóxicos, con personas y comunidades enteras enfermas, con la biodiversidad en un nivel de reducción en el tamaño de las población de vertebrados del 96%. Estamos en el preludio a un proceso instintivo que pone en riesgo incluso a la supervivencia de nuestra propia especie. Entonces, si  los dueños de estas corporaciones, ese famoso 1 o 10% están tan entramados con el poder político partidario, es obvio que tiene  que ser también los dueños de los medios hegemónicos. Porque no hay forma  de sostener la institucionalidad si no se sostiene la posverdad de los diarios hegemónicos. 

De ahí, hay que celebrar -y esto no lo digo con condescendencia- que existen todavía espacios de periodistas haciendo periodismo lo más independientemente posible, creo que es algo que tenemos que ayudar a sostener también como activistas, porque sino la peli que muestran siempre va a ser una sola. Y es atroz y creo que sobre todo a mí lo que más me angustia del tratamiento de las noticias que hacen los medios hegemónicos es el anestesiamiento constante que operan sobre nuestra capacidad de pensar. Nos dan todos los relatos procesados según su lente, de lectura de la realidad, y cada vez hay menos margen para el debate real, para una conversación sin cancelaciones en donde podamos construir nuevo conocimiento, incluso a partir de las diferencias. Eso no es posible. Ayer veía una nota de C5N y antes de que empezara a hablar el CEO de Syngenta, el zócalo ya estaba puesto, y el zócalo decía “Los ambientalistas contra el desarrollo”. ¿Cómo se predispone una persona a ver esa entrevista con esa info preexistente? Ya hay un control del concepto que controla el debate. Yo uso mucha esta frase de que quien define el concepto controla el debate porque es así, y hoy están definiéndonos ellos: ambientalista falopa, prohibicionistas. 

Marcha mundial por el clima-@renatasanzfuganti

Esta semana empezaron a aparecer todas estas noticias de los defensores de la instalación de estas petroleras en el mar, diciéndonos a los que estamos en contra, que estamos interponiéndonos frente a posibilidades de trabajo, como si eso no tuviese consecuencias tremendas en el medio ambiente. El otro día hablaba con los chicos de No a las petroleras en Mardel, que me contaban en qué consiste -que te quería preguntar a vos para que nos puedas contar ¿En qué consiste esto de la exploración? Nosotros hicimos una nota e inmediatamente nos decían que eso no era perforar, es explorar, como si solo vinieran a mirar que hay abajo. Y todas las consecuencias que eso trae, esas explosiones bajo el mar y el impacto directo sobre las especies marinas. Nos quieren vender un cuentito, que estamos interponiéndonos al desarrollo cuando en realidad esto hay que frenarlo de alguna manera. No sé si frenarlo porque de alguna manera lo que se plantea es que es inevitable, pero yo creo que por lo menos poner un poco de freno como pasó en Chubut con las mineras, que esto pueda frenar en algún momento. 

Yo creo que inevitable es el colapso de este sistema civilizatorio, pero es absolutamente imprescindible frenar estos proyectos. Porque para llegar a las peores consecuencias, a nivel ecosistémico estamos viviendo un atravesar puntos críticos, puntos de no retorno en donde, fruto de diferentes presiones antropogénicas del hombre como especie, la mujer también, hemos llegado a una acumulacion de presión en donde inevitablemente los ecosistemas van a empezar a fallar y ya están empezando a fallar. Ahí va a entrar en riesgo la disponibilidad de alimentos, va a entrar en riesgo la disponibilidad de agua, algo que ya ocurre en muchas partes del planeta. 

