NTC y el freestyle como revolución

Millones de reproducciones, viajes, giras internacionales, entregas de premios. El boom de la música urbana en Argentina tuvo sus primeros pasos de la mano del reggeatón, hace más de diez años, cuando los sonidos latinos volvieron a abrirse camino en la escena musical. Hoy, su reinado como el género más elegido entre lxs jóvenes se enfrenta a un nuevo candidato: estilos como el rap y el trap trajeron el flow al juego y se convirtieron en favoritos de muchxs. Desde las plazas, la cultura del freestyle avanza a pasos agigantados y logra conquistar escenarios multitudinarios.

Por Sol Martínez Ferro

Josefina Bolli, conocida como NTC, tiene 22 años. Su batalla con Roma en la Batalla de Gallos del año pasado acumula más de 700.000 visitas en YouTube. Parte de una generación atravesada por el feminismo, sus rimas se caracterizan por tener una fuerte impronta política. Aunque no lo buscó, hoy es consciente de la responsabilidad que conlleva tener un micrófono y hablarle a lxs pibxs. “El freestyle llegó para quedarse”, afirma en esta entrevista con Sudestada.

−¿Cómo conociste el freestyle?

−Yo escuchaba a varios artistas de rap en la secundaria, y a los 17 llegué a un evento de freestyle en Tecnópolis y quedé enamorada. Ahí arranqué a practicar, pero al año siguiente me metí a la facultad, me puse de novia, me embaracé, pasaron un montón de cosas y me alejé de todo eso. En 2018, yo ya mamá, participé en una competencia feminista y llegué a la final. Ahí me empecé a dar cuenta de que me gustaba. De pronto caí en una clasificatoria para la competencia Juventud Urbana donde era la única mujer entre 80 varones y quedé. A partir de ahí no paré nunca más. Fue muy loco y muy exponencial, no me lo esperaba. No pretendía llegar hasta donde llegué o vivir de esto.

−O sea que tu carrera estuvo emparentada con la política y el feminismo desde el principio.

−Sí, siempre me interpeló la militancia. A los 13 años empecé con el centro de estudiantes y llegué a ser presidenta. Con el freestyle arranqué muy emparentada a eventos políticos. Siempre trato de llevar cierta postura, por más que mucha gente se ponga en contra. Varias veces usé el pañuelo verde y me preguntaron si realmente me parecía necesario. Mi lucha no se desprende en ningún momento, yo soy feminista siempre. Que me quieran coartar el derecho de llevarlo al escenario me parece nefasto. Es como el “mejor no hablar de ciertas cosas”. Si un hombre te dice una rima machista está bien porque es freestyle, pero si la contestás con feminismo sos una feminazi y estás haciendo demagogia. No culpo a las personas que no quieren mezclar estos temas, cada uno hace lo que quiere con su carrera, pero a mí los grises no me gustan. Creo que cuando uno tiene un micrófono en la mano tiene una responsabilidad.

−¿Cómo fue tu paso por la Batalla de los Gallos? ¿Qué implicó a nivel personal?

−Para mí fue un quiebre. Mandé un video para postularme totalmente desilusionada, y me acuerdo que vi mi nombre en la lista de seleccionados me puse a llorar diez minutos en el piso. Fue un montón. Si bien mi participación estuvo muy floja, salir al escenario y ver 15 mil personas me hizo darme cuenta de a dónde había llegado. A veces me cuesta entender que soy una profesional. Además, pasar por ahí fue bisagra a nivel exposición. Antes tenía como 10 mil seguidores y de golpe me subieron a 30 mil, pero de repente me decían “ojalá te mueras y no rapees más”, “te dieron el lugar porque sos mujer”, “¿a quién te cogiste para estar ahí?”. Hoy aprendí a vivir con eso, pero me costó.

−En ese momento, tu batalla con Roma se viralizó por ser la primera vez que se enfrentaban dos mujeres. Ahí se intentó instalar una rivalidad entre ustedes que en realidad no existe.

−Fue difícil porque tuve que elegir con quién competir. En las llaves me quedaban Roma y Stuart, y elegí a Roma por dos razones. Obviamente fue una cuestión estratégica, no por subestimar el nivel de Roma, pero todo el mundo evitó a Stuart en primera. Pero también pensé, “si me cruzo con Stuart, Roma queda con Zaina y capaz ninguna pase de ronda”. Yo quería que una mujer estuviera en cuartos. Así, me aseguré de que alguna de las dos pudiera pasar. Me acuerdo muy bien del abrazo que me dio Roma cuando terminó la batalla. Fue muy lindo, me emocioné mucho por ella. Ella es más chica que yo y la veo como una hermana menor. La quiero mucho. Me cuesta mucho batallar contra mujeres, más cuando son amigas, pero ese día fue especial. Y al día de hoy nos siguen queriendo enemistar. Todo el tiempo está la comparación. Pareciera que en el freestyle hubiera lugar sólo para una mujer. Ahora cada vez pasa menos y por suerte nosotras estamos cada vez más unidas.

−Es paradójico que el ambiente del freestyle siga siendo tan hostil, teniendo en cuenta que gran parte de la movida hoy la impulsan pibxs que forman parte de una generación más cercana al feminismo.

