“Sus asesinos ya deberían estar presos, pero tienen arriba gente que los banca”

Se cumplen dos años de la desaparición y asesinato de Facundo Astudillo Castro. La policía de Berni todavía tiene las manos manchadas de sangre. A dos años, todavía no hay justicia. Caminan en libertad los que se llevaron a Facu. El ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires continua pisoteando a los pibes y las pibas: todavía sigue, con soberbia y violencia, en su cargo.

Por Florencia Da Silva   

Nos miran los ojos de ese pibe que nos arrancaron.  Su mirada se convirtió en bandera, en murales, forman parte de esa Bahía Blanca que se vio forzada a gritar justicia en silencio por un gobierno que toma represalias contra quien diga su nombre. Por eso, nombrarlo es político. Por eso gritamos: Facundo Castro, desaparecido en democracia, presente. Ahora y Siempre.
Cristina Castro, su madre, es la voz que nos dice que no lo olvidemos. Es la que se encarga de recordar todos los días que todavía Facu no puede descansar en paz. Cristina pasa largas horas sentada al lado de la ventana de su casa que da a la calle. Lo espera. Espera escuchar esa risa, esa voz chillona que explota a risas. Espera ese mate, esas charlas, las juntadas con sus amigos, su batucada, las discusiones sobre política que proponía Facu y los pedidos de consejos. Espera que suene Eminem a todo volumen, porque así lo escuchaba cuando se bañaba. Cristina no pudo despedir a su hijo, tampoco sus amigos y sus familiares. La violencia del Estado le privó un último beso en la frente. Les negaron la posibilidad del duelo. Y todavía se hacen esperar para que haya justicia.

En dialogo con Revista Sudestada, Cristina Castro habló sobre la desaparición forzada de su hijo, la ausencia del Estado, la violencia contra quienes velan para que haya justicia y sobre estos años sin Facundo.

¿Cómo fueron estos años dando una batalla que nunca hubieses pensado, y atravesada por la injusticia, la mentira, el encubrimiento?
Siempre digo que me pusieron en el lugar donde nunca hubiera imaginado y querido estar. Me pusieron en el peor lugar del mundo. Han sido dos años terribles. Tuve que abrir los ojos y darme cuenta que vivía en una burbuja. Poder enfrentar eso es complicado. Es complicado el hecho de saber que a tu hijo lo mataron y no sólo eso: también tenés que comprender contra qué estas luchando, porque los asesinos de Facu ya tendrían que estar presos y quien los cubre es el mismo Estado al que vos has aportado toda tu vida.
Así que de cara a estos dos años me encuentro con realidades que nunca me hubiera gustado vivir. Sé que no soy la única. Somos muchos, desparramados en toda la Argentina, los que vivimos la misma situación. El silencio de los que tienen que darnos alguna respuesta es lo que más nos preocupa.

Tenés mucho contacto y un enorme vínculo con otras familias de tantos pibes asesinados por la policía ¿Qué te llevás de esos encuentros, de compartir una parte de esa historia?
Son los abrazos sanadores. Con Sergio Maldonado no nos hemos conocido hasta el día de hoy cara a cara, pero lo considero mi hermano. Desde un principio escuché a quienes tenía que escuchar, a los de afuera no. Escuché a Vanesa, hermana de Luciano Arruga, a su mamá Mónica, a Sergio Maldonado. Escuché a Ezequiel Moscoso, a Silvia Almada mamá de Angelito, mis hermanos en esta lucha. He escuchado a tantos familiares, he seguido juicios, me han prestado el oído, nos hemos hermanado con Romina, mamá de Brandon Romero. La lista pareciera interminable y sigo nutriéndome de ellos y seguimos peleando porque estas injusticias nos duelen en el alma. Estamos todos juntos detrás de todos los juicios, de todas las causas. Nos abrazamos, es la única forma, la lucha colectiva, porque individualmente nos devoran. Ellos son tiburones y nosotros somos pequeños peces.

