“Siempre hubo diversidad dentro del tango, pero fue tapada”

Leo Cubiella tiene 31 años, es bandoneonista, músico y docente de la ciudad de Mar del Plata. En el día del bandoneón, en homenaje al nacimiento de “Pichuco” Aníbal Troilo, dialogamos desde Editorial Sudestada sobre su profesión y lo que significó para él entrar al mundo del tango siendo un varón trans.  

Por Natalia Bericat

¿Cuándo fue la primera vez que llegó el instrumento a tus manos?
Tuve dos acercamientos. El primero no llegó a estar en mis manos, pero es el que recuerdo. De adolescente tenía a mi mamá internada en Buenos Aires y siempre tenía mucho tiempo libre en el medio cuando salía del hospital. En ese momento yo ya tocaba rock y quise ir a ver algo al Teatro Colón de Buenos Aires, conocer esa acústica de la que tanto hablaban. Saqué una entrada para la primera cosa que hubiera y justo estaba tocando la Orquesta de Mederos. Así que fue la experiencia de ver una orquesta típica de tango con flamenco. Ya arranqué con algo diverso. Empecé a comprarme cosas de bandoneón, ver documentales. Después de varios años, me enteré que en Mar del Plata había una carrera para estudiar bandoneón y te prestan uno. La primera clase llegué tarde y me dieron uno para tocar. No sabía no que tenía una válvula de aire. Lo que si sé es que me produjo algo diferente a los otros instrumentos. Cuando tocas la mayoría de los instrumentos el sonido se proyecta hacia adelante. El bandoneón, que te lo apoyas en el cuerpo, me hizo resonar todo. Ahí no lo solté más. Empecé a tocar a los 20 años y tardé un poco en tener el mío propio. Un día me llamó mi profesor y me dijo: “salió un bandoneón que me parece que va a ser el tuyo”. Me enamoré del instrumento y es el que uso hasta hoy: se llama “Pachorrita”.

Cuando hablás del aire pensaba en esto de una respiración que se une a la tuya. Hay una conexión a partir del aire….
Para mí es una conexión plena, total. Es un instrumento que se mueve sobre sí mismo: se agranda y se achica cuando lo tocás. Me doy cuenta con mis alumnes que la respiración es una de las cosas que más cuesta coordinar. Entonces cantamos las respiraciones. Llega un momento que respirás en el mismo momento que haces respirar al fuelle. Es re mágico que se escuche el silencio. El instrumento es un lugar donde uno sublima. Siempre está, hasta en los peores momentos de soledad.

Hugo Grassi

Tenés 31 años y puedo pensarte como parte de esta nueva generación…¿Cómo fue para vos, con la cabeza tan abierta de les pibis en la actualidad y viviendo tu propia transición, entrar a este mundo tan machista del Tango?
Yo entré hijo de algo que pasó en el mundo del tango en los años 90/2000, que hubo una primera renovación en el tango (sobre todo en Buenos Aires). Lo que yo consumía ya había pasado por el auge de la Fernández Fierro que ya no usaban traje y corbata. Había una onda más rockera. Ya se veían chicas en las orquestas. Yo entré con toda esa euforia y eso acá en Mar del Plata no había sucedido aún. Acá todavía sigue siendo a la antigua. Muy masculino. Fue muy difícil. Yo fui de la primera camada de personas con concha que tocaron en la Orquesta Municipal de tango. Nadie antes había tocado. Me encontré con los machismos más tradicionales que alguien se puede imaginar. De un extremo al otro: desde la cosa obvia de decir “¿Cómo una mujer toca el bandoneón?” Hasta el otro extremo, que también es machismo de decir: “Ayyy yo toco con una persona trans que toca el bandoneón”, como usándolo de marketing. Esa cuestión de resaltar tu género para llamar la atención y hacerte el “alieade”.
También se abren cosas positivas. En mi grupo de alumnes hay un solo varón cis, el resto son mujeres. Esto puede significar que antes no había espacios donde se sentían cómodes. La ciudad, que es super conservadora, de apoco va cambiando. Empezamos a ver más mujeres en el escenario. Es posible disputar esos espacios.

Entiendo lo de tu valoración como músico y no solo por ser un varón trans que toca el bandoneón, pero también creo que, por haber pasado mi adolescencia yendo a ver bandas de solo varones, el espacio de representación arriba del escenario es clave. ¿Sos consciente de lo importante que es que vos estés arriba de un escenario tocando tango?
Sí. Es super importante ocupar ese espacio. El problema es lo otro, el sentirme usado. Y eso me hizo sentir que yo tocando el bandoneón nunca fui tratado como un hecho musical, sino la particularidad de una persona con vulva empuñando un bandoneón. Nunca me presentaron hablando de lo que iba a tocar o de las características de mí forma de tocar. Siempre fui presentado hablando de mí género. Nadie presenta a alguien que toca un instrumento diciendo “en el bandoneón, un cisgénero”. Hay una hipocresía: siempre hubo diversidad dentro del tango, pero fue tapada. Fue doloroso que usen mi condición de varón trans como publicidad de una banda. Sino pongamos todes el cuerpo y salgamos del closet juntes y así somos más. Ojalá que podamos tocar cualquier instrumento sin importar el género.