Con respecto a la exploración sísmica, que es la metodología que están proponiendo las corporaciones petroleras a las que se les concesionó, se les atribuyeron polígonos durante el gobierno anterior, en toda la cuenca alta norte, de hecho por eso se llaman CAN los polígonos que les asignaron a las diferentes petroleras. A YPF, en asociación con EQUINOR, les asignaron el 30 de diciembre la exploración sísmica de tres Cuencas Altas Norte y nos enteramos en estos días que le acaban de asignar también la Cuenca Alta Norte 102, que está acá en límite marítimo con Uruguay, mucho más arriba, frente a la Ciudad de Buenos Aires. La exploración sísmica, y esto los especialistas lo saben mucho mejor que yo, voy a hacer una descripción muy burda y coloquial: implica básicamente generar explosiones de sonido, que en términos coloquiales -por lo que leí de quienes saben- es de hasta 30 veces lo que un despegue de avión implica, y eso quienes saben cómo funcionan las dinámicas marinas y las especies que habitan los mares, es tremendo en términos de impacto y aniquilación de la vida marina, porque desorienta a los animales, incluso les produce lesiones, puede llegar a la muerte. De hecho, las pesca artesanal de Mar del Plata es un actor importante en esta resistencia, porque con seguridad la exploración sísmica va a afectar su actividad económica, con seguridad. Va  afectar las zonas de abastecimiento y de alimento de la ballena franca austral, que es una especie monumento nacional, es decir intangible, que tenemos que cuidar con todo lo que podemos. Y sobre todo, lo que vos decías indignada de lo que decía Cabandie, las plataformas van a 300, 400 kilómetros y el decía “bueno, no les va a joder la visual”. Eso es desconocer profundamente cómo funciona ese ecosistema, el ecosistema marino y cuales son las distancias apropiadas para que algo afecte o no afecte, y lo digo yo con total desconocimiento técnico, de haber trabajado un tiempo sí con el Foro del Mar Patagónico, con el Instituto de las Ballenas, cuando laburé en organizaciones de conservación, que entendí muchas cosas. Ahora, algo que estuvo circulando estos últimos días, que tiene que ver no solo con la exploración sísmica, sino con la efectiva explotación de lo que allí se descubra, que dijeron “nunca hubo un derrame petrolero”, estas plataformas están desde los 70 en nuestro país y eso es una mentira. Es una mentira oficial, con lo cual podríamos demandar al Estado por mentirnos en la cara. Porque no solo no es verdad que nunca existieron derrames, sino que las propias empresas que se están adjudicando la explotación offshore, en los países en donde operan, no operan a las profundidades que implican las cuencas que se les asignaron acá. Entonces, las plataformas offshore, que vienen funcionando en la Argentina, son someras, son casi superficiales. Estamos hablando acá de pozos petroleros que pueden estar incluso a tres mil metros bajo el mar. Entonces, en ese sentido, todo lo que se está haciendo es nuevo. La justificación de que “se hizo siempre así y nunca pasó nada” es una mentira, y es una mentira oficial. Con lo cual podríamos tranquilamente demandar a todos los funcionarios que están diciendo eso, porque están faltando a la verdad de su rol de representantes. Y no es ingenuo que se falte a la verdad, es el discurso perfecto del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas. ¿Desde cuándo un representante del pueblo transcribe en sus discursos lo que un instituto de intereses corporativos le dice? Es exactamente lo mismo que hace el Ministro de Agroindustria con el Consejo Agroindustrial Argentino, con lo cual lo que me interesa de la conversación de las petroleras en este momento es la posibilidad de una crítica sistémica que se plante frente a este gobierno o al que venga, para exigir una transición frente a nueva forma de habitar la argentina, que va a ser la transición energética… Porque la transición energética es una excusa, todo se transforma a partir de transformar la matriz energética. Entonces, ahí hay un clivaje muy interesante que trae la discusión climática, que tiene que ver con que si transformamos nuestra matriz energética tenemos que transformar completamente el modelo de esta civilización porque todo lo que hacemos, tocamos, vivenciamos, se basa en quemar combustibles fósiles. Por eso quienes tratan la cuestión del colapso dicen que vamos a un colapso sí o sí, porque queramos o no, tenemos que reemplazar la forma en la que generamos energía. Y eso presupone poner en tela de discusión todo el sistema de producción y consumo global en este caso. El No a las petroleras yo siento que se planta en un lugar de profunda coherencia con lo que es necesario hacer en este momento histórico. No es solamente el temor a que haya un derrame de petróleo, es traer a la conversación pública un dato geofísico que es que tenemos menos de siete años, seis, para comernos todo el presupuesto de carbono disponible en la atmósfera para no llegar a un punto crítico en el lapso de nuestras vidas. 

