Taekwondo: una forma de fomentar el respeto a la diversidad

¿De qué se habla cuando se nombra al Taekwondo? Se dice que se trata de un deporte olímpico y o de un arte marcial originario de Corea, que realza nuestro espíritu a través de nuestro cuerpo y mente. Pero, ¿qué falta por contar aparte de las reconocidas definiciones históricas y teóricas? ¿Qué produce la disciplina? ¿Qué aporta o ha aportado a la vida a lo largo de tantos años? Una mirada y una historia relatada en Sudestada por Candela Cazzappa, deportista integrante de la Selección Argentina de Taekwondo y licenciada en Comunicación Social de La Plata, con el acompañamiento de Lucila de la Casa Trans de La Plata.

Por: Candela Cazzappa

En general, cuando nos preguntan sobre el deporte que realizamos automáticamente respondemos: “es una pasión, un estilo de vida” y olvidamos las emociones particulares que le genera a cada deportista realizar este entrenamiento. Lo que detallaré es una, entre tantas historias, que nos muestran cómo el Taekwondo puede brindar todo un universo de significaciones y colores, siempre y cuando haya unx maestrx o un equipo que acompañe. 

Primer round: ¿Qué pasa si no queremos ser como los demás?

“El llegó al gimnasio de la mano de su mamá cuando tenía ocho años. Supuestamente tenía problemas de conducta”, confiesa el Walter el maestro de Taekwondo de Esteban y agrega: “hasta ese momento, y mucho tiempo después, no tuve conocimiento a qué se debía su mal comportamiento, incluso llegué a investigar si se trataba de violencia familiar u otro tipo de cosas que no estaba acostumbrado a ver. Se notaba que tenía un gran problema interno, el cual, con el tiempo, fuimos trabajando y entendiendo”.

“Él siempre tuvo el ‘aspecto’ de un varoncito. Hacía 40 toques con la pelota sin que cayera al piso o unas vueltas fenomenales en skate. Desde mi dura cabeza yo le decía que no modificara el cuerpo. Con el tiempo entendí que si era nena o nene la/lo iban a querer igual. Entonces, él empezó a enseñarme”, narra Walter el sabonim (maestro).

Entrando a la adolescencia, llegó el momento de hablar. “Le aseguré que no se iba a ir de la clase hasta que no me contara”, advierte rememorando la vívida escena.  Un día de entrenamiento, al notar la incomodidad de su alumnx, el profesor le preguntó:

—¿Qué le pasa a tu amiga?

—¿Cómo a mi amiga?— respondió con sorpresa.

—Claro, si vos fueras tu amiga, qué le estaría pasando.

— ¿Qué pasa si no querés ser como los demás?

Aquella intervención había resultado crucial para fortalecer aún más la confianza entre el alumno y el profesor.  “Le costó mucho hacerme entender. Lo primero que uno piensa es que pasa por la parte sexual. Sin embargo, me abrió los ojos, me hizo comprender que era mucho más que eso”, afirma Walter. 

En muchos casos, las personas que practican Taekwondo asocian al espacio de la práctica en convivencia con el desarrollo de una familia. “Yo tengo cuatro ‘hijos’ a parte de Teby, porque no sé si es mi alumno o mi hijo. Se crió en casa. Con mi señora lo ayudamos mucho. Vivió acá, tuvo mucha contención, más allá de que tiene su casa y su familia” cuenta el profesor. “En el taekwondo encontré un espacio de escape, un poco de todo y una pasión”, agrega al relato Esteban.

En el 2018, el deportista logró hacer efectivo su cambio en el DNI bajo el amparo de la Ley 26.743 de Identidad de Género, sancionada en el 2012, que legisla: “La rectificación de registro en el DNI es un derecho y no una obligación. Es decir que, la  identidad de género debe ser respetada más allá de si se realiza o no esta rectificación en el Documento Nacional de Identidad”.

“Ya antes de que se hiciera el DNI él me pedía que le dijera Teby. Y mi regalo para su cumpleaños número 18 fue cambiar su nombre en mi agenda. Le gustó mucho”, narra Walter mientras su voz se torna bruscamente temblorosa y orgullosa. “Es un gran competidor”, asegura.

