“El placer es algo que tenemos negado”

En 2014, Tati Español conoció a alguien que estudiaba sexología y se abrió un nuevo camino de preguntas. Desde hace muchos años que estaba interesada en la temática, pero fue en aquella época
-junto al comienzo de la última ola del feminismo- que decidió investigar sobre la vulva, el placer y la sexualidad. Descubrió la complejidad del clítoris, la vulva más allá de la vagina y que el placer estaba atravesado por el patriarcado. Estudió, investigó y con ese conocimiento acumulado, empezó a dictar un taller. Llamó a una amiga y le contó su idea. Le prestó un monoambiente para la actividad. Colgó unos flyers en páginas feministas y explotó. El lugar se llenó. Un día el departamento ya no fue suficiente y empezó a circular por distintos centros culturales. Luego vino el libro “Todo sobre tu vulva”, en donde volcó todo lo aprendido sobre la genitalidad, la historia detrás de los mandatos y las violencias sexuales, las relaciones, la masturbación, el goce, y el porno, entre otros temas. En el libro encontramos muchas preguntas, información de difícil acceso y diversas puertas que se abren, pero que no limitan ni encierran. 

Por Florencia Da Silva

En tu libro se evidencia que hay muchas coincidencias entre  las violencias actuales y las que recibían las mujeres tal vez siglos atrás, como la importancia al himen, la virginidad, lo la cultura de la violación
Sí, no se puede creer. Por eso el capítulo más largo es el de historia. Cuando empecé a buscar respuestas no las encontraba en el presente, tuve que ir al pasado. Frustrada y angustiada, leyendo y tratando de entender qué pasaba, me di cuenta que se repiten estas cosas. El patriarcado es una institución tan antigua y tan instalada en nuestra sociedad que creemos que vamos progresando, y sí lo vamos haciendo pero no en un hilo directo.
En lo que respecta a la sexualidad, el debate dentro de los feminismos es muy reciente. Mientras avanzamos, el patriarcado no deja de funcionar. Hay una puja muy grande entre lo que nosotres aprendemos, racionalizamos y nos damos cuenta, contra el patriarcado que nos sigue oprimiendo. Queremos salir de ahí, pero siguen sin conversarse un montón de cosas que rodean al sexo, que son horribles y negativas, de las que nadie quiere hablar, y seguimos de algún modo encubriendo, sin darnos cuenta, el sistema patriarcal.
Cuando digo “no quiero hablar más de la concha” es porque de golpe siento que se volvió una obligación conocer tu concha y masturbarte, porque hay algo en la cultura que toma nuestro avance y lo banaliza y lo vuelve mandato, un producto para que compres. Ni el patriarcado ni el capitalismo van a dejar de avanzar sobre nosotras. El día del orgasmo femenino vi empresas decir cosas que son mentira. Mientras que se tome nuestra liberación sexual y se la banalice para vendernos cosas, se banaliza, se vuelve mandato y por eso se siguen repitiendo las cosas. Hoy creemos que zafamos de la ama de casa de los 50 para mantener la casa limpia, pero tenemos 85 cuentas de cómo ser maricondo en Instagram. Te venden la revista femenina que te sube notas de cuántos tipos de orgasmos podés tener, pero no deja de ser la presión de que tenés que alcanzar estos orgasmos porque sino te falta algo. Re lindo que entendamos que el sexo y el placer es nuestro, pero de algún modo no se cómo este discurso se tomó y se convirtió en que si no te masturbas estás mal, estás fallada y que tenés que conectar con tu placer.
Lo que entiendo es que hay mucha gente que no tiene ganas de coger y que la sexualidad no es un ticket a la felicidad y al futuro, al contrario, para mucha gente no coger es una opción, existe la gente asexual, hay muchas cosas debajo del paraguas de la asexualidad y que están todavía muy patologizadas. No paro de escuchar pibas que no quieren penetración, y que la ginecóloga le quiere vender el óvulo de estrógeno para que se le abra la vagina para poder coger con penetración. Las empresas farmacéuticas están ahí en la búsqueda constante de una viagra femenino para “resolver” la falta de deseo sexual femenino, que en realidad tiene que ver con la falta de información, las presiones de trabajar, de criar una familia, llevar adelante una casa y ser una persona exitosa. Hay un montón de cuestiones patriarcales que hacen que no tengamos ganas. También hay un montón de gente que no tiene ganas de coger y eso está mal visto porque vivimos en una sociedad hipersexualizada y porque la sexualidad se ha vuelto un negocio. Se ha vuelto algo muy banal y muy autoritario.

Lo mismo pasó con el viagra masculino o con el lubricante. Para algunxs puede ser una ayuda y para otrxs una opresión 
Entre el viagra y el porno, que lo único que nos muestra son pitos enormes y parados, tenemos parte de una generación de pibites de 20 años que dicen “si tengo una cita no salgo sin llevarme el viagra”. Es como una necesidad, y es algo que surgió hace muy pocos años. Son herramientas de doble filo, sobre todo cuando vienen de las grandes compañías farmacéuticas. No buscan nuestro bienestar, se nos crea una necesidad y luego se nos vende la solución. 