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Todo tiene que ver con la raíz del sistema, y vos hablás bastante del modelo de producción. Este modelo que es autodestructivo y que también se está haciendo cada vez más evidente que es un sistema que ya está. Parece que se está agotando y que no va más y va resucitando. ¿Nos querés contar un poquito sobre cómo vos trabajás el tema de modelo de producción y todos los contraejemplos también que hay? Hay otras formas de producir, otras formas de comer, otras formas de vivir. 

Sí, yo no voy a decir nada nuevo por lo pronto. Creo que desde los ambientalismos durante demasiado tiempo nos concentramos en exigir políticas de protección del ambiente a los gobiernos, cuando en realidad lo que urge en este punto de la historia y hubiera sido interesante verlo 30 años, 20 años atrás, es apuntalar políticas productivas que no sean terricidas básicamente. Argentina, y buena parte del modelo de producción global, llamemosló capitalista, en el sentido de tener como objetivo reproducir indefinidamente riqueza material y acumularla. Acumularla sobre todo, y esta palabra es clave para poder dar una conversación coherente con quienes pregonan el neo desarrollismo extractivista.  

Hay una triada extractivista que además se sostiene sobre mitos fundacionales muy fuertes, y esto es re importante. Yo suelo tirar muchos datos, porcentajes, tazas, evoluciones de procesos, que la verdad es que siempre que termino de hacer todo esto me doy cuenta de que no vuelvo a una premisa básica y es que nuestro cerebro funciona mucho mejor interpretando la realidad con historias que con información científica, porque si claramente estuviéramos funcionando socialmente haciéndole caso a la ciencia, nada de lo que está sucediendo podría estar sucediendo. Entonces esta triada extractivista se sostiene sobre: en Argentina fundamentalmente el agronegocio, ese es el corazón productivo histórico de nuestro país, y cuando digo histórico no digo que siempre haya sido como es ahora. Como es ahora es desde 1996, año en el que se introduce la primera semilla modificada genéticamente asociada a un paquete tecnológico de venenos. Es decir, cuando Monsanto logra que Felipe Solá meta a la soja transgénica, al roundup y al glifosato, logra quebrar una forma de hacer las cosas que transformó para siempre la producción del campo a gran escala en Argentina. 

Luego, la extracción y explotación de hidrocarburos: la industria fósil. Y la tercera pata, la megaminería. Esas son las fuentes de ingreso de nuestro país y la estructura productiva que hace que la economía argentina funcione en los términos en los que viene funcionando y la triada extractivista que produjo durante los últimos 70 años un 40% de personas de bajo de la línea de la pobreza, y eso nunca hay que olvidarlo. Esta estructura productiva no es la que nos va a sacar de la pobreza, es la que produjo, desde los 90 con más violencia, un  40% de nuestra población por debajo de la línea de la pobreza y la mitad de nuestros niños y niñas pasando hambre. Porque no es una novedad, no van a llegar ahora las mineras, no van a llegar ahora las petroleras, no va a llegar ahora Monsanto, Syngenta, Bayer, Corteva, todas ellas para salvarnos. Son las que nos trajeron a esta situación. Estructura de producción y consumo en términos nacionales, es esa en producción. En términos globales es bastante similar, solo que el consumo de los países del norte global se sostiene sobre la explotación de esta triada en nuestros territorios. Y hay algo que sucede específicamente como proceso histórico después de la segunda guerra mundial y muy acrecentado desde los años 70, que es la acumulación de riqueza que se generó a partir del modelo de consumo globalizado. Entonces las prendas baratas, la comida chatarra barata, la generación de consumos superfluos, incluso entretenimiento superfluo que se ha vuelto hegemónico en todo el mundo, nunca generó derrame a pesar de haber creado muchísima riqueza y construyó polos de concentración de riqueza material cada vez más alejados de la posibilidad de que eso se distribuya y quieren sostener sus privilegios. Entonces, el modelo de producción anclado en la esclavización de personas, para que existan cosas baratas. De esclavización sobre todo de niños y niñas, de mujeres. siempre en la base productiva que invisibiliza las tareas que hace que esto pueda sostenerse. Y en ese modelo jugó un rol y juega un rol muy fuerte por supuesto la publicidad y los consumos. Está la propensión emulativa, esta sacralización de lo que queremos alcanzar en nuestra vida para ser exitosos se vio reflejado y también legitimado por nuestras referencias culturales, a quienes nos queremos parecer y son también super responsables de reproducir un ideal de que el éxito se asocia a tener mucha guita, a tener ropa cara, a tener el último adelanto tecnológico, a poder volar mucho, a poder incluso acumular experiencia de vida, que en términos ambientales son muy costosas y esto reitero: volar mucho es una de ellas. Y en términos de consumo, además de lo que implica la quema de combustibles fósiles o el consumo de hidrocarburos en nuestra cotidianeidad invisible, porque todo lo que compramos tiene base fósil, está el sistema de producción y consumo de alimentos en donde también se volvió global un modelo de industrialización animal a gran escala, a escalas siderales que necesita de muchos granos para abastecerse. Por eso, cuando criticamos al agronegocio, no podemos escindirlo del consumo de carne a gran escala. Porque la soja que producimos en Argentina, en un 86% se exporta para alimentar animales industrializados en nuestros países. Ahí hay una cruza interesante, en donde los ambientalismos históricos nunca, y soy consciente porque fui parte, se quisieron meter en una discusión culturalmente muy compleja que tiene que ver con el consumo de animales para alimentarnos a gran escala, escala industrializada. Cada vez que hablo de esto necesito hacer la diferencia de que no es una crítica al consumo local culturalmente arraigado de comunidades en sus vínculos con sus animales. Estoy hablando de feedlots a gran escala, megagranjas industriales de cerdos, que el 90% de la carne que se consume en Buenos Aires viene de ahí. Es mentira que quienes comen carne comen carne de la vaca que está pastando en el pastizal. Eso es un mito fundacional y es mentira. Entonces este modelo de producción y consumo sólo puede sostenerse a base de explotar recursos de la naturaleza que son gratis y en base a explotar cuerpos de personas que sostienen gratis o casi gratis el estar esclavizadas produciendo. 