¿Qué respuesta te dio el gobierno en ese momento de la desaparición y en estos meses en la búsqueda de justicia?
Ninguna. Lo único que yo les he pedido al gobierno, provincial como nacional es transparencia, que se sepa la verdad y que se haga justicia. Ninguna de estas cosas se ha obtenido de ninguno de los dos lados. La justicia provincial nos toma el pelo. Siguen apostando a Berni, que estuvo hace poquitos días en Villarino, y dijo ‘digan lo que digan yo sigo siendo el mismo’, y entregó patrulleros en la ciudad cabecera de Villarino. Es una tomada de pelo y es como decir ‘nosotros acá mandamos y acá hacemos lo que queremos’. Es una locura lo que están haciendo con nuestros pibes. Sin embargo, ellos lo sostienen. A nivel nacional no hay ninguna respuesta de nada. Pedimos transparencia, ni que estén a favor ni en contra. Que nos dejen investigar y llegar a la verdad y a la justicia. Quisieron entorpecer la causa, llevarla para otro lado, hacer todo el daño que podían. Hoy en día contamos con un nuevo juez. Sinceramente los tiempos de la justicia no son los tiempos que los de los familiares. Queremos que se realicen las pruebas que quedaron pendientes. A nosotros nos siguen acosando, nos siguen amenazando y en Villarino está prohibido decir el nombre de Facundo. Duele mucho saber que él nació acá, hizo la escuela acá e hizo tantas cosas en este pueblo y que tengan prohibido decir su nombre. Duele muchísimo, pero tratamos de estar de pie siempre, organizándonos con su gente.

¿Por qué está prohibido decir el nombre de Facundo?
Las personas que han estado apoyando la causa de Facu, los que pertenecían a personal municipal han sido despedidos de sus trabajos, han sido sancionados y han sido amenazados muchos de ellos. No les permitían siquiera un posteo en sus Facebook personales y sucede hasta el día de hoy. Nosotros sabemos quiénes están y quiénes no, quiénes te apoyan o te dicen ‘no puedo porque está en juego mi trabajo y el de otras personas’. Y lo entiendo, porque se que se pone en juego la comida que necesita llevar a su casa.

Imagen: PTS Bahía Blanca

Berni sigue trabajando con total impunidad ¿cómo recibís ese posicionamiento político?
Es lamentable lo que están marcando. Berni es algo que les sirve a ellos. Lo siguen sosteniendo y lo siguen mandando a reprimir personas con guardapolvo blanco, esas que deberíamos respetar ya sea por salud o por la educación de nuestros hijos. Cuando ellos salen a reclamar, Berni y sus soldaditos salen a reprimir, y si siguen bancando eso vamos a seguir teniendo muertos.
Lo de Facu no tendría que haber pasado. Sus asesinos ya deberían estar presos, pero tienen arriba gente que los banca. Nosotros los papás no tenemos una ley que nos ampare. Tenemos una ley de víctima y nada más. Y de ahí que nos ampare y que digan ‘estos policías que están involucrados’, se les saque el arma, la chapa y se les quite de disponibilidad hasta que esto se esclarezca, hay un largo camino. No pasa.

¿De qué se trata este proyecto de Ley que están proyectando los familiares de víctimas asesinadas por el Estado?
La venimos trabajando con los familiares. El año que viene los políticos van a estar todos en campaña, sabemos cómo actúan y lo único que queremos, sin importar de qué banda sean,  es que nos permitan tener esta Ley. Nos hemos propuesto pelear por una ley para que a estos uniformados que están denunciados le saquen el arma y queden a disponibilidad. Que no sean trasladados gozando de un sueldo. Tenés policías condenados a cadena perpetua por el homicidio de Solano en Río Negro, que están esperando una sentencia de la Corte Suprema, y siguen trabajando. Vas a Río Negro y te pueden parar cualquiera de esos policías. En Salta, en Jujuy pasa lo mismo y que sigan portando un arma no es justo para los muertos. Es desesperante. Los únicos que padecemos somos los familiares.
 Cuando te ponés a hablar te cuentan sus historias, como les tirotean las casas, como los persiguen y amenazan. Son tan básicos que hacen exactamente lo mismo: te persiguen y te tratan de desgastar, te tratan como loca, porque las mamás una vez que nos matan a nuestros hijos somos todas locas, y los papás unos enfermitos que pelean por cualquier cosa. Tenemos que lidiar con eso. Y aun así tratamos de generar grupos para salir a pelear por una Ley que nos ampare.
Al finalizar cada uno de los juicios y cuando una causa termina con condenados decimos que acá no ganó nadie, porque nuestros hijos no vuelven. Solo es conseguir una cuotita de justicia. Todo es tan lento y tan desgastante. Hay madres que se intentan suicidar y te parte en dos porque sabemos lo que está sintiendo esa mamá, nos ponemos en sus zapatos realmente. Esta ley ya debería estar hace muchísimos años. No sirve tenerlos denunciados y que sus causas estén archivadas o con carpetas psiquiátricas. La justicia es como una ruleta, te puede tocar a vos y capaz que a cinco no les toca y quedan impunes. Eso lo que queremos evitar. No hay muertos de primera y muertos de segunda. Sólo somos papás en duelo luchando que creemos en lo justo.

