Las mujeres en los medios y el feminismo que marca agenda

Por Florencia Da Silva

Hasta hace poco, las mujeres periodistas estaban en un segundo plano ya que esos espacios de poder estaban ocupados mayoritariamente por varones. Las mujeres en las redacciones siempre estuvieron, pero eran las menos y su voz no era escuchada de la misma forma que las de sus compañeros. Como consecuencia del mundo patriarcal en el que vivimos, la comunicación fue (y todavía es) machista. Los casos de violencia se contaron de las peores maneras, el respeto para las víctimas era nulo y se construyó un sentido común en donde las mujeres siempre estaban en un segundo plano. Hoy la situación está cambiando: el feminismo marca la agenda y la perspectiva de género llegó para quedarse. “La trampa del periodismo feminista es que a la vez que comunicamos, tenemos que estar transformando socialmente todo. Es un periodismo que está destinado a narrar los hechos para cambiar la sociedad entera”, aseguró en exclusiva para Revista Sudestada Marta Dillon, periodista y una de las fundadoras del movimiento Ni Una Menos. 
“El contexto patriarcal no terminó pero cuando era chica estaba mucho más marcado. Las redacciones eran masculinas y las mujeres que estábamos teníamos que masculinizarnos para poder tener visibilidad. Mi primer trabajo fue en la sección de policiales y eran todos varones. En aquel momento tenías que estar atajando los avances  de todo el mundo, que ahora vemos que son violentos, y para una chica de 22 años no estaba bueno”, contó Dillon. 
La urgencia de comunicar con perspectiva de género se volvió innegable. Los famosos titulares violentos sobre los femicidios, el morbo detrás de los asesinatos y la constante repetición de los dichos machistas están llegando a su fin, aunque todavía se siga repitiendo en varios medios. Ahora esas violencias no pasan desapercibidas, hay una sociedad que frena el carro y cuestiona. “Hemos impuesto desde los feminismos una manera de tratar la violencia. Sin embargo, lo que no entienden los medios hegemónicos es que hay una estructura social que hace posible esas violencias. Todo el tiempo están protegiendo esas estructuras y ponen mucho énfasis en el morbo, en cómo se mató a alguien y cuando no hay una ‘buena víctima’ no hay nota”, expresó la periodista y directora del suplemento Las 12.  Y agregó: “Necesitamos una transversalidad que ocupe todas las áreas que cubre el periodismo y que en todas haya perspectiva de género”. 
Respecto a este tema, Claudia Rafael, editora de Pelota de Trapo, dijo: “Creo que hay un problema transversal más allá de cuán masivo pueda o no ser un medio. Claramente, hay infinitos periodistas que siguen hablando de “crímenes pasionales”. Y no sólo se le da una impronta revictimizadora a la noticia en sí sino que, además, un aditamento clasista”.  La editora explicó que no tienen el mismo estatus mediático Angeles Rawson o Lola Chomnalez que chicas como Juana Gómez, adolescente qom de las afueras de Quitilipi, en el Chaco profundo o desde el conurbano bonaerense Melina Romero -estereotipada con aquel título ya emblemático que hablaba de una fanática de los boliches que no estudiaba ni trabajaba-. “Las cuatro fueron víctimas de feminicidio pero sus historias no fueron abordadas desde el mismo lugar. Todo lo contrario”, señaló Claudia Rafael.
Claudia Rafael edita en Pelota de Trapo, una Agencia de Noticias de Infancia y Juventud y cuando le preguntamos sobre su trabajo en la inclusión de la perspectiva de género en las notas, respondió que por el hecho de ser una agencia de infancia y juventud, trabajan mucho en sus notas la perspectiva respetuosa de la realidad de las infancias. Y las temáticas que abordan tienen que ver con las niñas que han sido victimizadas en los medios. “Ahí está el gran desafío. Y para eso es imprescindible no quedarnos en la superficie y en el análisis bizarro de la realidad de las infancias. Somos muy cuidadosos con la imagen de las chicas victimizadas por sus victimarios para no caer en esas trampas tan feroces”. Claudia explica que los medios suelen meterse en las vidas de esas nenas y es eso también contra lo que escriben. “Es muy triste ver cómo se las expone, con qué crueldad se las desnuda publicando fotos de las redes sociales mientras que sus victimarios son protegidos. Porque con esas típicas selfies de las redes se está queriendo decir lisa y llanamente que ‘esta pibita se la buscó’ mientras al victimario se lo cuida por razones meramente legales”. 
Cuando se piensa en grandes periodistas, los nombres apuntan a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Osvaldo Bayer y tantos otros. Pero ¿y las mujeres? “No sabemos quiénes eran esas mujeres que encararon investigaciones de la envergadura Walsh porque, o no fueron reconocidas, o por las mismas trabas para ejercer el oficio”, afirmó Claudia Rafael. Respecto a las periodistas que pudieron hacerse un lugar y destacarse, se refirió a Martha Ferro: “Rompió con todos los moldes, e incluso le puso un nombre hablando de los ‘crímenes de tramontina’. Se metió donde pocos se metían y permanentemente le daba a cada cobertura la mirada de clase. Pero por cada Martha Ferro hay infinidad de mujeres periodistas que pelean a diario desde abajo y que demasiadas veces están invisibilizadas. Y Martha, con la excusa del periodismo policial, se metía con la institución más corrupta y menos tocada de la democracia”. Y agregó: “Hoy y tal vez desde hace rato creo que ya no hay grandes íconos. Ni hombres ni mujeres. Pero eso tiene otras razones de fondo”.
Sobre este tema, Dillon manifestó que las mujeres siempre han sido tratadas de una manera marginal y que hubo cientos de mujeres que marcaron la diferencia. “Stella Calloni, Marta Ferro, María Moreno no tienen la misma relevancia. Alfonsina Storni era periodista y no es considerada como tal. Las redacciones han estado llenas de mujeres invisibles”. 

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