El fin
Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco. De la otra pieza le llegaba un rasgueo de guitarra, una suerte de pobrísimo laberinto que se enredaba y desataba infinitamente... Recordó
Son las dos o tres de la tarde. El sol entra por la ventana. Una veintena de chicos cabecea, luchando contra la modorra. Es difícil no dormirse después del almuerzo; mucho más cuando retumba en
En Argentina, uno de cada 10 jóvenes entre 5 y 15 años trabaja, según INDEC. Y en los últimos meses, muchos más niños, niñas y adolescentes empezaron a trabajar como consecuencia de la pandemia, afectados
Lo que más me gusta de la siesta es subir al árbol de guayabas, que tiene las ramas flexibles, como trampolines, y acostarme cerca de la copa, donde se juntan las chicharras a cantar. Le
Cuentan quienes conocen las historias prohibidas que, en un reino gobernado por un déspota sordo, como casi todos los déspotas, se prohibieron los cuentos y se censuraron las palabras.El tirano decidió que no se relataran
Hola Sarita, ¿Cómo estás? Te cuento que yo estoy muy contento porque al final, las vacaciones llegaron más rápido y la semana que viene mi mamá me va a venir a buscar para llevarme a
Estoy muy preocupado por él, dijo el tío Antonio, agarrándose el pecho y mirándome con los ojos tristes, pero por fuera nomás, porque por dentro los tenía vacíos, como si alguien se hubiera robado sus
A esa edad suena música en la cabeza, todo el tiempo, como si transmitiera una radio en la nuca, bajo el cráneo. Esa música un día empieza a bajar de volumen o sencillamente se detiene.
Por los años 42 o 43, en Alta Gracia, mi primo y yo íbamos todos los jueves a la plaza Manuel Solares, a la hora de la retreta, para vengarnos de que no nos dejaron