−Todavía rige gente muy old school en el ambiente. Hubo una polémica hace poco sobre la censura en el freestyle y se dijo que el freestyle iba a dejar de ser tal. Esa gente se escuda en la “libertad de expresión”. Lo voy a decir de forma muy cruda, pero, Raúl, decir “negro de mierda” no es libertad de expresión. Estás discriminando. Encima jugar con la palabra censura me parece un montón. Como latinoamericanos y como argentinos hemos vivido censura, sangre y cosas muy jodidas. Esta lucha la estamos dando unos pocos, porque hay muchos que están de acuerdo, pero no se meten. Creo que se puede rimar y tener batallas increíbles sin caer en esas cosas.

−¿Cómo es abrirse camino en ese círculo siendo mujer?

−Ya no es tan duro como antes. La realidad es que la mayoría siguen siendo varones, por lejos. Disidencias casi no hay. Y eso no quiere decir que esas identidades no rapeen, sino que probablemente todavía se sienten muy oprimidas. De pronto una persona trans que entra a mi batalla contra Roma ve gente diciendo un montón de cosas y no dan muchas ganas de ir a competir. No es fácil. Sí hay puertas que se abrieron porque las patearon las pibas de las generaciones anteriores, pero ahora constantemente tenemos que demostrar que estamos al nivel. Si ponen a una piba en una competencia, tiene que ser la mejor, porque si no está ahí por ser mujer. Muchas veces te dicen “las mujeres no tienen el mismo nivel que los hombres”. Puede ser que en muchos casos sea verdad, pero porque los hombres tuvieron mucho tiempo para nivelarse y crecer. A las pibas no se les dio ese lugar. A la Joaqui le han pegado en batallas. Yo me he encontrado en situaciones de acoso. Es jodido, pero le ponemos garra. Estamos muy juntas y decidimos que esta vez no nos van a tirar. Eso también lo da el mismo movimiento feminista.

Al principio comentabas que al día de hoy te siguen cuestionando los lugares que ocupás.

−Todavía me llegan mensajes de “qué habrás hecho para estar en Red Bull”, “con quién te habrás acostado”. Para mí es durísimo. Me acuerdo que el día de la batalla con Roma fui con un outfit que me dio una marca y tenía unas calzas puestas que eran hermosas. Bajando en los comentarios del video, leí textual: “Lo único bueno de la batalla fue el culo de NTC”. Me partí en llanto. De pronto te sentís minimizada al punto más bajo. Cuando quedé en Red Bull empecé a entrenar mucho, fui a un montón de competencias, me lo tomé en serio. Y de pronto recibí ese comentario y fue todo lo que no quería. A veces como feminista te pasa que te sentís un poco culpable. Pensé “uh, me tendría que haber vestido de otra manera”. Y después decís, ¿por qué me tengo que sentir culpable por cómo me vestí? Incluso hay comentarios que parecen inocentes, como “ay, sos hermosa, sos esto, sos lo otro, ah y rapeás bien”, en un último plano. Yo no quiero que me vean como la mujer que rapea, sino como una competidora.

−En los últimos años, la movida del freestyle y del rap creció muchísimo. Creo que ese auge vino de la mano con un recambio generacional en lo musical que permitió que empezaran a aparecer más artistas locales.

−Sin dudas. Me emociona mucho y me hace muy feliz que cada vez más personas podamos vivir de esto. De pronto empezó a haber gente de la escena nacional en premios importantes. Desde nuestro género, pienso en Paulo Londra en los Latin Grammys diciendo “Hollywood es como en el GTA”. Me da mucha risa esa conversación porque ni él se lo cree. Es loquísimo saber que estos pibes empezaron como la mayoría, en una plaza tirando freestyle por ganas. Ese recambio dio paso a que estas cosas sucedieran, pero lo lindo que tiene nuestra movida es que no tiene ese excentricismo o ese glamour medio burgués. No vas a encontrarte un camarín con algo extraño. Los pibes no se olvidan de dónde vinieron y eso me encanta.

−En las últimas semanas se generó mucha polémica por una frase de Trueno afirmando que el trap es el nuevo rock and roll. ¿Por qué creés que hay tanto rechazo a lo nuevo?

−Hay gente que hatea para hacerse la interesante. Capaz ni se creen lo que están diciendo, pero bardearnos es cool. Yo creo que Trueno se refería a la euforia que genera hoy el trap. Lo que quiso decir es que llegamos para quedarnos. Hay mucha gente que juzga porque nos ve jóvenes y dice “no, este no pasó por nada, a quién se comió”. Pero estos son pibes que vienen de la plaza y tienen un montón de conciencia, que incluso, le pese a quien le pese, en otras generaciones no había. A mí me parece acertada la frase, no me parece una falta de respeto. En ningún momento habló de una supremacía de un género sobre otro. Creo que algo que va con los dos géneros es esto medio revolucionario y contestatario que tienen. Sin ir más lejos, el hip hop arranca en el Bronx, en Estados Unidos, siendo un movimiento súper político. Por eso cuando hay gente que te dice que no mezcles es raro.

−Vos decís que todavía no te sentís música. ¿Qué tenés ganas de explorar?

−Estoy entrenando mucho y dando clases a mi grupito de alumnos. Además, estoy preparando un EP de canciones. Como mamá soltera, la carrera de freestyle y la cuarentena se vuelven difíciles, pero esperemos que salga el año que viene. No sé si decir que voy a dejar el freestyle para dedicarme a la música, pero haciendo canciones aprendés un montón de cosas. Es súper lindo y enriquecedor. En un momento yo pensaba que era sólo freestyler y nunca iba a hacer música, pero me estoy abriendo esa puerta de a poco.

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