La tierra prometida de los falsos “libertarios”, teñida de sangre.
Se cumplieron tres semanas de manifestaciones en el país centroamericano y el discurso exitista de la economía dolarizada y de libre mercado pregonada por Milei y sus esbirros, se hace añicos contra la dura realidad que afronta el pueblo panameño.
Por Emilio Mendoza
La ley minera aprobada aglutinó otras demandas como la desocupación e inflación.
En los últimos días, a las manifestaciones urbanas, se le sumaron los levantamientos indígenas y campesinos, que se unieron a los sindicatos para bloquear las principales rutas del país.
Los grandes medios de comunicación, nunca perezosos para vender sus minutos de aire al mejor postor, viraron sus cámaras para comenzar a quebrar la protesta, alentando desde discursos radicales, cargados de odio y racismo, la justicia por mano propia.
La palabra pronunciada en la pantalla hizo eco en Kenneth Darlington, que cargó su arma y disparó contra los manifestantes. El docente Abdiel Diaz fue quien recibió los primeros balazos, Ivan Rodriguez le siguió un segundo después. Estas dos personas asesinadas, se suman a otras dos que han sido atropelladas y fallecieron en distintos bloqueos.
En una economía destruida, atada a la suerte del canal interoceánico donde los dólares esquivan a los sectores más bajos, el gobierno y el fuego mediático siguen entregando la sangre y los recursos naturales del pueblo panameño.