Segundo round: El riesgo de desconocer las leyes 

“Creo que hay que respetar a todas las personas”, manifiesta el sabonim de Esteban mientras recuerda: “el otro día a última hora, en una videoconferencia por zoom, entró un árbitro diciendo que no iba a permitir la participación de mi alumno en una competencia. Le alcancé a explicar que sólo tiene que limitarse a respetar la Ley y mirar el DNI”.

Walter vivió situaciones muy difíciles con Teby: “Como yo no lo podía entender, me lo explicó con la siguiente pregunta: ‘¿cómo te verías vos si te invitan a un casamiento y en vez de traje te obligan a ponerte un vestido?’ No, ni en pedo voy, le dije. ‘Bueno, así me siento yo con mi cuerpo’, me respondió”. 

Esteban se alinea a los recuerdos de su maestro y vuelve sobre una historia que para él fue transcendental: “Sentí que hice un click después que le conté a mi papá, porque a mi mamá ya se lo había dicho. Fue en el torneo nacional de 2017 cuando explotó todo”. En ese momento decidió no luchar en ese combate, aunque sabía que tenía la oportunidad de acceder a una medalla de oro: “no lo peleé, porque sabía que ese no era mi lugar”.

Teby ahora debe enfrentar el próximo round y está seguro de que la diversidad y la convicción serán sus mejores aliadxs. Encuentra en la carta un recurso válido para pedir que piensen en él. Lápiz en mano, escribe: “Me llamó Esteban, tengo 18 años, me gusta la música y hacer Taekwondo. Defino a la transexualidad como percibirme del sexo opuesto al que fui asignado al nacer. Sin embargo, más allá de los cambios físicos, sigo siendo la misma persona que ríe, llora, se enoja y disfruta de las cosas de siempre”.

Sus nuevas batallas le presentaron otros desafíos: “Antes de la hormonización tenía problemas cuando entraba al pesaje femenino por cómo me comportaba y cómo me vestía. Me decían: ¡No, el baño de hombres está allá! Tener que explicarlo era molesto”. 

Otra vez, la norma aparece como su aliada en el campo de batalla: “La 26.743 establece el respeto que incluye el acordar y posibilitar que las personas accedan a los baños de la escuela y a las clases de Educación Física (en caso de que se mantenga la división por género) de acuerdo a su identidad autopercibida”.

Tercer round: Ser un equipo – Marcar la diferencia 

“Me decían: ‘vos sabes Walter que te estás metiendo en un quilombo’, y yo pensaba: pero, ¿quién va a ayudar a este chico? ¿Lo van a dejar solo?”, memora el profesor. También retiene en sus recuerdos que cuando Teby se hizo el DNI borró todas las fotos, tiró todas las certificaciones y tuvieron que hacerle de nuevo el diploma de la Federación, CAT y Kukkiwon en masculino. “Me cuenta que había quemado todas las fotografías, los recuerdos, y en ese mismo momento me manda una imagen y me dice que la había guardado para mí. Me hizo llorar”. 

Punto de oro

Teby confiesa que con sus compañerxs de entrenamiento nunca tuvo que explicar nada. Además, se siente afortunado por el acompañamiento que recibió: “Walter siempre estuvo conmigo. Le voy a tener un agradecimiento enorme toda la vida, a él y a todas las personas que se pusieron a disposición para ayudarme. Solo dos personas no hubieran podido hacer esto”.

“La gente grande, al desconocer el tema y no estar informada, rechaza lo que le es desconocido. Pero también es parte nuestra, porque yo tampoco tenía idea de lo que era la transexualidad. En mi caso particular siempre pensé que estaba mal, que estaba confundido, que era algo malo lo que me estaba pasando, pero pasito a pasito unx va descubriéndose”, concluye Teby.

El deportista narra que siempre necesitó hacerle una pregunta a su sabonim:

—¿Cómo puedo hacer para devolverte todo lo que hiciste por mí?

—Hacelo por otra persona, jugátela por alguien.

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