“Nos denominamos travestis por nuestras ancestras”

Foto: La Izquierda Diario

Alessandra Luna es activista travesti, militante popular por los derechos humanos y la igualdad de género. La semana pasada, participó del ciclo de entrevistas Diálogos necesarios, dirigido por Florencia Guimaraes y conversaron sobre la lucha travesti trans.

¿Qué reflexión y sensaciones te merece que mañana se estrene Yo nena, yo princesa?
Expectativas. Porque yo creo que va a ser pedagógica a la hora de recorrer el tema de los estereotipos que reproducimos, y los lugares ocupamos en los medios también. Encontrar estos lugares donde justamente no se reproducen estereotipos. Primero que nos muestran corriéndose de ese eje que es la otredad y la burla. Por otro lado, está bueno para que sea bibliografía y pedagogía. Así fuera una ficción total, recorre la perspectiva transgénero y no deja de ser una episteme. Celebro y agradezco esta puesta para visibilizar que las infancias existen. También aparecieron algunes niñes que empezaron a hablar en voz propia, y eso es importantísimo porque pareciera que nosotras y nosotres salimos grandes de un huevo kinder.

El movimiento terfs sostiene discursos de odios que son tan profundos ¿Qué opinás de esto?
El discurso transodiante que es transexcluyente va seguir existiendo. Es una lástima, pensamos que se tiene que debilitar pero se hace más fuerte. Tenemos un transfeminismo que es mirado en el mundo para la construcción de conceptos, pero quizás muchísimas activistas se vician y empiezan a tener una mirada eurocéntrica, colonizadora. En lugar de exportar nuestro transfeminismo empiezan a importar feminismos europeos de vuelta, con discursos transexcluyentes, biologicistas, hetero cis sexista y hay una regresión. Nuestro feminismo, nuestras construcciones de conocimientos LGBT son de vanguardia y son para exportar. Esto nos hacen ver muchos países, pero acá siempre mirando Europa, mirando España que son terriblemente fascistas, transexcluyentes, misóginos y pasa mucho en el abolicionismo.

Nosotrxs insistimos en que el binarismo es un constructo social de los géneros
En las civilizaciones antiguas no existían solamente las perfomáticas binarias. En realidad en la antigüedad las personas tenían diferentes perfomáticas, no se organizaban de acuerdo al género ni a la clase social. Aníbal Quijano habla de la colonialidad del poder, a partir de la colonización a través del cristianismo donde la raza blanca era considerada superior. María Lugones, que es una feminista muy importante, afirmó que el género también es para colonizar y ella va demostrando de que el género es un constructo. Al final de la Edad Antigua, a través del cristianismo, se empieza a repartir el binarismo de género, el hombre y la mujer, y todo lo que no es reproductivo era descartado y patologizado, con un fin capitalista. Cuando hablamos de las miradas conservadoras tenemos que mirar mucho más al fondo. No es una corneta que empezó de dos, la diversidad existe desde que existe el ser humano. Luego hubo un encorsetamiento. Ahora estamos luchando por el reconocimiento de derechos, por la reconquista de derechos, no tenemos que naturalizar que el origen era binario, bisexista. 
Hoy por hoy sabemos que no hay justificación científica para dividir a los seres humanos solamente en un binomio. Sabemos que la sexualidad en realidad es un espectro, y que los fenotipos hombres y los fenotipos mujeres son los extremos, en el medio existe todo un rango de personas que no son necesariamente hombres y mujeres. Se quiere naturalizar que solo existe el hombre y la mujer. Si no respondes a lo que te dicen con tu genitalidad cuando nacés solo podés ser trans. Y no todo lo que no es cis es trans. Acá también tenemos ancestras que son femeneidades no cisgénero que fueron eliminadas por la colonización.
Cuando hablamos de que nos quieren colonizar, nos referimos a este nuevo discurso colonial de lo trans que es un paraguas que se nos tiró encima a todes sin preguntarnos si éramos trans, si nos identificamos como femeneidades ancestrales, originarias, porque la identidad no es sólo el género, es también la regionalidad y la ancestralidad. Eso es violencia y colonización, es un dispositivo colonizador actual que a nosotras constantemente nos quiere meter dentro de su aparato y tenemos que estar explicando por qué somos travestis y no trans. Nos denominamos travestis por todo el desarrollo que tuvo Lohana Berkins a nivel político, pero podemos seguir profundizando más y yendo hacia atrás hasta conectarlo con nuestra ancestralidad y nuestra tierra, como muchísimas culturas originarias. 
No pueden enojarse con nosotras cuando nosotras estamos permanentemente defendiéndonos de la violencia del paraguas trans. El colonizador no son ellas, las compañeras trans, sino el discurso y el aparato. Para mí lo binario no existe, es una ficción fuerte y violenta. 

¿Por qué creés que hay tanta resistencia en general al lenguaje inclusivo sobre todo en los varones machos fachos y violentos?
Le podríamos llamar lenguaje no binario también. Es parte del panóptico, nos decía Foucault. Tenemos un ojo, que antes era dios, y hoy es el sistema que hace dóciles a las personas y vuelve a reproducirse con disciplinamiento, con dispositivos que van penalizando esto en la familia, en la calle, etcétera. Cada vez que hay un avance en el reconocimiento de los derechos, agarrate catalina que se vienen los ataques machistas y patriarcales terribles. El lenguaje inclusivo o no binario da ese miedo a perder el poder.

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