La otra guerra: el día después de Malvinas

“Yo supe cómo había muerto mi hermano veinticinco años después de la guerra”.
“Yo pensé que ese cementerio estaba vacío”
“Yo siempre creí que él iba a volver”

La otra guerra es un libro de la escritora Leila Guerriero publicado por Nuevos cuadernos Anagrama que recupera la memoria sobre la guerra de Malvinas a partir del día en que llega la hora de ir a reconocer los cuerpos de los caídos. La crónica, una vez más, pasa el cepillo a contrapelo de la historia para resaltar esos fragmentos que dan cuenta de la guerra, la muerte y la oscuridad de la Dictadura en nuestro país.

Por Martín Bericat

¿Cuándo termina una guerra? ¿Qué pasa cuando termina una guerra?
Es 14 de junio de 1982, último día de conflicto armado en Malvinas. Centenares de soldados argentinos se preparan para regresar al continente. Son muchos, en su mayoría jóvenes. Regresan montones, pero no todos.
Al día siguiente, desde Londres se le encarga al coronel Geoffrey Cardozo que viaje a las islas a sepultar a los soldados británicos caídos. Cardozo, 32 años, arriba al poco tiempo a las islas para cumplir con su deber.
En el paisaje frío y duro de Malvinas, el coronel encuentra lo que no esperaba. Cadáveres. Cadáveres argentinos sin sepultar. Confundido, comunica la situación a sus superiores. Desde Londres se decide consultar a la Cúpula Militar Argentina sobre cómo proceder. El problema es un detalle: los documentos británicos mencionan la repatriación de los restos, mientras que para el gobierno argentino el archipiélago es parte integral de su territorio, por lo que no es jurídicamente posible repatriar nada.
El gobierno militar autoriza el entierro de los caídos en Malvinas y Cardozo realiza una tarea fúnebre que no esperaba y para la cual no estaba preparado. Consigue reunir doscientos treinta cuerpos de los cuales ciento veintidós no logra identificar. En esas tumbas de caídos mudos agrega una frase:

Soldado argentino sólo conocido por Dios.

Mientras tanto, en el continente los familiares de esos mismos soldados se agolpan contra las bases militares preguntando por sus hijos, nietos, sobrinos. Salvo poquísimas excepciones, el Estado argentino no comunica oficialmente el fallecimiento de ninguno de los caídos.

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Pasarían casi veinticinco años antes de que Julio Aro, excombatiente, arribe a Londres para asistir a unas jornadas sobre estrés postraumático y, por esos azares de la vida, su traductor sea Geoffrey Cardozo, quien acabaría enterándose ahí mismo que los familiares argentinos no tenían idea de su trabajo. En ese viaje le entrega a Julio Aro una copia de su informe. “Sabrás qué hacer con él”. Aro no lee inglés, por lo que el papel viaja con él de vuelta a Buenos Aires, cargando los nombres que muchos buscaron durante décadas.
A partir de estas escenas, Guerriero reconstruye la historia de la lucha por la identificación de los cuerpos en el Cementerio de Darwin. El tema moviliza fibras profundas; familiares a favor y en contra, agrupaciones de excombatientes, fe y desconfianza depositadas por igual en el Equipo Argentino de Antropología Forense, llegando a acusarlos de provocar un carnaval de huesos. Guerriero los entrevista a todos, incluido al propio Cardozo, pasando por combatientes, militantes y científicos.
El resultado es una crónica ágil y precisa, una pieza periodística que evita los golpes bajos para dar paso a texto sutil y contundente a la vez. Noventa páginas pequeñas le alcanzan para mostrarnos la más cercana e incómoda de las historias: la que es nuestra.

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