Comedores escolares: la política pública de atentar contra la salud del estudiante

Presupuestos irrisorios, ultraprocesados y comida en mal estado caracterizan a los programas vigentes para los comedores de las escuelas en Capital y la provincia de Buenos Aires. Funcionarios y oposición deslindan responsabilidades mientras las infancias se mal alimentan a diario. Detalles de un menú de terror.

Por Patricio Eleisegui

El pan del pretendido sándwich más bien es una plastilina humedecida por un par de rodajas de algo similar al tomate. Suena pantanoso si se lo apretuja para comprobar de qué va la consistencia. El relleno de la empanada es aire antes que humita. Siete granos de choclo apretados por la masa intentan demostrar lo contrario. Dicen que es queso y no plástico fundido eso que se apelmaza en un pan francés serruchado a la mitad. Hay algo que se parece a una pizzeta. Más bien, a la caricatura (triste) de una pizzeta. En algunas ocasiones aparece una banana. Pocos suertudos reciben, también, una naranja.
Ese espanto comestible que las políticas públicas se esfuerzan por llamar vianda –dividido en desayuno, almuerzo y merienda– o Servicio Alimentario Escolar (SAE) es un rasgo que comparten prácticamente sin diferencias tanto las autoridades porteñas como los dirigentes de la provincia de Buenos Aires. Ambas administraciones se destacan por destinar fondos mínimos por alumno, promover menús que son un atentado al crecimiento infantil, tercerizar los servicios de provisión y sostener un control nulo de la cantidad y la calidad de los productos que llegan a las y los estudiantes.
Lo comentaba en una nota publicada a principios de abril: el presupuesto asignado para el desayuno por alumno, esto en el marco de en una licitación reciente llevaba a cabo por la gestión que encabeza Horacio Rodríguez Larreta, fue de 37,44 pesos. En el territorio que gobierna Axel Kicillof el monto para ese ítem es de 44,04 –aumentará a 50,76 pesos en mayo–. Sólo en fondos estipulados, prácticamente el mismo desprecio por la alimentación de las infancias escolarizadas.
Para cubrir el almuerzo la gobernación bonaerense destina 100,75 pesos por alumna o alumno –ascenderá a 125,98 el mes próximo–. Ciudad de Buenos Aires propone destinar 318,90, según los pliegos de la licitación antes mencionada. 
Después están las particularidades de los productos que consumen niñas, niños y jóvenes en general. Y el juego político de pasarse la pelota entre partidos y administraciones para, en definitiva, no hacerse cargo de una prestación que hoy representa un peligro para la salud. 
En la provincia de Buenos Aires ese no hacerse cargo rige a la par de un presupuesto multimillonario en fondos públicos que se disuelve en la compra y distribución de comestibles precarios, en mal estado y para nada recomendables en términos nutricionales. El SAE tiene un alcance estimado de 1,8 millones de menores, que en muchos de los casos encuentran en el desayuno la única comida segura del día. 
A esa necesidad básica se la atiende, en más de un distrito, con empanadas de relleno invisible.

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El pésimo servicio que se brinda en el territorio bonaerense es objeto de denuncias y reclamos permanentes. Los bloques políticos cargan las responsabilidades en el bando contrario. En 2016, María Eugenia Vidal transfirió la gestión del SAE a los municipios y ese es, precisamente, el argumento al que apela el oficialismo cuando las quejas brotan en los distritos controlados por la oposición.
Del otro lado, el argumento que más se utiliza a modo de respuesta refiere a que, previo a su entrega, los menús reciben la aprobación del gobierno provincial. En el medio quedan las y los estudiantes, víctimas de desayunos, almuerzos o meriendas que alientan la mala nutrición cuando no generan alguna que otra epidemia de intoxicados.
Una muestra reciente de las responsabilidades que no se asumen tuvo lugar a fines del marzo. En La Plata, Juan Manuel Granillo Fernández, concejal del Frente de Todos, compartió imágenes de las viandas que se entregan en la primaria Los Porteños de City Bell. A través de su cuenta en Twitter el funcionario habló de “subejecución” de presupuestos y hasta divulgó un video en el que se aprecia una ración de pollo y empanada crudos. 
A la par, publicó fotos de un sándwich con algo similar a fetas de queso y dos rodajas de tomate. Victoria Tolosa Paz, diputada nacional por la misma fuerza y ex contendiente por la intendencia de La Plata, se subió al ida y vuelta que se armó en la red y aprovechó para tirarles varios dardos al mandatario municipal Julio Garro (Juntos por el Cambio). 
El movimiento de Granillo Fernández fue respondido por Romina Cayón, concejal platense alineada con Garro, también vía la red social del pajarito. “La Provincia no sólo gira los fondos al municipio, sino que aprueba los menúes (sic) para los chicos en conjunto con autoridades escolares y municipales, sólo así y en esas condiciones, los alimentos llegan a las escuelas”, afirmó. 
Siempre a través de Twitter. El espacio elegido por la dirigencia doméstica para dirimir cuestiones clave para nuestra sociedad. Prueba irrefutable de la mediocridad impune que caracteriza a las dos fuerzas mayoritarias de la política que (peor) nos representa.

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También en marzo trascendió la situación de las escuelas 42 y 39 de Moreno. Distintas madres mostraron que a los alumnos se les entregaban magdalenas con gusanos y mini sándwiches con jamón y queso en mal estado. Autoridades de ambos colegios elevaron reclamos a la Secretaría de Desarrollo municipal. 
Moho en los sándwiches, turrones y alfajores vencidos: el combo que expusieron mamás y papás a partir del comentario de las y los estudiantes. El caso no pasó del efímero escándalo mediático.