En cada época hay un nuevo mandato, estereotipo o violencia hacia nuestros cuerpos. En el libro mencionás el mal llamado “punto G”, el squirt, y actualmente no sé cual será, pero creo que muchas personas sienten la presión de que tienen que masturbarse, tener vibradores y estar en lo último. ¿Cómo escapamos a esas exigencias? ¿Por dónde es la salida para disfrutar de la sexualidad sin normativas que nos limiten? 
Venimos muy cargadas y yo no sé la salida. Tengo más dudas que respuestas. La salida siempre va a ser colectiva. En reunión de amigas ser sinceras, decir “hace meses que no cojo con nadie y no tengo ganas”, “la verdad hace 5 meses que no le veo el pito a mi marido y no tengo ganas de verlo”, o “no puedo parar de coger, la estoy pasando bomba, estoy en un momento exploratorio divino, no puedo dejar de hacerme la paja”. Son cosas que tampoco decimos tanto. Una forma de empezar a salir de esto y que milito mucho es empezar a hablar, a contar, a naturalizar. Cuando lo planteamos, lo naturalizamos y lo pasamos al terreno social y grupal y no queda en la experiencia propia, pasa a ser algo más grande. 
Década tras década vamos sumando mandatos y hoy he visto influencers con muchos seguidores asegurando cosas que no son ciertas. En la salida también está el evaluar nuestros consumos. Hay un concepto en inglés que se traduciría como alfabetización mediática, es una materia que tendríamos que tener en la escuela porque los medios, la virtualidad, internet, la digitalización se ha metido en nuestras vidas sin que aprendamos a manejarlos. Las generaciones de jóvenes hoy han aprendido más del porno que de la vida cogiendo, han visto una cantidad de cosas horribles antes de llegar a su primer encuentro sexual. Es necesario armarnos una mirada crítica sobre nuestros consumos culturales, de redes sociales, de lo que vemos en la tele, en youtube e internet. 

Hay un capítulo en donde explicás la anatomía de la vulva, el clítoris y evidencia lo importante del conocimiento de nuestro cuerpo y la ESI. Nadie nos enseña esto en las escuelas ¿cuál es tu análisis? ¿Cómo fue este recorrido?
Creo que estamos en un momento muy complicado en cuanto a lo educativo respecto a la sexualidad y al cuerpo. Hablamos un montón de la ESI. Sé que hay docentes que trabajan con mi libro, desde primaria a secundaria y hasta en residencias médicas. El problema es que las generaciones que estamos intentando enseñarles a nuestrxs hijxs o nuestrxs alumnxs, no lo tenemos claro ni resuelto.
Es importante que conozcan su cuerpo y su genitalidad, es buenísimo que lo conozcan y transmitir que somos lo mismo. Lo que no estamos abordando dentro de la ESI es el placer y es importante transmtirle a les pibis que la sexualidad es algo que hacemos por placer. Muchas veces lo hacemos por mandatos, por presiones, por satisfacer a una persona, por recibir los mimitos que vienen después. Hay una conexión con el placer que ya desde la infancia tenemos desconectada. Para las personas que hemos sido socializadas como mujeres, el placer es algo que tenemos negado. El placer de comer, el placer de hacer caca, eso con les niñxs es re conversable, el placer de tocar un genital cuando lo lavás, el placer de hacerse un mimo, de salir a la calle y hacer lo que querés, el placer de dormir. Hay placer en un montón de cosas. Mas allá del placer mismísimo genital de tu cuerpo.

El porno es un debate constante en los feminismos. Sabemos de las violencias que giran a su alrededor pero al mismo tiempo que es una fuente de placer para muches. En el libro dejás una puerta abierta, pero con información ¿cual es tu mirada? 
Es un tema que me tiene obsesionada ahora y estoy escribiendo. El problema con el porno para mí es la cultura. Existe un porno ético donde no vemos la cultura de la violación tan impresa en nuestro sistema, pero no llegamos a él. Yo menciono páginas de porno ético y nadie las conoce, porque la cultura de masas lo único que nos muestra es el porno industrializado que es muy adoctrinante, es muy marcado como naturaliza la violación y la violencia sobre el cuerpo feminizado. Así como decía que tenemos que cuestionar nuestros consumos, el porno es uno que hay que revisar mucho. Podemos seguir haciéndonos los boludos y decir esto lo hago por placer y me gusta disfrutarlo, pero pasan cosas muy duras y fuertes. El porno violatorio existe porque hay gente que lo sigue consumiendo y le dan esos clicks. Mientras sigamos con la tibieza de criticar el sistema que nos oprime, no vamos a llegar a ningún lado.
¿Qué es lo que hace que se venda ese tipo de porno industrial? es lo que circula y lo que aparece, es el 33% del contenido que hay en internet, espeja las violencias, hay muchos pibes y pibas respondiendo al modelo del porno. Entre les pibis que están en el colegio están pasando cosas re terribles, lo digo como madre  y de lo que veo en los colegios de mis hijes y muchas de las cosas están relacionadas con el consumo del porno industrial desde muy chicos. El promedio al acceso del porno es a los 12 años y ya desde los 8 años hay algún tipo de acceso. Los adultos pensamos que les pibis no miran porno, entonces no hablamos con ellos, no les explicamos que esa no es la realidad y como la sexualidad es todavía muy tabú y el placer está muy ligado al heterocispatriarcado, van a buscar a internet y resuelven sus dudas de esa forma. Les pibis están flojos de información, terminan reproduciendo esas cosas y siempre tienen que ver con violencias machistas hacia las pibas. 

