Pablo Sierra: “Hay que pasarle la pelota al lector”

Con Pablo nos conocemos hace años. Es un sujeto salido de las entrañas de Puán que estudió la carrera de Historia. Hoy hay humedad en el ambiente. Quedamos en encontrarnos en el café Sócrates, el bar de la esquina de la facultad que, según el mito, es de propiedad de José Luis Chilavert, el arquero que le metió el histórico gol al Mono Burgos. Sócrates solía ser un bar con mesas antiguas y mozos viejos, de esos que se acuerdan lo que pide cada uno en una mesa de veinte personas. Hoy está remodelado y perdió la mística de antaño, aunque algunos mozos siguen siendo los mismos y las sillas son mucho más cómodas. 

Por Mariela Gurevich

La humedad ahora se hace cada vez más tangible, hasta se puede sentir su gusto en la lengua al respirar. Minutos antes de encontrarnos, se desata la tormenta, casi un huracán en el barrio de Caballito. La lluvia vuela de costado y la gente espera a resguardo a que pare aunque sea un poco y nos deje salir a nuestros destinos. Cuando llego, Pablo está impecable, no lo agarró la lluvia. Me espera con su nuevo libro en la mano con una bella dedicatoria que me pide lea después para no hacerlo sentir incómodo. En la dedicatoria, que leo después de nuestro encuentro, dice que su libro es como un pedazo de su carne. Así vive Pablo Sierra la literatura, con todo su cuerpo entregado a las palabras.
A escribir empezó en su adolescencia como muchos, pero no lo compartía. En 2013 empezó a pensar en un proyecto de escritura y a asistir a talleres literarios. Uno de sus primeros talleres fue en de Elizabeth Lerner, quien falleció en la pandemia y a quien dedica el libro. 

P.S: Desde ahí empecé a publicar cuentos sueltos en algunas revistas y este libro que sale ahora, Algo se va a romper, es el primero que escribí. Son una serie de cuentos que pensé ya como libro. Son cuentos anteriores a la novela, Los escondites, que en cambio tiene que ver mucho con experiencias personales, es un laburo de catarsis más allá de lo literario. Tiene que ver con un vínculo muy intenso, tóxico se dice ahora, que me marcó mucho y luego de esa separación que fue muy traumática, escribí esta novela de un tirón. La escribí en un verano, toda así como está. Es una novela desordenada, pero salió así. Mi plan original era ordenarla, mi plan era armarla como una película, pero no la ordené. Me copó la idea de que el lector, la lectora se curta y la ordene como pueda. Yo creo mucho en eso, en la idea de apostar al lector  que en el libro de cuentos ya estaba porque fue escrito antes que la novela. Creo en que el lector entienda lo que necesite entender, que construya. Un amigo muy querido me hizo una devolución muy linda de la novela, me dijo : “Da la sensación de que no pasa nada pero pasa de todo por dentro”. Y un poco es eso, pasarle la pelota al lector y que haga con eso lo que le parezca. Que pueda reconstruir una narración en el medio de esta catarsis , de este grito desgarrador. 

M.G: Algunos tópicos dentro de la novela que me gustaría que desarrolles: la cuestión esotérica, la cuestión del cuerpo, la muerte, la marginalidad. También este personaje Mimado de Dios que sufre toda esta transformación.

P.S: El esoterismo es un elemento que está presente, es un lenguaje que me atrae y que además tiene que ver con mis estudios, con mi formación. Yo me especialicé en estudios de esoterismo occidental en el Renacimiento y ahora lo retomé, estoy haciendo una maestría en la UNSAM y quiero terminar mi tesis que es sobre alguno de estos magos, alquimistas, astrólogos del Renacimiento y su pasión. Me interesa mucho este lenguaje, más allá de la creencia. Yo soy ateo, pero me interesa como lenguaje, como forma de dar o desarmar sentidos. En la novela está muy mezclado con el ritual católico, que es algo que me marcó mucho en mi infancia porque tuve una educación católica. En la novela, aparece mucho el ritual de la misa que está ligado a lo esotérico porque tiene que ver con la palabra como portadora de poder en sí misma, más allá de su sentido semántico. Eso es algo muy del ritual mágico, también está muy presente en el ritual católico que después las iglesias protestantes lo captan. Hay acá una riqueza estética y de sentido que me interesa explorar, es una de mis obsesiones. Lo que aparecen en esta novela son creo mis obsesiones. El tema de los cuerpos y las infancias aparecen también. Las infancias entendidas en un sentido complejo. 

