Me duele el Feliz Día este domingo, me sabe hipócrita y me suena a hueco, como esas condolencias que damos a desconocidos que están atravesando un duelo que no es nuestro.
Por Cecilia Solá
Me duele el Feliz Día porque hay 3.000 nacimientos de madres de entre 10 y 14 años en Argentina, y esos son 3.000 abusos comprobados, son 3.000 días no felices, 3.000 monstruos destruyendo vidas, arrancando jirones del cuerpo y del alma de una niña, frente a un Estado que solo tiene como respuesta el encubrimiento, el silencio y la represión para quien se atreva a salir a gritar que basta.
Me quema el Feliz Día porque Brisa, la hija de Maira Benítez quiere a su mamá, y Santino y Milagros, los hijos de Mariela Fernández todavía la llaman, y porque Giuliana, asesinada por su abusador en el hotel Alfil, tenía trece años. Trece. Y porque todos los días se comprueba que la enorme y sistemática matanza de mujeres nunca deja una sola víctima.
Me arde el feliz día en la infancia de Arcoíris, y de Sol, y de la Niña Cielo, y de tantas infancias obligadas a revincularse con el progenitor abusador, entregados como víctimas sacrificiales en el altar de jueces y juezas que exigen familias como “dios manda”.
Me incendia el Feliz Día frente a la la policía entrando en un merendero a golpes, balas de goma y gas pimienta, frente a un alumno de 14 años que empezó a vender droga y me dijo” ya fue, estoy harto, no quiero revolver más la basura, ahora quiero comer de verdad” y frente a una infancia que muere de desnutrición, de hambre, sea en el Chaco salteño o en CABA.
Me desgarra el Feliz Día porque no hay días felices para ellos y ellas y elles, no hay mañanas de sol con las cortinas ondeando al viento y una mamá entregando el regalo elegido, bien envuelto en un papel de colores brillantes. Sí hay juguetes de segunda mano y chocolate con poco gusto en algún centro comunitario, con vecinxs solidarios que ponen el cuerpo y una sonrisa para despistar la tristeza.
Y así no hay Feliz Día, así no hay feliz nada, así solo hay y debe seguir habiendo la justa rabia que nos saca a la calle, a la lucha, al grito y al puño levantado, la docente que denuncia el abuso a su alumnita o alumnito a pesar de las represalias que sabe, caerán sobre su espalda.
ASI no. Ni en el Dia de las Infancias ni nunca.