Parir en casa: una invitación a repensar la maternidad

¿Qué es un parto planificado en domicilio? ¿Quiénes lo eligen y por qué? ¿De qué hablamos cuando denunciamos la violencia obstétrica? Compilado por Bárbara Lorenzo y reeditado por Sudestada, Parir en casa. Relatos de partos domiciliarios retoma las experiencias e historias de casi 40 familias que eligieron atravesar este momento acompañadas por el equipo de parteros conformado por Francisco Saraceno Esparza y Vendela Chignac. “La impronta misma del parto en casa es una gran piña al patriarcado, es una decisión contrahegemónica que pone en jaque al sistema”, explica Saraceno en diálogo con este medio. Compartimos un fragmento de la entrevista realizada durante la presentación del libro.

Por Sol Martínez Ferro

—¿Bárbara, cómo fue que te involucraste en el mundo del parto en casa?

B: Ian, mi primer hijo, nació en una institución por parto vaginal, fue todo muy “común”. Yo no conocía qué eran los partos en casa más allá de una película. Si tenía en claro que quería un parto vaginal. En mi familia no había antecedentes de cesárea, por lo tanto eso me daba una referencia de que parir no era algo doloroso. En mi primer parto creí que todo estaba muy perfecto: yo estaba viva y mi hijo también. Más o menos cuando Ian tenía seis meses fui a ver una obra de teatro que se llama “Parir(nos)” de la organización Las Casildas donde cuentan la historia de cuatro mujeres que habían parido: un parto en casa, una cesárea, un parto vaginal en institución y un cuarto que no dice con quién ni en dónde. Es muy fuerte la obra, y cuando salí me sentí muy identificada con uno de los relatos y me di cuenta de que había sufrido violencia obstétrica. La violencia tiene varios escalones, no me habían atado o gritado, pero sí me habían privado de estar con mi hijo en la primera hora, me habían hecho kristeller que es una maniobra prohibida y desaconsejada totalmente. Entonces sí me habían violentado.

F: Esta obra es un dispositivo que tenemos en la organización Las Casildas, de la cual yo formo parte, en el que entendimos que a través del arte se puede abordar la violencia obstétrica y que funciona como una primera llegada para entender qué pasó en nuestras historias de partos y de nacimientos.

—¿Cómo fue que llegaste al equipo Parir en casa y cómo fue tu segunda experiencia de parto? 

B: Cuando vi la obra comencé una búsqueda desde otro lugar. Primero para sanar, porque me sentía muy culpable por no saber todo eso. Así es como entré en el tema del parto en casa y me contacté con parteras buscándolas en Google, pero la mayoría me decía que les escribiera recién cuando estuviera embarazada. En ese contexto caí en la página de los chicos “Parir en casa” y me contestó Fran enseguida. Me llamó mucho la atención que sea un varón el partero. Me dijo que lo llamara y me invitó a una ronda donde cada familia que parió con ellos cuenta su experiencia. Mi segundo hijo nació en casa, en un parto acompañado por ellos, y la verdad es que es otra cosa. Tuve mis tiempos, hice lo que quise cuando quise, me sentí muy cuidada y lo más importante de todo es que nadie nos violentó. A los 15 minutos yo estaba en la cama de mi casa comiendo un sandwich de miga con jugo de naranja. Con mi sábanas, mi olor, haciendo pis en mi baño, estando en mi cocina. El nacimiento de un hijo es único y todo fue super natural: ayer me había ido a dormir con una panza y hoy estaba en esa misma cama con mi hijo. Fue un acto más, sin desmerecerlo, pero lo más lindo que me quedó es que fue un acto cotidiano dentro de mi casa.

—¿Cómo fue el proceso de compilación del libro?

B: Estaba en el baño haciendo pis, que era el único momento en el que no tenía a mi hijo a upa, hacía una semana que había parido y estaba muy maravillada con la experiencia. No me entraba en el cerebro cómo es que estaba en el sillón, fui al baño, me agaché, parí y me fui a la cama. No podía entender tanta simpleza en algo que es tan zarpado. Y pensaba en el grupo de los martes de los chicos, que a mí me había ayudado un montón, y que eso lo tenía que saber todo el mundo. Yo le puedo contar a alguien lo que escuché, pero el relato de las familias ya está teñido por lo que a mí me pareció. Entonces pensaba en cómo hacer para que otras personas conocieran el parto en casa y supieran que no es una locura. Ahí dije “hay que hacer un libro donde todas estas familias cuenten sus historias”. El libro te permite llegar a un montón de lugares y que llegue a personas de casualidad, sin que lo estén buscando. Desde el título te hace detenerte a mirar y pensar. Y a partir de ahí me contacté con las familias a través de los chicos y las invité a participar. Los relatos son en primera persona, no fueron cambiados y los chicos no los leyeron hasta que el libro estuvo casi listo. No hubo una pre-selección a ver si les gustaba lo que decían de ellos. Hay de todo, hasta un nacimiento que termina en un traslado por cansancio materno. No elegimos los mejores escenarios. Además, incluimos varios apartados que tienen información y escriben personas que están muy metidas en el tema. Queremos que el tema se hable, que se discuta y esté en agenda. Después, que cada uno pueda decidir lo que quiera.

—Francisco, ¿cómo fue la creación de Parir en Casa?

