A lo largo de la historia la cuestión con las mujeres es más o menos la misma: difamadas, silenciadas, ninguneadas, menospreciadas, plagiadas, olvidadas. No es ninguna novedad. Pero con Ventura Ccalamqui fueron todavía un poco más allá: “No nos consta su existencia”. Y estamos hablando de “Historiadores”, ojo. Varones, obvio.
Por Zuleika Esnal
Esta mujer peruana, que según ellos no existió, el 31 de agosto de 1814, reunió a más de mil mujeres campesinas como ella en la plaza de Huamanga y encabezó la rebelión que puso en jaque al ejército español. Rodearon el cuartel enemigo y les impidieron a los soldados salir a enfrentar las tropas independentistas. Y eso que estaban en ojotas.
De Ventura Ccalamaqui se sabe que era panadera, y quechuahablante y que su nombre significa “Brazo desnudo”. Se enfrentó al capitán español José Vicente de la Moya y le voló la peluca con sus palabras sobre la libertad.
Ventura y las miles de forajidas como ella, contribuyeron a la entrada de los patriotas en Huamanga el 20 de septiembre de 1814, por primera vez en casi 300 años.
Cada tanto, se dignan a reconocer que “Hubo alguien que fue arengando campesinos aquel día”. Ese alguien, fue mujer. Y es parte fundamental de la libertad de América latina. Ventura Ccalamaqui, la forajida según los que mal escriben la historia.
Yo quiero recordarla como la campesina que se le plantó en ojotas a los españoles en nombre de la libertad.