M.G.: También el título del libro, Los escondites, juega con la idea del juego de las escondidas en la infancia. Los grandes miedos, los grandes monstruos de la infancia.

P.S.:  El terror infantil es algo que no sé si vuelve en otro momento de la vida y es de una profundidad y una complejidad que uno olvida, uno reprime. La novela es una especie de catarsis, de exorcismo y está jugando todo esto ahí, está jugando también el tema de la muerte y la metamorfosis. Pero para mí si yo tuviera que decir en una palabra de qué trata la novela es sobre un duelo que no se puede elaborar, que no hay palabras para elaborarlo. La infancia también es eso la pureza de palabra, hay pocos recursos de expresión o por lo menos que tengan que ver con el lenguaje. Entonces ahí el mundo mágico, lo esotérico, lo religioso, lo místico, lo ritual cobran un sentido muy rico porque reemplazan el lugar de la palabra. 

M.G.: ¿Cómo aparece lo marginal en la novela?

P.S.: Tuve distintas devoluciones sobre el tema. Sabía que si me metían en un universo marginal corría el riesgo de caer en el miserabilismo. Es siempre un dilema porque uno corre el riesgo de hacer equilibrio entre la corrección política, la conmiseración y del otro lado la celebración de la marginalidad, hacer de la marginalidad una estética para consumo de los que no pertenecen a ese lugar. Yo no vengo de ese lugar que narro, entonces ¿Cómo evitar la mirada exótica? Yo llegué a ese universo por experiencia personal, pero por haber hecho ese duelo que tiene que ver con una historia con una persona y su entorno que sí venían de ambientes marginales. No encontré otra manera de narrarlo que no fuera esta. Mi estrategia fue construir un narrador externo, que es omnisciente y narra desde un registro culto, no lo hace desde el registro de los personajes. Por eso también evité la primera persona y en general la evito.

M.G.: Contanos un poco del libro nuevo.

P.S.: El libro salió este año, pero fue escrito a lo largo del 2018 y parte del 2019. La temática central en este caso es la fragilidad. Creo que uno de los grandes problemas de la actualidad es que lo viejo está roto, pero como todavía no hay nada que lo reemplace permanece roto a punto de romperse. El libro está divido en dos apartados. Lo que está adentro y lo que acecha, que son las dos dimensiones de la fragilidad. En la mayor parte de los cuentos no pasa nada o pasa muy poco objetivamente. La narración está centrada en lo que va por dentro o la sensación de que algo acecha, de que hay un peligro y que no siempre llega a materializarse. Son casi todos personajes masculinos, incluso el cuento en el que la protagonista es mujer está narrado por un varón. Son hombres asediados o que se sienten asediados, que tienen que mostrar una cosa al mundo, pero por dentro hacen agua. El libro se trata sobre eso, sobre la fragilidad en general y en particular de la fragilidad del ser masculino. 

M.G.: Acá en la solapa del libro dice que sos militante trotskista ¿tu militancia aparece en tu literatura?

P.S.: Yo creo que los dos libros están atravesados por la militancia. No me gusta la literatura panfletaria pero sí aparecen en mi novela las obsesiones por la injusticia social, por la explotación. La exploración de la vulnerabilidad yo creo que está atravesada por mi experiencia militante, por mis ideas, por mis preocupaciones, por mis ideales. En el libro nuevo, hay un cuento que es sobre militancia que después se va para cualquier otro lado, pero el marco es de militancia. Pero siempre aparecen estos temas como trasfondo. 

M.G: En tu práctica docente, ¿aparecen en tus clases de Historia la literatura?

P.S.: Siempre aparecen. Si me puedo considerar un historiador, soy un historiador de la cultura. Apuesto siempre por interpretar el relato histórico a partir de la cultura. Es una forma de entrada, la mejor manera de entender una época es entender primero sus miedos, sus obsesiones, sus angustias y eso se plasma mejor que nada en sus textos, en sus obras de arte, en sus formas, en su estética.  Mi clave interpretativa para entrar a cualquier época, cualquier contexto es explorar sus creaciones, sus engendros. 

M.G.: ¿Cuáles son tus nuevos proyectos?P.S.: Estoy con otro libro de cuentos más reciente que es el último que escribí que se llama La niña cerdo y otros relatos y Atípatro que es una nouvelle o un cuento largo. Está emparentado muy de lejos con esta otra parte de mi vida, un poco menos oscura, así que tiene otros condimentos. Es un libro más fuera del closet, este está todavía muy en el closet, la fragilidad tiene que ver un poco con esto.

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