Sobre el caso de la niña de once años violada y obligada a gestar en Corrientes: cada tres horas, nace una criatura de una niña entre 10 y 14 años.
Por: Cecilia Solá
Mientras seguimos discutiendo si ESI si, o ESI no, y en muchas escuelas, tanto públicas como privadas se continúa enviando notas a la familia, solicitando permiso para que sus hijos e hijas reciban la Educación Sexual Integral que determina la ley 26150, en Argentina, cada tres horas, nace una criatura de una niña entre 10 y 14 años.
Pariendo murió una nena wichi de 13 años, acá en el Chaco. después de que también muriera su bebé.
En Jujuy, el gobernador Morales fue cómplice de la tortura a la que sometieron a una nena de 12, obligándola a gestar y a parir la consecuencia de una violación, porque “había una familia importante” que quería adoptar al bebé. La criatura recién nacida solo vivió unas horas. La criatura que la parió fue abandonada a su suerte, después de incumplir su destino de incubadora.
Lo mismo está pasando en Salta, donde los objetores de conciencia nunca implementaron el protocolo de la Interrupción Legal del Embarazo para asistir a una víctima de violación, que tiene doce años.
Y en Corrientes, donde una niña de 11, también víctima de violación ha sido sometida a la tortura de una cesárea. La médica de la familia los engañó, diciéndoles que una interrupción del embarazo pondría en peligro la vida de la nena. Porque claro, gestar y parir a los once años debe ser coser y cantar.
En Argentina, la ILE está legislada desde 1921. Existe un protocolo de Interrupción Legal del Embarazo desde el 2015. Pero siguen torturando nenas.
Los mismos que rezan en las puertas de los hospitales y enarbolan carteles defendiendo las dos vidas,para impedir la aplicación de la ILE, son incapaces de salvar una.
Los mismos que exigen niñas pariendo, se niegan a niñas aprendiendo a cuidarse, y hasta se atreven a culparlas a ellas. Los mismos que enarbolan la inocencia del feto, pisotean la inocencia de la nena, y protegen al abusador, si resulta que es el tío, el abuelo o el papá.
O si fue consecuencia de esa práctica aberrante que llaman “chineo” y que consiste, nada menos, que en el abuso sistematizado de las niñas y adolescentes originarias por parte de los hombres criollos.
¿Cómo pueden dormir de noche?
¿Cómo miran a sus hijas y nietas a la cara?
¿De qué conciencia hablan, si son artífices o cómplices del terror, la angustia, la tortura física, psicológica y emocional que significa un embarazo en una nena.
Nena.
Nena.
Nena.
Mil veces lo vamos a decir.
Millones de veces. Hasta que ustedes y su aberrante visión de ser dueños de la vida ajena, lo entiendan.
Nenas. No madres.