¿Y el porno ético?
Yo creo que el porno puede ser una herramienta educativa super interesante, y conozco pornografes que hacen cosas divinas y hermosas. Si el primer acceso de les pibis al porno podría ser ese sería maravilloso, pero no lo es. Es difícil encontrar estas pequeñas joyitas dentro de lo industrializada que está nuestra cultura. No nos llegan solas, muchas cuentas son censuradas incluso o se trata de porno pago. Realmente existe un porno ético y hermoso, no sé si feminista, pero sí ético. Me siento repetitiva pero el problema es la cultura, el no cuestionar nuestra cultura y el no pensar que nuestra cultura está atravesada por el patriarcado, ese es uno de los mayores problemas. 

El libro se lanzó el año pasado y atraviesa diversas temáticas de las que aprendemos y repensamos constantemente desde los feminismos ¿Te quedó algo pendiente? ¿Aparecieron nuevas cuestiones? 
El libro era el doble te diría, y con la editora fuimos recortando. Esa producción para mí fue un cierre, una conclusión. Cuando salió el libro yo deje de hacer el taller todo sobre tu vulva, está grabado y si alguien lo quiere comprar. Siento que ya lo dije todo, hice muchísimos talleres alrededor de eso. Me encanta, por fuera del feminismo falta un montón que circule esta idea y mensaje. No fui la única, fuimos varias las que en ciertos momentos empezamos a hablar de estos temas e hicimos que la palabra vulva pueda aparecer y que el sexo empiece a ser un poco menos tabú, que hablemos del coitocentrismo, de un montón de normas y mandatos. Hoy en día me interesa mucho lo vincular, el haberme dado yo misma la habilitación para poder hacer los acompañamientos. Es un tema que me empieza a interpelar mucho más. De golpe atiendo gente todo un día de corrido y veo redes, veo los hilos: son un montón de pibas que les está pasando un montón de cosas parecidas pero que nos lo guardábamos en la intimidad.
En el medio también me pasó que mi libro cuando lo abrís lo primero que dice es “hola soy Taty y soy pansexual”, pero de golpe me doy cuenta de que soy lesbianisima de toda la vida y que hice un trabajo re grande por evitar esa palabra que era tan tabú en mi familia.
Ahora voy a hacer talleres sobre vincularse en tiempos feministas, el último capítulo de mi libro se llama coger en tiempos feministas. Lo sexual y lo vincular están totalmente ligados, por eso lo vincular es sobre lo que estoy investigando y es sobre lo que me gustaría seguir hablando.

¿Cuál es el hilo conductor o tópicos en común que encontrás en las historias de mujeres y diversidades?
Veo muchos, son un montón de hilos que se van conectando. Hay uno muy fuerte y muy marcado y es el coito dentro de lo que es la heterosexualidad. Todavía hay una exacerbación de lo que el coito es para los varones y las pibas empiezan en los últimos años a descubrir que no estaban rotas o falladas, que la verdad es una práctica sexual que no le gusta simplemente, como hay gente que no le gusta el sexo anal o el sexo oral, hay gente que no le gusta la penetración o no la disfruta. Está el mandato, el pensamiento de que la otra persona va a sentir que estás mal o fallada, que lo tenés que trabajar, que es tu culpa. Sin embargo es una elección, porque la penetración es una práctica sexual dentro de un abanico infinito de prácticas sexuales, de modos que tenemos de recibir y dar placer pero no debería ser condicionante de una relación sexual.
Las pibas hemos hecho mucho trabajo desde los feminismos, pero para las que están en pareja con varones es muy difícil porque muchos de ellos no han hecho esos trabajos, algunos no entienden muy bien, otros oponen resistencia, otros intentan conectar con nuestras ideas pero es muy difícil, y otros que empatizan, pero es una lucha muy grande porque si una se tiene que poner en el rol educadora de su pareja… el erotismo es difícil de encontrar si tenés que ser medio madre, maestra y después tener ganas de coger. 
Por otro lado, dentro de lo que son las relaciones lésbicas, veo que esto no sucede. Pero dentro de las personas que disentimos del sistema patriarcal que somos mujeres, lesbianas, personas intersexuales, personas trans y personas no binarias, hay mucho dolor por parte de la sociedad, hay mucho maltrato familiar, hay historias de no aceptación, de violencia, de coerción, de un montón de cosas en el pasado, entonces hoy vincularnos se convierte en tratar de ver que la persona o la chica con la que estamos saliendo no es ese pasado que cargamos. Cargamos un pasado tan violento que a veces nos dificulta un montón relacionarnos. 

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