No es de ahora: Ada Lovelace, la primera programadora de la historia

Desarrolló el primer algoritmo pensado para ser procesado por una máquina. El primer programa informático de la historia. O sea: Gracias a ella tenemos computadora. Nació en Londres el 10 de diciembre de 1815 (Sagitario, signo fiestero si los hay) como Augusta Ada King, condesa de Lovelace, aunque el título nobiliario -siendo mujer en un mundo de varones- a la hora de reclamar derechos, no sirva para nada. Su papá fue el famoso poeta Lord Byron, quien cuando murió su perro escribió un epitafio conmovedor que dio la vuelta al mundo pero al momento de criar a la nena, echó de casa a la madre con la beba al mes de nacida, decepcionado porque dio a luz una niña. Ahí lo tenés al poeta. Su mamá, Anne Isabella Milbanke, la educó haciendo énfasis en las matemáticas, para que no siguiera los pasos del padre y se le diera por escribir. Pasó gran parte de su infancia postrada por distintas enfermedades y a los catorce el sarampión casi la mata.

Por Zuleika Esnal

A los dieciocho años -después de pasar casi tres en cama- se enamoró de un pibe de su edad que la ayudaba con los estudios y vivieron un amor secreto hasta que se enteró doña Isabella, se pudrió todo y despachó al noviecito temerosa de que su hija no llegara virgen al matrimonio, por lo cual empezó a llevarla a fiestas para presentarla en sociedad y conseguirle marido. En señal de protesta, Ada, ni bien llegar al evento de turno, se iba al baño y salía con, literalmente, adornos florales en la cabeza del tamaño de una garrafa, cosa que nadie la sacara a bailar y la dejaran tranquila. Te recuerdo que no estamos en el Lollapalooza, sino en la Inglaterra victoriana.  El asunto de conseguirle a la nena un buen partido no resultó como la madre esperaba y en lugar de eso, Ada conoció en una fiesta a quien sería su gran amigo: Charles Babagge, científico y matemático con quien trabajó durante años hasta que en 1835 conoció a Lord King y lo que sigue te lo resumo porque es un embole: Se casó, tuvo tres pibes y dejó de trabajar. Pero claro, Ada no podía evitar ser Ada y el asunto de cuidar la casa y el grupo de mamis y papis del jardín no eran lo suyo y si bien los primeros años de matrimonio estuvo más o menos contenta, no tardó en buscar otro mentor en matemáticas pagado por su madre que, con tal de que la hija no se divorciara, cualquier cosa. Dicho mentor rajó espantado informando que “su hija no se conforma con aprender las lecciones como cualquier dama, sus preguntas van mucho más allá y no quiero fomentar esa actitud ya que las mujeres no están hechas para estudiar los fundamentos de ninguna ciencia”.
Cuenta la leyenda que mientras el hombre huía despavorido de la mansión, Ada gritó desde sus aposentos: “Go there, fool”, popularizado en estas tierras como “Andá pa´ya bobo” por nuestro querido Lionel.
Ada fue pionera respecto a cuestionar la maternidad como mandato y reclamar que los varones participaran en la crianza de los hijos, pero faltaba más de un siglo para que las mujeres fuéramos escuchadas respecto a esto. Y a casi todo, la verdad. Fue acusada de “demasiado inteligente”, cosa que jamás hubieran dicho de un hombre y aunque los biógrafos varones tardaron décadas en reconocerlo, fue la primera ingeniera de software de la historia. 
A finales de la década de 1840 se volvió adicta a las carreras de caballos e intentó, con unos amigos, crear un modelo matemático para ganar las apuestas que fue un rotundo fracaso y se llenó de deudas. 
Murió de cáncer de útero a los 36 años el 27 de noviembre de 1852. Eduardo Galeano le dedica el capítulo “Las edades de Ada” en el libro de los Espejos. El lenguaje Ada de programación del Departamento de Defensa de Estados Unidos se llama así por ella, y al día de hoy hay premios y medallas con su nombre en distintas partes del mundo.
Ojalá la hubieran honrado cuando todavía estaba viva.

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