Espectáculo con Susana Rinaldi

Está muy planteada la discusión del cupo laboral en el ámbito del rock, temática que vienen planteando Marilina y Lula Bertoldi por ejemplo. ¿Se abrió ese debate en el Tango?
Se está hablando de a poco. Acá en Mardel hay una tanguera, Celeste González que está hablando del cupo. Todavía nos faltan que haya mas diversidades que sean profesionales de la música en el tango, pero es algo que se está instalando. Todavía no hay una mujer profesional que toqué el bandoneón, pero ya va a haber. La educación formal está un poco atrás en ese sentido. No hay muchos ámbitos populares y colectivos de formación. Hay cosas insipientes. En Buenos Aires ya se empezaron a generar espacios alternativos. De hecho, ya hay un Encuentro Transfeminista de Tango y es multitudinario, con integrantes de la diversidad. Acá estamos un poco lejos de eso.
En la actualidad estoy muy cerca de un colectivo que se llama “Mundillo trans” y de a poco se va construyendo un espacio colectivo. Hay talleres de lo que busques. Es muy diverso, autogestivo y sobre todo un lugar de encuentro.
También ganamos un espacio en las Milongas donde empezamos a tocar en vivo. Un espacio que se abrió y nunca más se cerró. Tenemos mucha demanda por que somos pocas las personas que tocamos este instrumento. Ahí aprendo mucho.

¿Cuáles son tus ritos del día del bandoneón?
Primero me gusta por que se festeja un nacimiento, el de Aníbal Troilo. Él significó mucho para la música y la humanidad del tango. Troilo es recordado como buena persona. Le decían: “Necesito llegar a algún lado” y él les decía “agarra mi auto, ahí tenés las llaves”. Siempre fue buen compañero. Es importante para mí que se haya elegido a alguien así para este día. Los 11 de julio escucho un rato a Troilo, me cocino algo rico y hago como un pequeño rito. Así me gustaría ser recordado como bandoneonista.

Hacer un análisis con tantos años de por medio sería absurdo. El tango siempre tuvo letras machistas porque fue el reflejo de una época… pero en la actualidad ¿Se dan esos debates a la hora de interpretar canciones clásicas del tango?
Todo el tiempo se da ese debate. Cada vez que elegimos un repertorio para un show. Hay muchas posturas incluso dentro del feminismo. Se busca renovar el repertorio. Hay algunos que están super cancelados: “34 puñalas”, “Tortazos”, “La toalla mojada”… esos ya no más.
Hay otros que no son tan violentos y se resignifican desde quién lo canta o como lo canta. Como “Pasional”, por ejemplo y las cuestiones de poder y posesión que plantea. Muchas cosas se siguen tocando por la belleza de su música. Sin embargo, hay algunos donde se plantean las masculinidades, aunque dentro del machismo, donde no lo podés creer. Caso de “Malevaje” por ejemplo: “me pongo a llorar”. Es un montón, hombres planteándose de la sensibilidad. Y hay otros que por suerte no tienen nada de machista, son muy bellos.
Hoy ya estamos en otro lugar. En la banda donde toco, “Tangonautas”, nos replanteamos cada cosa que tocamos. Es un espacio super diverso. El cantante es un varón cis, yo soy un varón trans y el piano lo toca una chica de 20 años.

¿Cómo te proyectas? ¿Qué sueños tenés?
La verdad que no sé… cuando empecé, soñaba con tocar con tal o cual, con ocupar el espacio tradicional de ser un músico conocido. Hoy ya no sueño tanto eso, algunos de esos sueños iniciales los logré, hoy siento que la ciudad me está poniendo un límite. Tiene que ver con la formación en el instrumento. Me gustaría componer y encontrar nuevas cosas dentro del género. Eso se me abrió en el Encuentro Transfeminista de Buenos Aires. Ojalá que haya pronto letristas nuevos en Mardel. Tengo una incertidumbre grande. Esta carrera no termina nunca.

Podés escuchar a Leo Cubiella en su Canal de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=BVqshZsjMx0

Anterior

“El feminismo para mí es una posición desde donde mirar el mundo”

Próxima

Postales del Subsuelo 2: Cuentos que caminan de La Plata a Ituzaingó