Eleonora Wexler: “Fue poner la voz de María en primer plano: al dolor descarnado y la culpa”

El testamento de María es una versión de la pieza del irlandés Colm Toibín, protagonizada por Eleonora Wexler y con dirección de Julio Panno que se está llevando adelante en el Teatro San Martín, Complejo Teatral Buenos Aires hasta el 20 de agosto. La obra ofrece un relato sobrecogedor que da voz a María, una mujer desgarrada que rememora los convulsivos acontecimientos que ha sufrido tras la violenta muerte de su hijo. Quien habla es una madre sola y exiliada, que extraña la felicidad perdida a causa de las decisiones de quien sigue siendo su hijo, a pesar de haber seguido un camino que ella no llega a comprender. Desde su humanidad, María sumerge al espectador en un clima emotivo y profundo. Invadida por el desgarrador duelo, en ella se entrecruzan la ternura, el miedo y la fe para dejar ver el simple y a la vez complejo vínculo entre una madre y un hijo, dice el Departamento de prensa del CTBA. Desde Editorial Sudestada, conversamos con Eleonora sobre la puesta y lo que significó para ella ponerle voz a esta mujer

Por Natalia Bericat

Este unipersonal, acompañado por la música de Fernando Albinarrate, pone de manifiesto un Testamento: declarar esas últimas palabras que en este caso una mujer, una madre, tiene para decir. La voz y el piano se conjugan para trasladarnos a otro tiempo dando ritmo al corazón de María que late y late por su hijo muerto en la cruz.
En El testamento de María nos encontramos con el relato de lo íntimo. Escuchamos por primera vez una voz que no está mediada por los hombres de su época. Un relato renace después de más de 2000 años para contarnos esa pulsión en el pecho que tiene María hasta el momento de ser santificada. Quebrando un rol pasivo y determinado por las leyes divinas, María se mueve por el escenario con el poder de la oralidad y los gestos. Escuchamos a una mujer, quizás la más conocida de la historia de la humanidad, con el asombro de lo desconocido. Nos acercamos a María como si nunca antes hubiésemos escuchado hablar de ella. El dolor y la culpa atraviesan el escenario para dar cuenta de una mujer a la que le impusieron un discurso, un rostro y un destino. Vemos esta obra con el cuerpo y el ritmo de la palabra que circula entre flores en el piso y una jaula que se impone en el escenario.

¿Cómo nace la adaptación de esta obra que tiene un lenguaje poético tan maravilloso?
En realidad esta obra es de Colm Toibín. Él fue el que propuso esta mirada completamente diferente de María. Yo la primera vez que la leí, lo que sentí fue una cosa muy en carne viva, algo que nunca había tenido: esta imagen de María. Lo interesante que hizo Julio (que hicimos un poco juntos pero hizo él más que nada) fue una adaptación entre la versión teatral española y la novela. Había imágenes muy potentes, que estaban en la novela, que para mí hizo que creciera un montón el texto. A eso se le suma que tuviera poesía ,como bien vos pudiste apreciar.
Es mostrar esta madre, esta mujer en primer plano, ponerle voz a la culpa, al dolor descarnado, ese dolor que nunca se va a ir. Es ponerle voz a esa necesidad de volver el tiempo atrás. Ella quiere volver el tiempo atrás cuando su hijo era solamente un niño.

Es una obra que habla mucho sobre la maternidad y ese rol que no fue abordado en la figura de María en la historia de la humanidad…
Sí. Hay algo del desconocimiento de su propio hijo. Hay cosas de tu hijo que no te gustan y que ves y que observás, (a vos como madre te debe pasar, a mí me pasa también). Lo que me gusta en relación a eso es la humanización de todos los personajes, pero fundamentalmente de ella desterrada en Éfeso, donde se siente acosada y acorralada por esos discípulos que intentan contar la verdad que ellos quieren contar. En esta obra ella va a contar solo su verdad, que es esta novela, que podemos tomarla como algo quizá bastante cercano a lo que sucedió. Eso no lo sé. Mientras tanto le ponemos la piel, el cuerpo y el alma a ella ahí.

Hay una superposición de tiempos en la obra ¿no?
Lo que hicimos con Julio fue atravesar momento a momento. Es un relato donde va desde un tiempo a otro. Fíjate que empieza en un presente, que no entendés bien dónde estás, es una especie de interrogatorio. Luego va a un pasado no tan presente. Luego al pasado pasado: el Shabat. Se va recopilando toda la historia y así es como un vaivén de emociones todo el tiempo que lleva al público y a mí misma para interpretarla.
Fundamentalmente tiene que ver con rescatar a esa mujer de campo, esa mujer que intuye, esa mujer que no entiende lo que escriben porque no sabe leer, Rescatar a esa mujer que amó, esa mujer que amaba el Shabbat y la calma de ese momento. Esa mujer que tiene una ira enorme, que esconde un gran dolor con un hijo brutalmente asesinado. Aparece también la culpa de haberlo dejado ahí y pregunta si todo eso se va y si todo eso valió la pena. Ese primer plano de la voz de María me encanta.

FICHA TÉCNICA
*Esta versión en español de El testamento de María es de Agustí Villaronga y Enrique Juncosa, y la actriz está acompañada por la música en vivo de Fernando Albinarrate, autor de la misma, así como del diseño sonoro.  La producción artística es de Juan Iacoponi, el diseño de vestuario de Ana Sans, el diseño de escenografía de Jorge Ferrari y el diseño de iluminación del propio director Julio Panno. 

*Las imágenes son gentileza del Teatro San Martín y el lente es de Carlos Furman

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