SAP: la complicidad pedófila

Luna Corín y su madre protectora luchan hace 10 años para que se juzgue al hombre que la abusó sexualmente cuando era una niña. Todavía no se hizo justicia y para la causa de Luna, el Ministerio Público Tutelar emitió un informe atravesado por el falso Síndrome de Alienación Parental (SAP). 

Por Cecilia Solá

La justicia sigue siendo cómplice de los abusos en la infancia y se justifica con el SAP.  A finales de los 80 y ante el incremento de denuncias por abuso sexual en la infancia en los Estados Unidos, un falso psiquiatra pergeñó la perversidad del Síndrome de Alienación Parental, descripto como el lavado de cerebro que uno de los progenitores- la madre- realiza sobre el niño o niña para que acuse al otro progenitor de haberlo abusado sexualmente.
El inventor de esta perversión era Richard Gardner, ex sargento del ejército autoproclamado psiquiatra, quien planteó ciertos lineamientos que, sin el menor aval científico, deslegitimaba las denuncias, adjudicándolas a un “lavado de cerebro” por parte de ex esposas vengativas.
Pero que planteaba exactamente este pedófilo en su perversa teoría:
*”los niños y las niñas son sexuales de forma natural y pueden iniciar encuentros sexuales seduciendo al adulto.* la madre ha alienado a sus hijos poniéndoles ideas de abusos inexistentes»
*” Los chicos mienten, son manipuladores innatos, son capaces de todo para lograr sus propósitos: manipular a los adultos.”
Puesto al servicio de pedófilos y abusadores, el SAP fue un gran negocio para Gardner, quien cobraba fortunas como perito en casos de divorcio y custodias, especialmente cuando mediaban denuncias por abuso, y funciona como estrategia de defensa para los progenitores acusados de abuso infantil, y para amenazar, incluso con prisión o internación a las madres cuidadoras, ya que propone un aleccionamiento para ellas- e incluso para las infancias- basado en la terapia de la amenaza’: amedrentar al niño o a la madre con retirarles las visitas y el vínculo para forzar a esta última a acceder a la revinculación con el abusador “La amenaza de la custodia principal puede también ayudar a las madres al ‘recordarles cooperar'”, sostenía.
A pesar de que esta pretendida teoría ha sido refutada por la ORGANIZACIÓN Mundial de la Salud y por un sinnúmero de prestigiosas instituciones de la salud mental, en nuestro país todavía existen jueces y abogados que dan rienda suelta a su machismo y misoginia permitiendo que se la utilice como mecanismo de encubrimiento para los acusados de abusar sexualmente de sus hijos e hijas, ignorando todo estudio que prueba que las infancias no mienten ni fabulan cuando denuncian abusos, y en otra prueba irrefutable de la falta de perspectiva de derechos humanos y de género de gran parte de la justicia argentina.
Lo terrible de esto es como la teoría de la madre malvada que le lava el cerebro a sus hijos o hijas, y la del niño o niña que miente porque desea manipular al padre, todavía encuentra eco en algunos ámbitos judiciales y en la sociedad.
Como en este caso: después de años de sufrir abuso, después de ser víctima de su progenitor primero, y de la justicia argentina después, Luna y su mamá protectora, Yama Corin continúan la batalla por justicia exigiendo, junto a un enorme número de organizaciones, la indagatoria al imputado, JUICIO Y CONDENA sin más dilaciones, y que se desestime un informe que, desde el Ministerio Público Tutelar sostiene prejuicios patriarcales con argumentos que huelen asquerosamente a la falsa teoría de un pedófilo, sosteniendo que la declaración de Luna son memorias implantadas por su madre.
Basta de revictimizar a las sobrevivientes. Basta de sostener la impunidad de quienes abusan de nuestras infancias. Basta del machismo cómplice y encubridor que nos lleva al horror 
Y basta, basta de una buena vez de profesionales del derecho  y de la psiquiatría haciendo uso impunemente de estos recursos sin consecuencias. 
El SAP no existe, lo pergeñó un pedófilo sin ninguna base científica, lo puso al servicio de abusadores, violentos y pedófilos, y cualquiera que lo utilice es cómplice, sea juez, fiscal, defensor o periodista.
Como antes, como siempre, el castigo a quien alza la voz contra el macho abusador es el estigma de la locura y la amenaza del encierro.
Solo que ahora sabemos que no estamos solas, y el silencio ha estallado para siempre.

Anterior

El pibe de la plaza: una biografía de la furia

Próxima

Violencia es mentir