Bueno, inmediatamente pienso en la cantidad de enfermedades y en lo que estamos viviendo hoy. Estamos viviendo una situación pandémica hace varios años, que también es producto de esto que nos estás contando. Porque pareciera que los medios nos cuentan las cosas de manera aislada: hay una pandemia, hace calor, pasa tal cosa, y nunca se revisa la unión de todo eso que en realidad todo está relacionado con todo de alguna manera. Yo te escuchaba en la charla TED y vos hablabas de las enfermedades y todo este panorama que tenemos de acá a unos años en adelante es tremendo. Ni hablar de los agrotóxicos. En la provincia de Buenos Aires nos toca muy de cerca con el campo y la cantidad de enfermedades en niñxs, en mujeres, en trabajadores rurales que están enfermos por estar aspirando veneno continuamente.

Sí, hay algo en lo que decis Naty que no es ingenuo, que el tratamiento de las noticias también se quede en la superficialidad es una búsqueda muy útil a seguir sosteniendo el status quo de las cosas. Yo en la charla TED hablaba de las nuevas enfermedades que nos atacaran no porque fue un hallazgo mío, sino porque está totalmente predicho por la ciencia. O sea es 2 + 2: animales hacinados en fábricas a los que se les administra constantemente antibióticos. No solamente para prevenir enfermedades entre ellos sino para que engorden más rápido, es el caldo de cultivo perfecto para pandemias de acá en adelante siempre. Y eso es algo muy zarpado de traer a la conversación, porque  es decirle a la población: vamos a vivir contextos pandémicos para siempre. ¿Cómo se relaciona eso con soluciones estatales que solamente miran salir del problema en el momento? Y con esto no me quiero meter en una conversación que no es esta, pero si no atacamos el problema de fondo, ninguna vacuna nos va a ayudar a salir de este, ninguna. Porque la vida se abre camino, y los virus también son vida y se van a abrir caminos y van a mutar. Y es seguir reproduciendo la matriz antropocéntrista de creer que tenemos el control de esta situación. No tenemos el control de esta situación, sino vamos a las causas profundas que nos trajeron en primer lugar a esta situación.