Mencionabas el maltrato que sufre la familia ¿seguiste enfrentándote a situaciones de violencia por parte del gobierno y la policía?
Todo el tiempo. Es más, las amenazas continúan. Me tengo que presentar a declarar la semana que viene por una denuncia a mi abogado Leandro Aparicio. Nos llegan rumores de que van a allanar su oficina por lo que declaró en la causa de Facundo. Tratan de entorpecer la causa. Vienen por todo.

¿Cuál es tu mirada sobre los medios y cómo cubrieron el caso? Hubo muchos periodistas que les faltaron el respeto y que se enfocaron en el morbo.
Fue durísimo. Ahora que ha pasado el tiempo me sigue sorprendiendo. Vienen por todos. Tengo audios de un periodista amenazando a Leandro Aparicio, diciéndole que va a terminar exactamente igual que Marcos Herrero, tratándome a mí como si fuera una pobre señora. Sabemos que muchos medios venden lo que les pagan por atrás. Nosotros no le pagamos a nadie, incluso nuestros abogados trabajan had honorem.
Luego conocimos gente maravillosa, periodistas independientes, gente muy sensible que se ve que están acostumbrados a escuchar nuestras historias. Lo que yo te cuento para mí es una historia de terror. Todos los días me levanto pensando que me voy a despertar de una pesadilla y no es así. Me encuentro con mi realidad todos los días. Una persona común no está preparada para que le pase esto. Somos muchas personas comunes a las que no sólo nos han matado a nuestros hijos, sino que han tratado de ensuciarlos, han tratado de desviar la investigación. Estamos en el país del negacionismo. Nos quieren hacer creer que acá la gente no desaparece, acá la policía no mata, no viola, y sí te pasa y lo reconoce sos un caso aislado, pero sabemos que pasa de punta a punta.

¿Cómo lo recordás a Facundo?
Cada vez que me toca atravesar el ferrocarril y veo su mural. Cada vez que paso y miro sus ojos, me digo ‘mi flaquito tendría que estar acá, esto no tendría que haber pasado’. Me uní a los festejos de carnaval Los Redoblantes. Recuerdo su tono de voz tan chillón, lo recuerdo con una sonrisa. Se extraña llegar y verlo a Facu sentado en la punta de la mesa tomando mate con el tata, pidiendo consejos, viendo que iba a hacer de su vida o discutiendo religión con mi padre. Se lo extraña y se lo recuerda todos los días. Las cosas de Facu no se han tocado, siguen estando en el mismo lugar y como él las dejo. Quiero escuchar el parlante con Eminem a todo volumen, a él cantando por toda la casa o que suene la guitarra eléctrica. Siempre lo estoy esperando.
A mí me tocó acomodar los huesos de mi hijo adentro de un féretro. Fue lo más doloroso que me pasó en la vida. Lo sigo esperando y miro por la ventana creyendo que va a llegar a los gritos. Me ven mucho en la ventana. Me falta una parte, me falta completar una parte de mi historia para cerrar esta que va a seguir doliendo toda la vida. No me permitieron siquiera despedirme correctamente de mi hijo, que sus hermanos le puedan besar la frente y decirle que descanse. Sé que Facu va a descansar en paz el día que sus asesinos estén tras las rejas, mientras tanto no. Estamos todos esperado que él llegue. Esperando que se muestre, porque no lo despedimos. Ese duelo lo vamos a poder hacer recién cuando él tenga justicia.

Anterior

Comedores escolares: la política pública de atentar contra la salud del estudiante

Próxima

Solidaridad obrera, ese animal mitológico