Reconocer es reparar: la Ley que busca una vejez travesti digna

Imagen: @eugexazar

“Hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas”

Lohana Berkins

Bajo la consigna “Reconocer es reparar”, el activismo travesti-trans lucha por la Ley de Reconocimiento de la Deuda Histórica con la comunidad trans, que está dirigida a las generaciones que han padecido la exclusión social, la negación de su identidad y la violación de sus derechos humanos durante la mayor parte de sus vidas. Las personas que se beneficiarían a partir de esta normativa son las mayores de 40 años que hayan realizado su cambio registral en el DNI conforme a la Ley de Identidad de Género o que acrediten su identidad mediante una declaración jurada simple. A partir de este proyecto, se busca beneficiar con una pensión equivalente a una jubilación mínima y una cobertura integral de salud.

Por Florencia Da Silva

El colectivo travesti-trans es uno de los más golpeados históricamente, tanto por el Estado como por la sociedad. Durante la dictadura y en democracia, fueron perseguidxs por su identidad de género y orientación sexual. En diálogo con Sudestada, Dana Valiente y Patricia Rivas -integrantes del colectivo Las Históricas Argentinas– contaron sus historias, que reflejan la desidia del Estado y la violencia a la que fueron sometidas diariamente por ser travestis en un contexto trans-odiante.  
Patricia es de Beccar, partido de San Isidro, provincia de Buenos Aires. Tiene 56 años. Es sobreviviente de la dictadura militar y de la persecución policial en democracia. Fue secuestrada dos veces: una vez en San Isidro y otra vez en Tigre. Siendo menor de edad fue violada y torturada durante varios días hasta que la liberaron. “Yo digo que fue un secuestro porque era menor de edad y no llamaron a mis padres, no me hicieron firmar a la entrada ni a la salida”, relató Patricia.
En el año 81 la expulsaron de la secundaria por ser travesti y por vivir su transición. Estaba cursando su segundo año comercial. Después fue expulsada de su casa por el padre, aunque el resto de la familia la defendía. “Él no me aceptaba, decía que me disfrazaba. No entendía que el disfraz era estar vestida de hombre”. Además, fue negada al acceso a la educación, a la salud y al trabajo. “El único medio que nos quedó para sobrevivir fue la prostitución, donde estábamos completamente discriminadas. En la provincia con el articulo 68 del Código Contravencional que era prostitución y escandalo en la vía pública, y el 92 que era ropa no adecuada al sexo. Era una total discriminación a las mujeres trans, porque éramos las únicas mujeres que llevaban detenidas”. 

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A fines del gobierno de Raúl Alfonsín y principios del de Carlos Saul Menem se dio una de las matanzas más grandes al colectivo travesti-trans y fue en Panamericana: eran perseguidas y asesinadas en la autopista Ingeniero Pascual Palazzo. “Soy sobreviviente de la Panamericana. Las zonas rojas en ese tiempo eran Munro y nos fueron empujando a la ruta. Yo vi morir asesinadas a tres amigas mías mientras estaba escondida en la banquina. Dos amigas mías fueron atropelladas por la desesperación de correr de los tiros de la policía, Shirley y Vanesa. Con otra amiga íbamos corriendo y ella cayó seca de un tiro en la nuca. Había dos peligros en Panamericana: estaba ‘el cazador mariposas’, que mató a más de 40 mujeres trans. Y también muchas más fueron asesinadas por la policía. Fuimos muchísimas y no quedamos ni en 10% de todas las que éramos”.
El daño que generó la violencia fue enorme, tanto física como mental. “Las cicatrices quedan guardadas en el alma. Desde que empecé a militar fuerte por la Ley de Reparación y que conté tantas veces la historia, empecé a ir de vuelta al psicólogo y al psiquiatra porque estoy reviviendo y soñando las cosas que nunca fueron olvidadas pero que creí que las había superado”, expresó Rivas.
Debido a lo doloroso que puede ser volver a contar lo traumático, se exige que no haya un proceso de revictimización, que suele ser tan frecuente por parte de la justicia que exige a las victimas que cuenten su historia múltiples veces. ”Sólo con decir la edad creo que sería suficiente, porque si querés hacer averiguación de antecedentes no aparecen muchas. Yo la otra vez lo hice, en Capital me sale una sola caída de tantas que tuve y en provincia te daban un certificado de antecedente que decía que estabas limpia. Lo nuestro eran contravenciones, nunca vamos a tener antecedentes, pero pasé la mitad de mi vida presa”.