Antes me preguntaste algo respecto a las alternativas, claro que existen alternativas. Y existen alternativas pluriversas y espectaculares. Me acuerdo cuando tuve una conversación con el CEO de Syngenta y ni yo creí que los resultados empíricos eran tan buenos. Crucé algunos datos del Censo Nacional Agropecuario con datos de la Federación Agraria Argentina y llegue a algunas conclusiones muy simples, que si lo puedo hacer yo con una calculadora en mi casa con lo mala que soy para las matemáticas, lo puede hacer cualquier Ministro de Economía y Producción. Hoy el campo de las trabajadoras y los trabajadores de la tierra, el campesinado que produce alimentos para personas, es decir legumbres, frutas y verduras, generan 38 veces más empleo que el campo que produce commodities de exportación. No solo eso, sino que los campos agroecológicos del INTA, los rindes y la productividad son iguales a los campos envenenados del agronegocio. Y no solo son iguales, sino que en términos de la inversión y el retorno que tienen los productores, como son profundamente dependientes en cultivos extensivos de los insumos que les ofrece el agronegocio, de hecho la merma, la disponibilidad de fertilizantes de síntesis química va a ser un problema enorme en el cortísimo plazo porque todos los campos fumigados dependen de fertilización de síntesis química, eso es de un costo enorme. Quienes vienen haciendo agroecología, y en el campo del INTA Barrow se demostró, tienen incluso mucho más ganancia que quienes están aplicando el paquete del agronegocio. Pero es tan fuerte la construcción narrativa y el mito fundacional que impera, y tan entramados los intereses de este actor que para mí es es el más poderoso de nuestro país. La sociedad rural, el consejo agroindustrial argentino son los jugadores de peso real en nuestro país. Hoy leía que Pablo Torelo, diputado del PRO que además es productor bonaerense -de repente no hay conflictos de intereses en esa cuestión- presentó un proyecto de ley  en conjunto con el PRO y los liberales, porque obviamente de esta conversación tenemos que salir de la grieta o salir de la grieta. Porque es ridículo que sigamos acusándonos de partidismos, porque es real, en esto no hay grieta. Bueno, presentó un proyecto de ley que es calcado lo que el Consejo Agroindustrial necesita y lo que el Consejo Agroindustrial necesita ya fue además presentado por el poder ejecutivo en el Congreso, y se llama así: Ley de Fomento a la producción Agroindustrial ¿Qué implica? Privatización de las semillas, beneficios fiscales para la adquisición de insumos de síntesis química, amortización en la adquisición de maquinaria. Cuando las trabajadoras y trabajadores rurales ni siquiera pueden acceder a la tierra. La UTT viene reclamando una ley de acceso a la tierra, que ni siquiera es sesión, es que exista un Procrear rural en donde se le pueda garantizar  la posibilidad a la campesina, el campesino, de producir alimentos sin tener miedo de que al año siguiente lo corran ¿Cómo podés cultivar un árbol frutal que por ahí te va a dar frutas a cinco años si te hacen contratos precarios de un año y no sabés al año siguiente si te vas a poder quedar en el mismo lugar? No va a haber ni soberanía ni autonomía alimentaria hasta tanto quienes producen alimentos para personas tengan garantizadas situaciones de mínima iguales que el agronegocio concentrado. Ni siquiera están pidiendo condiciones diferencias, están pidiendo poder producir alimentos para personas en condiciones de igualdad con las corporaciones del agronegocio. Y estas experiencias alternativas existen y muchas. Cuando nos hablan de megaminería, me pregunto siempre y es algo que no tengo chequeado, pero estoy segura de que es así. Así como vuelan montañas para extraer minerales de roca porque ya no están en disponibilidad pura, el norte 3, el relleno sanitario del CEAMSE que ya está colapsado hace años y que entierra de forma cotidiana todos los residuos de la Capital Federal y el AMBA. Un antro hermoso, invito a todo el mundo a ir un día al CEAMSA a ver cómo es el fin de vida de nuestro modelo de consumo y quienes están involucrados en ese proceso. Ahí hay enterrados más minerales que en todo el cerro Famatina, con seguridad. En aparatos eléctricos en desuso enterramos todos los días minerales que podrían tranquilamente reemplazar las montañas que vuelan con explosivos. “Pero es gratis y no generan problemas porque no hay nadie en esos lugares”. Ahora, meterse a laburar en recuperar materiales eléctricos y electrónicos en desuso generaría puestos de trabajo, bajaría con muchísimo el costo de producción, pero tiene muchos problemas porque hay gente involucrada, entonces mejor hacerlo lejos y que nadie lo vea, total el agua es gratis, total las montañas son gratis, las podemos volar por el aire que no pasa nada y nos ahorramos el problema de lidiar con personas. 

