Gran Hermano: el oro a la decadencia

Por Editorial Sudestada

Ayer se entregaron los premios Martín Fierro. La frivolidad de lo que llaman “glamour” dominó las pantallas y la celebración de una entrega de Premios que sigue demostrando la decadencia de la televisión argentina. Hace años que no esperamos el culto en los canales de aire, porque lo han desterrado, sin embargo extrañamos aquellas grandes series, los unitarios que nos aportaban mucho más de lo que creemos, los documentales, o la ficción apuntada al contenido y no a la vista gorda de la medición del rating, comparada con los “me gusta” de las redes sociales, que de la misma manera y forma, trabaja mucho más en la imagen que en el contenido. Y así funciona, y así se crea el desprestigio de aquello que nos podría ofrecer otra mirada, y el poder de interpretación. Porque en los canales de aire, los programas políticos se convirtieron en chimentos. Los chimentos en lo más burdo. Las ficciones en guiones que se escriben sobre lo que va midiendo cada emisión.

Los noticieros una bandera partidaria depende del logo de arriba. Y lo de anoche un broche de “oro” a toda la decadencia que no cesa, y que se afirma frente a una pantalla cada vez menos consumida pero con repercusión. El “Oro” para Gran Hermano, un programa realizado con varias personas que ingresan a una casa a mostrar sus miserias, a competir, pelear, sacar los trapitos al sol, mentirse, confabular, traicionar, para inundarnos de una frivolidad asfixiante, que se complementa con la cobertura del día a día de los participantes frente a las cámaras. Del otro lado, en el Estudio con el “gran ojo” cerca, un rejunte de pseudos periodistas, chimenteros de cámaras coloridas, opinólogos de lo que no saben, personajes que ni se preguntan qué hacen ahí, y horas y horas para hablarnos de cómo come la manzana tal, o cuánto tardará en darle un beso aquel, y en el medio la discusión entre gritos que llaman debate. Y decadencia…
Esto se lleva el Oro. Esto es lo que nos ofrecen a diario. Esto es lo que premia la televisión argentina. Esto es cuando a la cultura la convierten en un producto.

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