Patricia, fotografiada por @eugexazar


Dana tiene 50 años y es oriunda de Misiones, una provincia conservadora en muchos aspectos. Tenía 17 años cuando la dictadura estaba llegando a su fin. Vivió las detenciones arbitrarias, la persecución, el código contravencional que existió hasta 2012 hasta que se sancionó la Ley 26.743 y que criminalizaba a las travestis con códigos que habilitaban las detenciones por “vestirse con ropas del sexo opuesto”, “simulación de sexo” y “prostitución escandalosa y homosexualismo”. Ser travesti o trans era considerado un crimen y el calabozo era uno de los castigos habituales. “Debido a mi identidad me fui a temprana edad de mi casa, era un hogar violento donde la pareja de mi mamá la violentaba. A los 7 años me tuve que ir de mi hogar porque a mi padrastro no le gustaba mi orientación sexual. Tuve que salir a la calle porque si me quedaba en la casa me torturaban, me ataban. Ya a esa edad se notaba que yo era diferente, no era igual a los demás”, contó Dana Valiente.
A partir de los 7 años estuvo en la calle. Nunca volvió a su casa. Su mamá le había dicho que si volvía, su padrastro la iba a matar. Dormía en la calle, lustraba zapatos y vendía diarios. “Siempre fui mariquita. No había forma de que alguien no supiera que yo era marica porque era visible, se notaba que era una chica trans. En ese tiempo viví en la calle y me di cuenta que tampoco podía estudiar, porque era corrida de los colegios, no me dejaban terminar ni primaria ni secundaria, siempre fui hostigada por los compañeros, apuntada por la maestra. A los 16 años decidí que no me sentía bien con mi cuerpo, y a los 17 ya estaba en una etapa transformista. Me fui construyendo mi identidad pero en la medida que lo hacía, era más jodido sobrevivir”, sostuvo. Y agregó: “Viví 30 años en la prostitución, fui consumidora. Con la contravención nos llevaban a todas en cana. De las chicas que paraban conmigo en esa época no queda casi ninguna”.
Dana recuerda que de las primeras compañeras travestis asesinada fue Macarena. Después, vio muchas muertes más a lo largo de su historia. “Yo viví tres torturas. Tengo una pierna descuartizada y me quedó una pierna más corta. El cabo se apiadó de mí y me dejó vivir. Luego sufrí torturas con picana, agua y garrote. Además, teníamos la persecución de la gorra, las coimas, estaba devastada. La Ley de Identidad de Género ya se había aprobado en la provincia de Misiones, pero estuve en esa situación hasta que Juan Mariano ‘el colorado’ Zaremba me dijo que veía mi capacidad. Me dijo que estudie la Ley y que forme una asociación civil. Formé la asociación De la calle a la dignidad. Empezaron a surgir reuniones y terminé siendo representante de la diversidad en la provincia con la izquierda. Esto fue creciendo y se han logrado muchísimas cosas en la provincia. Hoy en día no se detienen personas trans en vía pública, ni cuando están en situación prostituyente”.

Dana fotografiada por @eugexazar

El colectivo Las Históricas Argentinas está conformado por personas mayores de 40 años que exigen la reparación. Empezaron a juntarse hace aproximadamente 8 años. El año pasado, en Casa Rosada comenzaron a pedir que se debata y apruebe esta ley. Empezaron a hacer las marchas en el Congreso. Cantaban “Reparación e indemnización”. “Nos juntamos las adultas mayores de Argentina. La mayoría de las que estamos en ese grupo somos grandes líderes y grandes militantes. Yo creo que vamos a traer algunas políticas públicas. Queremos inclusión real y garantizar la dignidad de las adultas para saldar un poco a la comunidad y a nuestras adulteces trans que son importantes y que han podido sobrevivir”, declaró Dana.
El proyecto presentado venció. En junio de este año fue presentado nuevamente y están apoyando el proyecto firmado por la diputada Mara Brawer. “En realidad la ley ya fue dictada pero no incluyeron a las personas trans. Con esta ley cobraban los familiares por los crímenes de lesa humanidad, familiares de desaparecidos, o los famosos o artistas que fueron perseguidos y tuvieron que exiliarse. Nosotras vivimos exactamente lo mismo, pero no nos tuvieron en cuenta”, explicó Patricia. 

@eugexazar


“Exigimos esta ley reparatoria y que también el Estado nos pida perdón públicamente por todo lo que nos hicieron padecer y vivir. A nosotras nos hicieron mucho daño, por la porquería que nos pusimos en los cuerpos, que la sociedad nos obligó ya que el único medio que nos dejaron fue la prostitución. Teníamos que tener una medida corporal estándar y nuestro alcance era la silicona líquida o el aceite de avión. También tenemos daños psicológicos por las torturas sufridas, por los calabozos vividos, daños en nuestro organismo, en nuestro esqueleto. Sufrimos artrosis por dormir en el piso, por pasar frío”, contó Patricia.
Argentina es un país vanguardista en cuanto a normativas que garantizan derechos de la comunidad travesti-trans, un ejemplo es la Ley de Identidad de Género y la de Cupo Laboral Trans. Sin embargo, queda la efectiva implementación y más políticas públicas como este proyecto que busca garantizar una vejez digna hacia el colectivo.

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