F: El equipo Parir en Casa tendrá alrededor de 15 años. Cada uno de nosotros ya venía teniendo un recorrido aparte, pero nos juntamos y nos sentimos como familia, hablábamos el mismo idioma. El equipo fue creciendo a lo largo de los años y es importante para poder asistir a más familias. Yo estoy muy agradecido a mis compañeras en el trabajo. Quiero recalcar que parir en casa es una elección contrahegemónica. Casi menos del 1 por ciento de las personas en la Argentina paren en casa. Nosotros siempre aclaramos que hablamos de partos planificados en domicilio, en los que las mujeres son acompañadas por profesionales formados e idóneos. El desafío todo el tiempo es brindar información, que las familias nos entiendan y puedan elegir y entender algo contrahegemónico. Más allá de todos los privilegios que podemos tener, está claro que los varones no entendemos nada de sexualidad. Entonces, en general, la decisión de parir en casa la toman las mujeres. La impronta del parto en casa es una gran piña al patriarcado, pone en jaque al sistema. El desafío es diario, y creemos que hay que repensar cómo estamos vinculándonos con cada familia. Yo he sido padrino o testigo de casamiento de dos familias que asistí. Es desde ahí la construcción. A mí esta red me genera mucha tranquilidad porque sé que si yo necesito algo, hay un montón de familias atrás.

—¿Cómo se inscribe el parto en casa dentro del paradigma del parto respetado? ¿Está contemplado por la ley?

B: Primero, quisiera aclarar que ya es loco que tengamos que hablar de un parto respetado, porque si decimos eso se entiende que hay una forma de parir que no lo es. Nadie dice: dermatóloga respetuosa o cena respetada. Eso es una locura a la que todos estamos entregados y no nos paramos a pensarlo.

F: A mí me gusta ir un poco hacia atrás para contextualizar. El parto respetado es una ley que tiene 16 años, de la cual fuimos bastante pioneros. Recién este año la provincia de Buenos Aires adhirió a su aplicación. Tardó once años en reglamentarse y tampoco se hizo de manera completa. Esto abarca a las instituciones, pero también al domicilio, porque la ley no tiene relación con un lugar, ni con la cantidad de intervenciones, ni con si es un parto vaginal o cesárea. Es una ley que establece que los trabajadores de la salud seamos garantes de los derechos de esas mujeres o personas con capacidad de gestar. Entonces es clave poder garantizar sus deseos, preferencias, miedo e información para que puedan elegir, porque es su cuerpo y son sus derechos. A veces, a los del palo académico nos cuesta entender que es una ley que tiene que ver con eso. Pero no va a haber parto respetado hasta que la maternidad no sea deseada y elegida. 

—Lo interesante de abrir esta posibilidad es acercar información para poder decidir con libertad, no imponer una experiencia por sobre otra.

F: Tal cual, como decís vos. La idea es que deje de ser un tema tabú, entender que el abanico es muy grande, que la mujer tiene que tener muchas opciones y que la maternidad tiene que ser elegida. Estamos en un momento histórico al respecto, y hay que entender que si la maternidad se elige, también se elige el lugar y quienes la van a acompañar. Eso es clave en este camino del parto respetado. Tener al alcance la información de las implicancias de un parto en casa nos parece clave para que esa mujer tenga opciones para elegir y no sea un mandato o una imposición.

B: Sí, pero elegir de verdad. Si yo te doy dos opciones, vos solo conocés esas y creés que estás eligiendo, pero en verdad estás limitada y condicionada. Si bien vivimos en una sociedad y siempre estamos condicionados, hay que poder elegir lo más libremente posible teniendo información certera, completa y amplia. Hay mil formas de parir. Lo importante es que la información esté completa para decidir de verdad.

Este libro tiene una mirada interesante porque no solo ofrece la foto romántica donde todo parece fácil, sino que abarca una polifonía de voces. Son casi 40 familias que cuentan sus historias y en ningún momento se demoniza la posibilidad de tener que recurrir a un hospital, por ejemplo.

B: Es hora de que dejemos de romantizar todo lo que tiene que ver con la maternidad, desde los partos hasta la crianza. Hay un montón de realidad que es super cruda y que está muy invisibilizada. Los partos no son todos hermosos, el parto orgásmico es divino pero no conozco a nadie que le haya pasado, a mí me dolió, casi vomito. No es como en las películas. Tampoco es como las imágenes en Google, que parecen terribles. No hay que demonizar ni idealizar. Lo mismo con la lactancia. A muchas les dará placer, pero a muchas nos termina doliendo. Está bueno decirlo. Si solo vamos a poner en un libro las cosas lindas, después cuando a vos no te pasa te sentís mal o en falta. No tenés que estar siempre divina en el embarazo. Te podés sentir super mal, cansada, y no sos menos por eso. No es que ahora lo “progre” es esto y entonces ahora a todas nos tiene que encantar dar la teta, o todas les tenemos que dar de comer vegano a nuestros hijos. A veces no tenemos tiempo y le damos una medialuna, y es la realidad. Es totalmente válido. Tener que parir y estar contenta es un peso enorme.

La premisa sería algo así como que el contramandato no se instale como la nueva norma.

B: Claro, si no termina siendo un contramandato donde ahora todos tenemos que parir en casa o seguir lo progre. Cada uno puede decidir el modelo que quiere y lo que le resulta mejor. Sí está bueno conocer todas las opciones para decidir. Cuando uno va a elegir colegio para los hijos, o para irse de vacaciones, por ejemplo, averigua un montón. Y en el momento de un parto, muchas de nosotras buscamos el que nos queda más cerca en la cartilla, no investigamos. Estaría buenísimo que hagamos el ejercicio de buscar información sobre lo que refiere a la sexualidad o el embarazo.

F: No hay que olvidarse de que los partos son un momento de la sexualidad de una persona o de la familia. Y que el nacimiento de por sí, más allá de lo que se piense desde la institucionalización, siempre fue muy acompañado por la red o la tribu de las personas a fines. Hay que volver a esas raíces sin desconocer los avances logrados en el 2021 y teniéndolos en cuenta, pero estar acorde a la situación y a lo que quiere esa persona. Hace todo más sano y saludable.

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