Lengua sucia: el filo de la palabra

 Sentidos.
Oreja lengua nariz
y sobre todo piel y ojos.
Mario Trejo.

Lengua sucia es la antología poética del escritor y periodista Reynaldo Sietecase, publicada en 2019 por Penguin Randon House. En un recorrido cronológico, nos encontramos con los últimos versos, material inédito que lleva el mismo nombre del libro, hasta sus primeras poesías, esas que recuerda haber dejado sobre las mesas de los bares de Rosario en los años ochenta. Escribir poesía es una experiencia mítica, un acto de fe en la palabra, nos dice el autor. Leemos este libro desde esa definición que lo atraviesa: la experiencia del poeta se hace carne en los versos que escribe. 

Por Natalia Bericat

Un ritmo caótico recorre estas páginas sacándonos el aire en cada corte de verso. La ausencia de puntuación nos lleva por un camino sin frenos. Gritos súplicas y rezos/cenizas polen insectos/: no hay nada que separe las palabras cuando el decir es filoso y quema en la lengua del poeta. La foto de tapa de Daniel Mordzinski es una advertencia de ello. 
Sietecase abre un amplio álbum de temas que van de la intimidad vociferada a la coyuntura existencial, de la foto familiar a los vuelos de la muerte, sentencia Jorge Boccanera en el prólogo. Lo personal y lo político se entrelazan en esta autobiografía poética que el autor recopila. El periodista y el poeta escriben en simultaneo para advertirnos del amor, lo erótico, la muerte y la sangre derramada. Una realidad descarnada aparece en su poesía: la risa no es remedio infalible/la revolución no ocurrirá, dice mientras reflexiona. 
Lengua sucia nos habla también de la infancia, ese instante que la poesía siempre rescata cada vez que camina en reverso hacia el origen del mundo. Encontramos en estos versos al abuelo que baila la cueca mientras la abuela recorre la casa en silencio con su batón floreado. Una calesita que gira, una sortija y esa afirmación del poema: valen la infancia esos viajes a ningún lugar. 
Reynaldo Sietecase escribe desde la orilla del río. Ese lugar de contemplación donde la palabra parece llenarse de calma. Un movimiento tenue del agua donde la memoria resplandece.  Este poemario es también una cartografía, un mapa para perderse como titula uno de sus libros. Cada verso es un camino, una arteria que atraviesa la ciudad con sus calles, sus trenes y transeúntes. Cada poesía es un grito donde los pájaros hacen nido en la boca. 

Esta imagen tiene un atributo alt vacío; el nombre del archivo es banner-naty-1024x340.jpg

Anterior

Los mundos perdidos / Juan Solá

Próxima

No son (sólo) los Talibanes, es el intervencionismo