Por Editorial Sudestada
Desde el 7 de octubre pasado Israel ha profundizado el plan de exterminio que lleva décadas, pero que en poco más de cuatro meses el saldo genocida ha dejado cifras que estremecen: alrededor de 30 mil palestinos asesinados -entre ellos el 70% son niños, niñas y mujeres- 70 mil heridos, millones de personas en situación de calle, miles y miles de refugiados, de exiliados, y un pueblo entero contra el paredón del presente, de la historia, y de un mundo cómplice. Ahora Israel profundiza los ataques con el foco puesto en Rafah, una ciudad pequeña al sur de la Franja de Gaza, en la que el lunes asesinaron al menos a 67 personas. El secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, dijo que los palestinos en Gaza ya sufrían un “asalto sin igual en intensidad, brutalidad y alcance” y que las consecuencias de una invasión en Rafah serían “catastróficas”. Y a pesar de las presiones mundiales sobre el “alto al fuego” para que Israel detenga la ofensiva, Netanyahu -primer Ministro israelí- insistió ayer en que sus “fuerzas” llevarán a cabo “un poderoso asalto” en la ciudad para eliminar a todos los integrantes de Hamás. La excusa del “terrorismo” para que el terrorismo opere, accione y lleve adelante el plan de exterminio que sangra hora a hora y que replica mensajes falsos, estigmatizaciones constantes, y que logra la complicidad de los poderes internacionales, de la prensa, y de gran parte del mundo que ya no mira para Gaza, a excepción de que al menos una víctima tenga bandera israelí.
El armamento bélico y de desinformación masiva impulsado por quien aprieta el botón rojo, y de los EEUU desde las sombras, logra el cometido. Porque mientras todo gira como si nada, en el territorio palestino -en 120 días- fueron asesinadas 30 mil personas, en su gran mayoría menores de edad, mujeres y ancianos.
Israel no está en guerra, está frente a un plan de aniquilamiento desde todos los frentes con la intención clara y concreta de exterminar a Palestina del planeta tierra.
