Matías Barutta: “Pareciera que ya nos estamos acostumbrando a que se prenda fuego todo”

Hace apenas unos días el fuego arrasó con muchísimas hectáreas de campo y muchxs vecinxs estuvieron a punto de perder sus viviendas, en la zona de Campana. El humo se dispersó incluso hasta la Ciudad de Buenos Aires y otros lugares cercanos. Desde Sudestada nos comunicamos con Matías Barutta, que nos envió esta crónica sobre los incendios y lo que le tocó vivir. 

Crónica sobre los incendios en Campana

Salí de mi casa como a las 9 de la mañana, había un humo tremendo, creí que era neblina y no, era humo. Es increíble pero pareciera que ya nos estamos acostumbrando a que se prenda fuego todo. Cerca de las 14 me llaman al laburo y me avisan unos vecinos que tenían el fuego a 20 metros de la casa. Llegué y estaban intentando frenar el fuego que había rotado por el viento. En estas situaciones es más la suerte del viento que las buenas intenciones que le podamos poner. Pudieron venir las dotaciones de bomberos, apagaron focos grandes y otros que estaban más arriba y que casi llegan a la casa de otros vecinos, que encima es de gente muy mayor. Pero la realidad es que hay otros lugares a los que los bomberos no pueden acceder y no tenemos medios acuáticos para resolverlo. A nivel local no tenemos ni barcos hidrantes, ni nada de todo lo que es aéreo. 

Los focos más pequeños y dispersos, donde los bomberos no llegan, se fueron resolviendo entre muchos vecinos que saben bastante de esto, con cortafuegos, que son limpiezas alrededor para que el fuego no pase, y contrafuegos, que básicamente es hacer un fuego a contramano para que el otro no pueda caminar y mueran en su encuentro. Generalmente el fuego se mata con fuego, más que con agua, pero hay que saber hacerlo.
Cuando llegué a casa, después de un día largo y muy cansador, se estaba prendiendo fuego enfrente de mi casa. Un cañaveral, que es muy complicado porque la caña puede estallar y tirar para todos lados. Así que estuvimos con los vecinos atentos toda la noche por si saltaba algún foco, y a la mañana siguiente fuimos a bajar los focos que quedaban adentro del cañaveral y de otros lugares que ya habían arrancado. Por suerte a la noche paró bastante el viento, y calmó un poco a los focos. Caminé mucho para adentro y el fuego quemó muchísimas hectáreas. 

Después lo que queda es eso, saber quién fue. Es lo más difícil porque es muy esquivadizo todo. Dicen que agarraron a alguien caminando con bidones, que sería bastante obvio, otros decían que habían visto una camioneta que entraba y que tenía bidones, y la verdad que no sé, es muy jodido todo eso porque como es muy incomprobable se diluye. Puede ser de mala leche por alguna especulación inmobiliaria, de ganado o de lo que sea, por una estupidez al hacer una limpieza rápida de una quema o de un campo, y no hacer las cosas como se deben. Es muy probable que pueda ser eso, porque acá se usa mucho el tema de limpiar con fuego, pero para eso hay que hacer buenos cortafuegos, seleccionar lugares chicos, tener todo controlado, que no haya viento, un montón de condiciones que se tienen que dar. El que compra, viene, quiere limpiar, no conoce, o no le importa nada, y básicamente prende fuego todo. Y es tremendo porque la ligamos todos, ustedes en la ciudad, nosotros acá con miedo a que se nos prendan fuego las casas, y como nadie cae, y mientras no le encontremos la vuelta, va a seguir pasando. 

Si el viento rota estamos jodidos unos cuantos, sino rota están jodidos otros tantos, y así sigue hasta que no llueva. Lo tremendo es que esto no es un fenómeno natural o algo que sabemos que puede llegar a pasar, acá prenden fuego, y estamos jugados a que se te puede prender fuego todo en cualquier momento. 

Imágenes: Matías Barutta

Por Editorial Sudestada

Anterior

“Un pelotón de fusilamiento mediático-judicial”

Próxima

103 años de Rosita y festejo en Abuelas