@ojonomade
El jueves 7 de diciembre, en el Tano Cabrón , festejamos nuestros 22 años de periodismo en la calle con un puñado de poetas que nos atravesaron el cuerpo y que nos hicieron emocionar con sus versos y palabras. Nina Ferrari, Mariela Peña, Matías de Rioja, Morena Ponce, Esther Pineda, Gemma Ríos, Vicente Quintreleo, Lola Lamar, Agustina Justin, Jay Broin, Elvio Báez, Leandro Bartolotta, Damián Quilici, Gustavo Yuste, Mariana Finochietto, las pibas de La Garganta Poderosa, Martina Cruz, Cecilia Solá, Mariela Gurevich, Issac Castro, Analía Cobas, Celina Racca, Natalia Bericat y Juan Solá, compartieron con sus lectores sus poesías acompañados por la música y la guitarra de Perro Segovia. Con la capacidad del lugar colmada, y con la alegría que no podrán arrancarnos nunca, el Festival Sudestada fue una verdadera fiesta de la poesía, el arte y la resistencia colectiva. En momentos donde nos quieren diseminados, adormecidos por el odio, nosotres hacemos una trinchera de versos. Las voces diversas, durante cuatro horas de lecturas, mostraron una vez más que la poesía es esa herramienta poderosa que nos conmueve y nos moviliza.
Fotos de Doris Sanabria @ojonomade
El cierre estuvo en la voz de Juan Solá quien nos recitó su poesía Futuro de su último libro de poesía Hombre de la trilogía Fragmentos de futuro:
Futuro
Mi amor, te pido perdón,
prometí proteger el jardín que me diste,
pero el mundo que viste
se secó frente a mis ojos.
Perdieron los pájaros y yo no sé
con qué palabras decir este duelo
ya no habrá entre las nubes latido posible,
es como si se hubiese muerto el cielo.
Encima de mí sobrevuelan nada más que los drones
los satélites, los helicópteros y los aviones
y ninguna de esas cosas
tendrá jamás
corazón.
La gente todavía se besa
a pesar de las lenguas que sangran
de pasar tanta sed
de lamer tanto polvo
de bañarse en tanta lluvia ácida
la gente se besa en la boca
pero no se promete nada
prometer es cosa de un tiempo que viene
pero ya nada viene
para aquellos capaces de pulverizar
hasta la esperanza.
Paisaje desfigurado por la herida del progreso,
allá donde había carne ya no quedan ni los huesos,
allá donde hubo urbe ahora hay ceniza volcánica,
el mar y sus fauces de espuma
devoran los bordes de un mundo en llamas.
La infancia que heredaría la tierra
murió hace apenas un segundo
vi a sus madres acostarlas para siempre
en las entrañas secas del mundo
comprendí que el ritual siempre sobrevivirá al entierro
vi a mil hombres llorar juntos
y creí que yo también había muerto.
El mundo nos está estrangulando y
son nuestras las manos,
son nuestros los dedos
y también nuestro el cuello,
es nuestro, tan nuestro
este modo morboso de unir
el horror y lo bello.
Cómo habremos hecho nosotros, mi amor,
para sobrevivir a tanto infierno
¿habrán sido tus canciones?
¿habrán sido mis cuadernos?
El mundo se ha vuelvo tan vertical que da vértigo
el horizonte le pertenece a los que duermen
en la cima del concreto.
Ya nunca volví a escuchar un violín
la gente con sed nunca toca el violín
la gente con sed nunca escribe poesía
no baila
la gente con sed nunca baila
no puede
la gente con sed nunca canta
la gente con sed no se ríe
la risa aquí ya no existe
cómo puede dejar de reírse la gente
si reírse es una cosa que viene con uno
una semilla en las tripas
recién ahora comprendo:
han talado hasta el monte en mis vísceras.
Mi amor,
vengo del futuro,
vos estás ahí
pero el río no.
Fotos de Emilio Mendoza
Librería Sudestada se hizo presente con nuestra colección de poesía Sudversiva y los más de 27 libros de poesía que publicamos desde 2019. Una colectiva de poetas que sigue creciendo y que seguirá dando cuenta de la diversidad de voces que nos habitan. Podés conseguirlos en nuestra web o a través de este link
Registro de Karina Díaz