Fantasía versus realidad: qué es lo que incluye el SAE, según la Provincia
En la Web oficial del gobierno bonaerense existe un apartado que refiere a las características de los desayunos, almuerzos y meriendas que deben brindarse en las escuelas públicas. Lleva el título de “Marco nutricional” y establece lo opuesto a lo que se sirve en las instituciones educativas.
Se señala, en los párrafos iniciales: “El Servicio Alimentario Escolar debe cumplir con los estándares normativos y marcos regulatorios de ley en materia de fiscalización sanitaria; con el fin de alcanzar estándares de inocuidad y seguridad alimentaria de las modalidades prestacionales brindadas, en los procesos de logística, en operatorias de manipulación y servicio de alimentos y adecuado manejo de residuos”.
Después hay referencias específicas en cuanto a las características nutricionales de los alimentos. “El primer objetivo en la conformación del desayuno/merienda debería ser la presencia diaria de una porción de leche o yogur para asegurar el aporte de calcio, la incorporación de frutas y una reducción del contenido de azúcares agregados, grasas saturadas y sodio”, se indica.

Respecto del almuerzo: “El primer objetivo nutricional de los almuerzos debería orientarse al aumento de menúes (sic) con hortalizas no feculentas, la presencia alternada de fuentes de proteínas de alto valor biológico y el aumento del aporte de fibra, a partir de legumbres y cereales integrales; también la presencia preponderante de frutas frescas como postre, tendiendo a reducir el contenido de sodio, grasas saturadas y con mínima o marginal cantidad de azúcares agregados”.
“El almuerzo consta de un plato principal cuyos componentes principales deben ser (a lo largo de la semana) variedad de carnes o huevo, legumbres (en combinación con cereales para asegurar la calidad proteica), hortalizas no feculentas y cereales como arroz integral o fideos (mayor porcentaje de sémola de trigo candeal). Con menor frecuencia hortalizas feculentas y el resto de cereales (más refinados)”, se detalla en el mismo apéndice.
Por último, se habla del postre: “El postre debería estar conformado preferentemente por frutas frescas (no menos de 4 veces/semana) y la cantidad de pan que acompaña a los almuerzos (opcional) no debería exceder 30 gramos”.
No hay mención de mini sándwiches con imitaciones de queso, empanadas que de humita sólo presentan (son suerte) alguna fragancia, pizzetas coloreadas con presunto puré de tomates y magdalenas con gusanos. 
La vianda perfecta sólo existe en la Web del gobierno de la provincia de Buenos Aires. 

En Capital también gobierna el negocio de mal alimentar
“Supuestamente son fideos con boloñesa. Los dan en la jornada extendida obligatoria que impusieron para sexto y séptimo grado. Chicas y chicos almuerzan eso”. Hace tres semanas, una mamá me compartió fotos de las viandas que reciben sus hijos. Comentó que los jóvenes van a una escuela pública ubicada en el barrio de Belgrano.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también menosprecia fuerte la alimentación que merecen las infancias. A principios de abril la administración que lidera Rodríguez Larreta activó una licitación pública para concesionar por cuatro años el servicio de desayuno y merienda. Un informe del Observatorio del Derecho a la Ciudad precisa que el oficialismo pagará 50.000 millones de pesos por la prestación aunque, como mencioné en los primeros párrafos de este artículo, se presupuestaron apenas 37,44 pesos por estudiante.
Los “alimentos” mencionados en los pliegos son un riesgo para la salud infantil: galletitas y vainillas dulces los días lunes, martes y miércoles. Barritas de cereales repletas de conservantes y aditivos los viernes. Magdalenas azucaradas y una mezcla de harinas denominada “pan de ricota” en alguna jornada ocasional. Todo esto acompañado con leche con cacao, té con leche o mate cocido. 
Fin del menú.
“Las raciones o viandas que llegan a los comedores escolares siempre incluyen menos gramos de los establecidos o, en todo caso, se hace entrega de comida de mala calidad. Los comestibles llegan pre cocidos a las escuelas. Se los calienta y ya. Antes todo se cocinaba en los establecimientos. La situación actual es el resultado de una degradación que comenzó en los años 90”, me comentó al respecto Jonatan Baldiviezo, titular del Observatorio del Derecho a la Ciudad.

Precisamente esta organización acaba de presentar una acción de amparo colectiva cuestionando la licitación reciente. El recurso exige que se declare inconstitucional y nulo el decreto que abrió el nuevo proceso para abastecer a los comedores escolares, además de pedir la interrupción del procedimiento administrativo. 
El Observatorio del Derecho a la Ciudad solicita “se ordene al GCBA, de forma inmediata, a convocar a la comunidad educativa a un procedimiento participativo, previamente reglamentado también con participación ciudadana, para debatir la organización de la prestación del Servicio de Alimentación Escolar”.
Y demanda, también, que el gobierno porteño “garantice la prestación universal del Servicio de Alimentación Escolar en las escuelas públicas (desayuno, almuerzo, vianda, refrigerio y merienda) a todo estudiante sin excepción ni exclusión de ningún tipo, sin condiciones y de forma gratuita”. Porque no sólo aquello que se les hace consumir a los estudiantes es de muy mala calidad y pésimo valor nutricional: los comestibles en cuestión ni siquiera llegan a todo el alumnado. Incluso la mala alimentación que se promueve de forma oficial es observada por el larretismo como un lujoso privilegio. 

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