La paradoja del amor

Foto: Nico Ilustraciones

Últimamente el amor romántico está demonizado, resulta que ser romanticxs nos hace villanxs, y a la vez nos deja en un lugar completamente naif. 

Por Bárbara Lorenzo 

“No se puede ser romanticxs, no es real, no existe, el amor romántico nos destruye”, seguramente habrán leído y escuchado todas estas afirmaciones desde hace un tiempo a esta parte…
Lo interesante es que el “El Romanticismo es un movimiento cultural que se originó como una reacción revolucionaria contra la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos.​ La característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista. Y la búsqueda constante por la Libertad, por eso su rasgo revolucionario es incuestionable. El Romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, así como a la vida y al ser humano mismo. 
Con lo cual si la libertad auténtica es su búsqueda constante, cabe preguntarnos, ¿es realmente el amor romántico algo tan nocivo?  Acaso todxs ¿no estamos en una búsqueda constante, acaso no todxs queremos regirnos y movernos en auténtica libertad del sentir y pensar?
Acaso ¿alguien en esta vida no quiere recibir amor y sentirse queridx?
Entonces, ¿es el romanticismo la cara vil del amor en estos tiempos? ¿O la cara vil del amor actual es la indiferencia? ¿O la poca conexión con el deseo real, y el input constante de nuevos mandatos?
Estamos de acuerdo que todxs venimos de una cultura patriarcal, de una cultura que oprime cualquier pensar distinto y alecciona constantemente a quien quiere salirse de la norma impuesta. Sea cual fuere.
Pero, ahora bien, si para salir de esa norma, creamos una nueva, contraria, diferente, revolucionaria y todxs nos pasamos a ella, o al menos nos sentimos presionadxs para pertenecer a esta nueva corriente de pensamiento y sentimientos en cuanto al amor ¿No estamos también dentro de un nuevo mandato?
La idea no es generar polémica en cuanto a los modos de relacionarse o vincularse, pero las redes sociales están llenas de memes, caricaturas, escritos y flyers de cómo cada unx tiene que amar, de qué amor es tóxico y cual es progresista. Nos cansamos de ver como lxs que creen en la monogamia, critican a lxs que creen en el amor libre y relaciones sin exclusividad sexual, y también nos cansamos de ver gente poliamorosx y con relaciones abiertas y “libres” condenar y ningunear a la gente que vive y cree en la monogamia.
Y “libres” en este caso está entre comillas, porque es una palabra llena de relatividad, nadie es completamente libre, menos si vivimos en esta sociedad, todxs los sujetxs estamos condicionados por el entorno, por las normas, las leyes, el contexto y las compañías.
La libertad absoluta de actuar es irreal, por suerte, la de pensar aun no.
Parece una batalla de a ver quién ama mejor, quien concibe el amor desde el mejor lugar, quien logra la relación ideal y cuál es el modelo perfecto que debemos alcanzar.
Cualquier imposición social es un mandato, una creencia. Solo que es un tipo especial de creencia, dado que, nos la introyectamos, es decir, nunca nos cuestionamos excepto cuando inicia un cambio de paradigma.  Suelen ser aquellas cosas que nos dijeron o escuchamos de niñxs y que asumimos como una verdad absoluta, los mandatos sociales no se cuestionan, están ahí y permanecen. 
Claro que ningún mandato es funcional en un 100%, ninguna estructura, ninguna política, ni corriente de pensamiento podría ser 100% funcional a nuestras necesidades y a la vida que llevamos a cabo, ya que partimos de la premisa de que todxs lxs seres somos distintxs y diferentes.
Es muy difícil ponerle una estructura al amor, es muy difícil llegar a los estándares que propone la monogamia y/o el amor libre. Los absolutismos siempre son complejos, además de que no son inclusivos y son separatistas, es difícil porque en cada momento de nuestra vida, nuestros deseos cambian, la realidad cambia, lo cotidiano cambia y el amor también cambia. 
Entonces hay lugar para pensar: ¿existe un modo ideal?
Cuestionemos si es necesario cargar, reírse y mofarse de quienes quieren (y pueden) amar a muchas personas a la vez, de quienes tienen múltiples parejas estables (o no), de quienes eligen vivir y relacionarse en una absoluta monogamia. 
Eso sí, cuestionemos si hace falta opacar otros sistemas relacionales y otros modos de vincularse solo para convencernos de que el nuestro funciona.
Podríamos intentar ser fieles a nuestro sentir, repensarnos e intentar cuestionarlo todo, el diálogo y la empatía son las únicas herramientas que no fallan, o que al menos aún siguen funcionando y siendo superiores a muchas otras herramientas, estas nos permiten encontrarnos con le otrx, cara a cara, y con nosotrxs mismxs También, ¿por qué no? 
Desde un lugar de verdad, dejando de lado el ego, el yo superior y la presión de tener que amar de tal o cual manera
Porque si nos preguntamos ¿qué es el amor? A más de unx le costaría definirlo con palabras, es uno de los sentimientos más complejos que tiene y siente el ser humano, también es el más efímero y el más poderoso a la vez.
Entonces, ¿porque hablamos con tanta soltura del romanticismo, del amor, del poliamor, de la monogamia y de la exclusividad (o no) sexual? ¿por qué? ¿qué derecho creemos tener para señalar con el dedo acusador a lxs demás? 
No hay clave en las relaciones, la clave somos nosotrxs, el respeto, el deseo real del cuerpo, de la mente y del sentir. Esa es la clave. 
La fidelidad con unx mismx (además de con la otra persona en los acuerdos que decidan sostener), si no podemos ser fieles con nosotrxs, no podemos prometer, ni dar, ni acompañar ni compartir nada real con un otrx.
No hay estructuras para el amor, y menos para las parejas, triejas o vínculos que tengamos. Esto debería ser obvio y quedar muy claro, pero en estos tiempos que corren, no parece ser algo tan claro de ver, y de sentir.
Y repito, no creo que se trate de polemizar los modos relacionales, todo lo contrario, se trata de cuestionarlos todos, de elegir conscientemente y de proponer una revisión cotidiana y sistemática de nuestros vínculos y la forma en que los llevamos a cabo. 
Se trata de repensarnos, y de antes de repetir que “el amor romántico es una mierda”, que “en el poliamor son cornudos concientes”, que “la monogamia no funciona”, que “la no exclusividad sexual no es posible”  podamos ser respetuosxs, reales y tengamos el valor de primero ver hacia dentro, para luego opinar desde un lugar constructivo  hacia el afuera, y ahí sí que ardan todos los sistemas relacionales entre seres humanxs, para poder construir desde la plenitud y el goce, desde el deseo y la libertad.

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