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Vos hablas de esto de la desobediencia civil pacífica, como que tenemos un diagnóstico complicado de la situación ¿Qué nos toca a todes, a quienes queremos frenar o ponerle un poco de paño a esta situación? ¿Cuando hablás de desobediencia civil pacífica a qué te referís? 

Sobre todo me refiero a la imperiosa necesidad de no seguir esquivando la pregunta, y la pregunta es si venimos confiando en la institucionalidad que nos cuida, en nuestro país desde que regresamos a la democracia, en otros países en otro momento, pero toda esta realidad física de la que hablábamos recién, supongamos que la institucionalidad democrática, no voy a decir que es una ficción, pero claramente es una realidad imaginada, es un contrato social que se establece entre ciudadanos y ciudadanas con sus gobiernos, en donde delegamos el poder de tomar algunas decisiones en función de este contrato en el que la contraparte nos dice que nos va a cuidar y  va a trabajar por el bien común. Está harto demostrado que eso no está sucediendo. Y ante cada pedido de profundización democrática, en Argentina existieron solamente tres procesos de representación directa vinculante: en Garabi en Misiones, en Loncopué en Neuquén y en Esquel que lo mencionamos antes, en donde cuando se le preguntó a la ciudadanía qué quería hacer frente a un proyecto que ponía en jaque su forma de vida, el rechazo fue siempre de más del 80%. Desde ese momento, nunca más habilitaron un mecanismo de participación directa para tomar estas decisiones. Frente a esa negación del sistema democrático, decimos no, sin ir más lejos ¿Por qué ocurre el Chubutazo? No porque tenían ganas de ir contra su representación política, sino porque hicieron todo lo que la institucionalidad planteaba para poder tomar una decisión justa. Presentaron una iniciativa popular, que la legislatura chubutense osó rechazar en su tratamiento. Con lo complejo, costoso y atroz que implica ese nivel de organización, más de 30 mil firmas refrendadas. Quien haya participado de un proceso de tratar de mover una iniciativa popular lo sabe. Me acuerdo la ley de bosques en 2007 para que se le dé tratamiento, más de un millón de firmas. Si estamos usando todos los mecanismos institucionales para un pedido básico que es: déjennos participar de estas decisiones; ni siquiera es imponer nuestra voluntad. Es: queremos ser parte de ese debate, porque somos quienes sufrimos las consecuencias de sus decisiones. Y el sistema democrático nos dice “no participan, no participan”. Nos meten leyes cuando empieza el receso de verano, decretos, resoluciones. Es sistemático, todos los años, lo hizo el gobierno anterior, lo hace este gobierno. Frente a esa escasez de alternativas ¿Qué vamos a hacer? ¿Seguir confiando en que el gobierno que viene va a ser mejor? ¿Hasta cuándo nos vamos a engañar? ¿Hasta cuándo vamos a sostener entre nosotres mismes que no podemos hacer nada frente la posibilidad de muerte real de nuestras hijas y de nuestros hijos? ¿Eso lo va a resolver un sistema institucional que la viene cagando y está profundamente entramado con intereses corporativos? La que nos queda cuando las leyes y las instituciones no solo no nos protegen, sino que están haciendo todo por exterminarnos, es incumplirlas. Todos los procesos históricos de grandes cambios estructurales  de ganar derechos, se dieron a partir de colectivos de personas organizadas resistiendo la tiranía de la propia legalidad. Y no tiene nada que ver con las estupideces que dicen los liberales de Miliei, no tiene nada que ver, estupideces totales, apropiaciones narrativas también de una tradición honesta en donde no solamente en otros países del mundo, sino que en nuestro país, a partir de procesos sostenidos de resistencia civil, violando incluso leyes se ganaron derechos y se impidieron proyectos de muerte. Malvinas Argentinas en Córdoba, el propio Chubutazo ayer, el Atlanticazo ayer. Va a ser ilegal que el 15 de enero se corte la ruta de acceso a la costa y esto me había olvidado de decirlo y es importante. Va a ser ilegal. ¿Qué es más justo: lo legal o lo legítimo?

Las imágenes son de Renata Sanz Fuganti.

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