Por y para las mujeres
Esta pintora italiana nacida en Bologna, el 8 de enero de 1637, dirigió el primer taller de pintura para mujeres en una época donde las mujeres no tenían acceso a la formación artística.
Por Zuleika Esnal
Aunque desde muy chiquita mostró su talento, por ser mujer no tuvo acceso a ninguna academia de arte y en lo que respecta a la familia. Su papá (también pintor) dejó en claro que el arte no era cosa de mujeres y le prohibió terminantemente tan siquiera hablar del tema. Así y todo, a los doce años se plantó a quien quisiera oírla: “Yo soy esto” y desplegó los cientos de dibujos que había escondido durante su infancia. El padre aflojó un poco con tal de que la nena no saliera por la calle a revolear bocetos y le permitió la entrada a su taller.
A los diecinueve años consiguió hacerse pintora profesional y se hizo cargo del taller familiar, que repuntó a lo loco gracias a la calidad de sus obras. Sus cuadros eran tan buenos que comenzaron a acusarla de no ser la autora de sus propias obras.
¿Qué hizo? Comenzó a hacer demostraciones públicas y a pintar en vivo para taparle la boca a todo el machiruleaje de la época. Su taller se llenó de discípulas mujeres. El suyo fue el primer taller de pintura de la historia que no dependía de un hombre y que trabajaba exclusivamente con mujeres. El staff constaba de doce pintoras. Y todas fueron atacadas ferozmente, para variar.
Dejó más de 200 cuadros y cientos de dibujos. Transgredió la costumbre de la época donde los cuadros pintados por mujeres eran firmados por un varón y ella misma firmaba sus obras: “Prefiero prenderlas fuego a esconder mi nombre”. Logró el renombre que merecía a fuerza de talento y prepotencia en un mundo y una época que se servía de las mujeres para parir y padecer.
Murió a los 27 años y acusaron a una criada de haberla envenenado. Dato curioso la criada era pintora de su taller. Pero luego de la autopsia se descubrió que había sido peritonitis. Su funeral duró días y estuvo plagado de intervenciones de música y poesía. Decenas de mujeres desfilaron por las calles de Bologna coreando su nombre y levantando, como el estandarte que fueron, sus pinturas.